La banda de culto estadounidense volvió al país después de más de una década y presentó un show a la altura de su renombre.
Activos desde 1988 y con más de una decena de álbumes de estudio en su haber, los pioneros del movimiento y el sonido grunge volvieron a Argentina después de 11 años para presentar Plastic Eternity, su último disco editado en 2023. Con producción de Indiefolks, Poseidótica abrió la fecha con su stoner instrumental pesado y ruidosísimo, indicando el tono de la velada.
Se abre el telón pasadas las 21 y sin preámbulo suena el punteo de cuerdas de “If I think”, más grunge imposible, que vuelca sobre el público la esencia noventosa de Seattle: así, el EP Superfuzz Bigmuff de 1988, clásico del género y aplaudido por el mismísimo Kurt Cobain, irrumpe y se mantendrá presente durante todo el recital. Con casi treinta temas ininterrumpidos y una puesta en escena cruda, el fuzz sucio, la distorsión pesada, y las voces cornellianas y rasposas marcarán el show de una banda que mantiene viva su leyenda en cuerpo, alma y sonido.
Mark Arm, líder, voz -poderosa e intacta- y guitarra domina el centro del escenario despojado con su melena plateada, vestido de naranja sucio, naranja mudhoney. Enmarcado por el guitarrista y cofundador Steve Turner a su derecha, Guy Maddison en el bajo a la izquierda (que acompaña a la banda desde 2001), y Dan Peters, atrás, que cierra la formación en la batería (batero efímero de Nirvana antes de que Dave Grohl entrara a la banda).
El sonido es perfecto: la suciedad de cuerdas y voces se escucha con claridad. “Get Into Yours” mezcla guitarras grunge con un bajo postpunky y un griterío áspero que se hace más denso con “Nerve Attack”. Se deslizan al punk con “Into the Drink” y pronto arremeten con “Almost Everything”, tema del último disco que a pesar de ser de 2023 emana aire noventoso y rinde tributo a Alice in Chains.
Persisten los noventa con “Good Enough” y “Judgement, Rage, Retribution and Thyme”, “Sweet Young Thing (Ain’t Sweet No More)” y el público vitorea, poguea, headbanguea. Promediando la noche llega el esperado y crudísimo “Touch Me I’m Sick”. Primer single de Mudhoney, pre-clásico de la edad de oro y hoy himno del grunge, sigue sosteniéndose casi cuatro décadas después en el podio del género y en los corazones de los fans. Mark Arm sabe lo que acaba de ofrecer y sonríe complacido ante el público que alienta como hinchada “¡Mud-ho-ney! /¡Mud-ho-ney!”.
El grunge antes -y después- del grunge
Mudhoney fue -y es- el ingrediente clave en ese caldo de cultivo sonoro donde germinó todo lo que vendría después en la escena del Seattle de los noventa: desde Mother Love Bone hasta Pearl Jam, pasando por Soundgarden, Alice in Chains y Nirvana. Bien arriba en el árbol genealógico, en 1984, Mark Arm y Steve Turner eran parte de Green River junto a Jeff Ament y Stone Gossard, quienes luego formarían la célebre banda comandada por Eddie Vedder. Sin ir más lejos, fue Arm quien acuñó el término “grunge” para definir al sonido sucio gestado en ese rincón de Estados Unidos a fines de los 80 y principios de los 90. Con 37 años sobre los escenarios y de la mano del sello independiente Sub Pop -que supo apoyar a la banda de Cobain en sus inicios y ser casa también de Chris Cornell, L7 y Seaweed-, Mudhoney abrió las puertas del grunge: caminó para que otros pudieran correr. Y volar, por supuesto.
Las guitarras poderosas, las voces rotas y el sonido desprolijo que hoy son tan populares se escuchan y sienten en “Real Low Vibe”, “You Got it” y “Suck You Dry” y en los 27 temas que completan un repertorio que abarca cómodo tantos años de carrera. El nicho de fanáticos reconoce la influencia y se reúne esta noche a dar gracias eternas.
Mark Arm suelta la guitarra y se abraza al micrófono para ser poseído por un animal que repta por el escenario durante “One Bad Actor”. Gritos excepcionales y bailecitos à la Iggy Pop canalizan su energía performática con una vitalidad casi vampírica. Arm cura sus cuerdas vocales con cerveza. Los Mudhoney saludan y se retiran entre aplausos en la primera y única pausa de la noche, que dura muy poco.
Vuelven al escenario con “Here Comes Sickness”, super grunge, pesado y melancólico que se hace terremoto y pogo en la gente. Arm vuelve a la guitarra y acompaña con la voz un wawa furioso en “Beneath the Valley of the Underdog”. Con copas de vino, brinda en el aire con Turner y con todo el teatro: otro recital adentro. Por miles más.
En el final, se prende la pantalla del escenario por única vez: aparece gigante una foto en blanco y negro del Polaco Goyeneche dándole un beso en la mejilla a Osvaldo Pugliese mientras suena el poderoso y roto “In ‘n’ Out of Grace”, y los puños se agitan en el aire. Fino detalle dedicado al público argentino. Así, la noche cierra en un estallido de riffs pesados y distorsión. Sin detenerse un segundo, la hora y media de música en vivo va in crescendo desde la primera nota, se hace enorme y termina altísimo: se enarbola la leyenda. Larga vida a Mudhoney. Grunge not dead.
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