Gabo Ferro y Sergio Ch, uno es reconocido por su carrera solista consagrada a la canción acústica disidente. El otro construyó desde Los Natas un estilo en base a riffs eléctricos hipnóticos.
Se escucharon en vivo, en discos y tuvieron cruces ocasionales. Pero no eran amigos y mucho menos imaginaban que alguna vez grabarían juntos. En este caso, la música y más precisamente un disco funcionó como un mensaje en una botella. «Este encuentro, como todo lo que vale la pena, está motorizado por el deseo. Y para mí empezó cuando escuché 1974, el primer disco solista de Sergio. Por supuesto había visto a Los Natas en vivo y tengo varios de sus discos. Pero con 1974 me sorprendí mucho. No porque pensara que un músico de género no pudiera explorar otras formas. Lo que me movilizó fue la audacia con la que exploró y los resultados concretos», detalla Ferro. Sergio Ch agrega: «Me enteré de que a Gabo le había gustado mucho ese disco y un día me tomé el atrevimiento de llamarlo. Creo que a las pocas palabras le dije: ¡Hagamos un disco juntos!» (risas). Nos juntamos, hablamos de la vida, de la música y de todo lo demás. Creo que el diálogo musical fue tan fructífero porque funcionó de inmediato el personal».
Historias de pescadores y ladrones de la Pampa argentina reúne diez canciones y el instrumental «Cruz del sur invertida». Todas las composiciones pertenecen a Gabo Ferro y Sergio Ch, excepto «1974» (Segio Ch) y el tema a capela «Cada presa» (Gabo Ferro). El disco está construido a partir de las guitarras acústicas de los dos implicados, que se mueven entre el folk, el blues potente, nuestro folklore y más. Pero son las voces y las palabras las que potencian el encuentro de cuerdas. El registro amplísimo de Ferro y sus capacidades interpretativas se complementan con el decir de dientes apretados y ecos metálicos de Sergio Ch. El disco no tiene rellenos y brilla particularmente en la descarnada y filosofal «Que parte de mí» («¿Qué parte de partir nos toca, qué parte de mí querés?»); la densidad de «Un pozo con tu forma» («No llores mi llanto que no pasa tanto»); el tono lento y lúgubre de «Corona de caranchos» («Ya no veo el trigo, ya no veo la ciudad, suenan los ladridos anunciando la verdad»); y la trepidante y psicodélica «Crudo a tu cautivo» («Sabés que caminás hundido»). Los arreglos que incluyen sutiles intervenciones de bajo, armónica, piano, bombos legüero y theremín, entre otros y la producción redondean un disco que ya se anota para lo mejor de 2018.
Gabo Ferro y Sergio Ch tienen más en común de lo que muchos pueden suponer. Ferro se inició con el rock afilado de Porco y Sergio Ch exploró en profundidad las posibilidades acústicas en su disco 1974, por ejemplo. A esto se sumó la afinidad personal que fueron encontrando. Pero para que la música funcione se necesita más y a veces los hallazgos nacen de las diferencias. «Tenía claro que quería hacer un disco con él puntualiza Ferro. No me interesaba grabar un disco mío con invitados. Por eso el plan era no perderme a Sergio. Aunque propusiera cosas que yo no hubiera cantado o tocado jamás. Cuando aparecían esas cosas se charlaban. Me acuerdo de que cuando escuché por primer a vez la frase «En la colina bajaba el sol» («El pescador») le dije: ‘¡Acá no hay colinas! ¡Hay sierras!’ (risas). Pero después descubrí que más allá de un gusto personal la palabra conectaba con la biblioteca del rock argentino y me pareció muy bien que estuviera». Sergio Chrevela asegura que algunas partes de guitarra de Ferro eran particularmente complejas: «En algunos momentos me sentía como el personaje de Capusotto. ‘¡Esto es imposible! ¡No se puede tocar!’ (risas). Gabo puso la vara muy alta y me empujó a crecer como guitarrista y como cantante».
Hasta ahora el único show confirmado del dúo será este viernes en Ciudad Cultural Konex. ¿Se tratará de una presentación y despedida? «No sabemos. Estamos abiertos a lo que pueda suceder. Gabo seguirá con sus shows solistas y yo a full con mi banda Soldati. Pero el placer de hacer el disco y de tocarlo en el Konex ya no podrá sacárnoslo nadie», destaca Sergio Ch. Ferro, por su parte, concluye: «Las canciones salieron casi sin hablar. Había una conexión que iba mucho más allá de las palabras. Lo que más me apasiona es que el disco no es el resultado de sumar nuestras personalidades y/o gustos. Logramos llegar más lejos que la suma de las partes y eso es el corazón de este encuentro». «
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