Juan Villegas es el director de “Las Vegas”, una comedia sobre el paso del tiempo y el significado de la adultez. Se estrena este jueves.
Las Vegas, el film que se estrenará mañana. La explicación corresponde a un tuit lanzado un domingo muy particular: el pasado 14 de mayo se cumplía nuevo aniversario (el 29) del triunfo electoral de Carlos Menem sobre Eduardo Angeloz. La reflexión abarca también a su Las Vegas, peculiar y divertida reflexión sobre lo que fue y está por venir, que siempre se define en el presente.
Las Vegas también es el condominio ubicado en Villa Gesell en el que vacacionan Laura (Pilar Gamboa) con su hijo Pablo (Valentín Oliva), y al que no tan casualmente van Martín (Sebastián Gobernori) y su nueva novia (Valeria Santa). El detalle: Laura y Martín son los padres de Pablo.
Por suerte uno de del todo consciente de por qué hace una película dice sobre la génesis de su film; la va teniendo a medida que la va haciendo y la muestra. Ahí tomás conciencia de por qué la hiciste y por qué la hiciste de esa manera. Y en cierto sentido, como surgió hablando con algunos, es la cara B de Sábado (su primera película). Hay ciertas cuestiones de forma y otras similitudes que hace que las diferencias sean más notorias. Sábado era la película de un joven soltero que ni siquiera tenía pareja y ya estaba en una edad en que los padres eran medio lejanos: un joven autónomo que no tiene hijos pero en cierto modo tampoco padres. Acá el eje se parece, se trata de gente que tiene treinta y pico, ya tiene hijos y la particularidad de este hijo es que tiene la misma edad de cuando ellos lo concibieron, y se empieza a sentir el paso del tiempo.
Villegas tiene una linda forma de hablar y pensar las películas. Le viene de su tarea como crítico durante muchos años (formado en la escuela que fue la revista El Amante). En cambio la mirada sobre lo propio es más complicado saber de dónde surge. Pero sin dudas consigue desentrañar sus películas como pocos directores.
El tono de la película es algo que hay ajustar y ensayar comenta sobre esa fluidez que respira Las Vegas. La velocidad de las frases, el ritmo; en eso insistía mucho. Ensayo intensivo pero sin saturar y 15 días de rodaje el que consiguió el tono deseado que después pulió en la postproducción. Cuando veo que hay algo que siente como una cacofonía, o una aspereza, no me gusta. No es como en la tele, que se llama morcillear, y sirve para generar cierta forma de naturalidad; lo veo como un artificio. No me interesa el naturalismo ni el costumbrismo, sino que haya una precisión, que no es la de la realidad; es algo que parece contradictorio pero hay que encontrarlo, que suena creíble pero al mismo tiempo es el tono de un relato -como sucede en una novela-, no el que tiene el diálogo diario de la realidad. En eso los actores ayudaron muchísimo. Todos tienen formación en la dramaturgia, excepto Valentín, que era su primera película, pero pudo acoplarse. En eso ayudó mucho Pilar (Gamboa), que fue muy generosa también conmigo.
Pero tal vez todo eso no haga a la novedad de Villegas en Las Vegas. Lo que le faltó detallar sobre sus parecidos con aquella Sábado es que ambas gozan del mismo espíritu aventurero, que el director prefiere llamar riesgos. Sábado estaba en un dispositivo que funcionaba y no se sale de ahí. Siento que toma menos riesgos en abrirse al mundo. Ahora sentía que tenía que tomar más riesgos. Y ya la comedia es un riesgo. Y en esta hay gritos, insultos, hay humor físico, y eso me daba temor. Estoy contento de haberme animado esas cosas y que hayan salido bien.
Así, Villegas se aleja de ese tono más solemne en el que los directores suelen entrar luego de su debut. Gustavo Noriega había escrito de eso ya me había molestado mucho. Es llamativo que suceda. Y creo que sí, que era una deuda pendiente encontrar de nuevo ese espíritu de ligereza. Deuda saldada.
El porvenir del cine independiente argentino
Creo que está en problemas -responde Juan Villegas apenas se le pide una reflexión sobre la financiación del cine-. Ha habido épocas de mejores posibilidades. A veces por políticas públicas, otras por el dólar barato. Pero en la Argentina la inestabilidad es histórica y eso hace que los directores tengamos que acomodarnos constantemente. Este panorama general, Villegas cree que se agudiza en el caso de las producciones medianas. Hay un espacio para las películas grandes, sean de Luis Ortega o de Pablo Trapero, y también para las películas chicas. Pero las productoras medianas se ven complicadas. Y el Incaa no se sabe adónde va, cuál es su política, cómo piensa contener al cine independiente. Tampoco hay que criticar cualquier cambio, porque puede ser conservador. No está bueno decir: sigamos mal pero filmemos todos. Pero ya se lleva un año de ensayo y error y hay rumores y comentarios pero el plan de fomento todavía no se confirmó.
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