Niní Marshall: pionera y un emblema inconfundible del humor argentino
Fue una actriz, guionista y comediante notable que brillo en radio, televisión y cine. Sus personajes retrataron gran parte de la diversidad social de nuestro país. Su convicción y talento le permitieron abrirse paso en un contexto poco favorable para las mujeres. A 25 años de su muerte, su recuerdo e influencia siguen presentes.
Hace un cuarto de siglo que Niní Marshall, también conocida como «Catita» por sus seguidores que la identificaban con el más emblemático de sus personajes, dejó este mundo en la clínica capitalina Bazterrica. Fue el 18 de marzo de 1996, a los 93 años, pero su figura e influencia continúa viva en la cultura popular argentina.
Llamada «la gran actriz cómica argentina», se desarrollaron múltiples intentos a cargo de los más diversos intérpretes de recuperar sus personajes, sobre todo en las tablas. Los resultados fueron fluctuantes, pero subrayan la necesidad de mantener en movimiento su legado.
Marina Esther Dora Ilse Traveso nació en el barrio de Caballito, hija de inmigrantes asturianos, el 1 de junio de 1903 y vivió durante muchos años, aun ya profesional, en una casa de altos ubicada en Defensa 219, parte de lo que ahora es el Museo de la Ciudad, sobre la farmacia De la Estrella, reputada como la más antigua de Buenos Aires.
Creadora de personajes como «Catita», «Cándida», «Ursulina», «La Niña Jovita», «Mingo», «Doña Pola» o «Mónica Bedoya Hueyo de Picos Pardos Sunsuet Crostón», dibujó caricaturas para la revista Sintonía, hizo apuntes sobre el espectáculo bajo el seudónimo de Mitzi, cantó en varios idiomas en las radios con su voz de soprano, fue censurada por «deformar el idioma» y más tarde debió partir al exilio mexicano y español.
Pero más allá de sus películas -algunas se pueden ver en las plataformas digitales- Niní fue antes que nada una presencia radial: para muchos que la recuerdan, sus actuaciones en Radio El Mundo, mayormente acompañada por Juan Carlos Thorry como maestro de ceremonias, eran esperadas junto al receptor como la visita de una tía querida, un ser encantador y mágico.
Creadora imparable que escribía sus libretos en cuadernos marca Coloso para avanzar más adelante sobre las teclas de una máquina Royal, arrasó con el mundo masculino que la rodeaba y acosaba por incursionar en algo distinto, y de los dibujos saltó a las radios.
Aunque el canto le gustaba, su veta cómica no podía esperar; así fue que empezó a hacer apuntes divertidos en los intervalos y, ya en 1933, ironizaba sobre distintos aconteceres diarios con un espacio propio llamado «Alfilerazos», que recorrió las emisoras Fénix, Municipal y finalmente El Mundo, donde tuvo su espaldarazo.
«Catita» llevaba el nombre completo de «Catalina Pizzafrola Langanuzzo» quien se ponía «a los pieses» de la audiencia, como anticipo de un sinfín de personajes que surgían de las radios capilla para alegría de muchos porteños y porteñas, que se adelantaban a los oyentes de las provincias.
Algo poco sabido es que el programa era recibido en broadcastings del llamado «interior» lejano a través de unos enormes discos de cartón encerados, cuya fidelidad iba decreciendo a medida de su uso y desgaste.
A fines de los años 40 viajó a España, donde rodó Yo no soy la Mata Hari (Benito Perojo, 1949), y a México, para filmar Una gallega en México (Julián Soler, 1949), Una gallega baila mambo (Emilio Gómez Muriel, 1951), Los enredos de una gallega (Soler, 1951), La alegre casada (Miguel Zacarías, 1951), Amor de locura (Rafael Baledón, 1953), Una gallega en La Habana (René Cardona, 1956).
A su regreso a la Argentina Niní se volcó a la radio con frecuentes viajes entre Buenos Aires y Montevideo, e incursionó en TV con los programas como Philco Music Hall, Esas cosas de Niní, Cosas de mamá y papá y Sábados circulares, conducido por Pipo Mancera, hasta hacer alguna participación especial en El mundo de Antonio Gasalla (1988).
Sus últimas apariciones en el cine argentino fueron en Ya tiene comisario el pueblo (Enrique Carreras, 1967), con Ubaldo Martínez, La novela de un joven pobre (Enrique Cahen Salaberry, 1968), con Leo Dan, Vamos a soñar con el amor (Carreras, 1971) y ¡Qué linda es mi familia! (Palito Ortega, 1980), con Ortega y Luis Sandrini.