En este aniversario de su pronta partida creo importante reivindicar no solo a Néstor como presidente, sino como constructor de la Patria Grande, como un actor fundamental en la vida de los trabajadores y un luchador incansable por los derechos humanos. Un hombre valiente.
Este firme posicionamiento no fue ajeno a sus convicciones. A lo largo de su vida política, Néstor estuvo siempre al lado de los trabajadores de los pueblos de la Patagonia, siendo militante y abogado de los mineros de Río Turbio. Luego fue intendente del Municipio de Río Gallegos, gobernador de Santa Cruz durante tres períodos y se involucró en el debate nacional sobre el modelo económico y social. Participó de los paros generales y las marchas federales del movimiento obrero contra el gobierno de Carlos Menem, acompañando y siendo parte también del proceso de debate político en el interior del peronismo.
Asumió la presidencia tras la crisis de 2001, como señala Cristina: “Teniendo más desocupados que votos”. En un contexto de inestabilidad institucional y desconfianza social, Néstor construyó un modelo económico centrado en el empleo, recuperando el poder adquisitivo de los trabajadores. Bajo los principios de redistribución y justicia social, refundó un Estado que fue fundamental en la confrontación con los sectores financieros, primero mediante el pago al Fondo Monetario Internacional y luego al enfrentarse a los grupos económicos vinculados a la producción de alimentos, que buscaban obtener ganancias extraordinarias.
A través de las retenciones y mejoras salariales, logró revitalizar el modelo productivo de las pequeñas y medianas empresas, crear empleo y consagrar al Estado como garante de los derechos de la mayoría de los argentinos. Sin dudas, la voluntad es política, porque con el viento en contra y ese 23% de los votos reactivó el aparato productivo nacional. Mencionaré algunos de los aportes parlamentarios que él impulsó y que permitieron devolverle al pueblo lo que le pertenecía: envió al Congreso la ley que derogó la flexibilización laboral, la estatización de Aguas Argentinas, la Ley de Financiamiento Educativo, tan celebrada en aquel entonces, y tan cobardemente atacada hoy por la cúpula libertaria.
En materia de Derechos Humanos, reavivó la consigna Memoria, Verdad y Justicia y declaró nulas las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Y puso en alto la lucha de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, cuando hizo bajar los cuadros de los genocidas Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone. Ese liderazgo permitió que, durante la presidencia de Cristina, se profundicen las políticas que se habían desarrollado desde su mandato iniciado el 25 de mayo de 2003.
Néstor Kirchner vive en cada uno de nosotros, aunque su ausencia física duele. Extrañamos su brillo intelectual, su habilidad y estrategia como político al servicio de su gente. Muchos entendemos que gran parte de la crisis de representación en la sociedad argentina, en el peronismo y en el movimiento nacional se debe a esa falta. Tendremos que construir, en los tiempos que vienen, apelando a su memoria, a su gobierno, a su militancia y a su compromiso, porque era un eterno optimista de la vida.
Era tan inmenso que a veces olvidamos resaltar lo más importante. No puedo cerrar estas líneas sin destacar su humanidad; era una excelente persona y un gran compañero. Es por eso que su legado permanece en la memoria del pueblo, de la militancia y pertenece a la unidad popular y colectiva. Ese legado es la base de nuestro proyecto nacional.
El tiempo parece haberse detenido en momentos que aún resuenan en mí y en tantos compañeros y compañeras que estuvimos cerca de Néstor. Su capacidad de adelantado político hace que sus palabras sean relevantes en momentos clave de la realidad actual. Si tuviera que recordar alguna de ellas en este aniversario, sería: “Cuiden a Cristina, cuiden a la presidenta coraje”. Eso es lo que estamos haciendo: cuidándola y militando, mientras construimos las condiciones para realizar los sueños del proyecto peronista, los de Perón y Evita, los de él, los de Cristina y de los 30 mil compañeros desaparecidos. Este es el sueño que plasmamos cada día en las banderas que levantamos: una Patria Grande con Justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Política. «
Edgardo Depetri es vicepresidente del Comité Río Reconquista, dirigente nacional de la CTA, diputado nacional, mandato cumplido durante tres períodos.
En noviembre de 2010 asumió en la Cámara de Diputados en reemplazo de Néstor Kirchner, tras el fallecimiento del expresidente.
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