Cuarenta compositores argentinos y extranjeros de música realizada con elementos tecnológicos celebran los 40 años de la creación del Laboratorio de Investigación y Producción Musical del CCR. Jorge Sad Levi responsable junto a Javier Leichman de la curaduría del ciclo “Aquí, allá y en todas partes”, dialogó con Tiempo Argentino.
Hoy, 23 de mayo, se llevará a cabo el segundo de los cinco conciertos dedicados a la música acusmática, electroacústica y mixta, con curaduría de Jorge Sad Levi en colaboración con Javier Leichman.
Este ciclo cuenta con el apoyo de la Federación Argentina de Música Electroacústica (FARME), la Confederación Internacional de Música Electroacústica (CIME), la Asociación de Música Electroacústica Española (AMEE) y el sello discográfico Viajero Inmóvil Experimental.
El LIPM se transformó en su momento en uno de los centros de música electroacústica más importante de América Latina. Es heredero y continuador de antiguas instituciones que comenzaron a investigar y producir música electrónica en Argentina a finales de los años 50, como el Estudio de Fonología Musical de la Universidad de Buenos Aires, fundado en 1958, y el Laboratorio del Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales (CLAEM) del Instituto Di Tella, fundado en 1964.
Los pioneros que desarrollaron esos estudios, como Francisco Kröpl, Julio Martín Viera y Fernando von Reichenbach, continuaron trabajando juntos a través del tiempo y, con la vuelta de la democracia, fundaron el LIPM.
Afortunadamente, luego de un largo período en el que sus actividades fueron interrumpidas, vuelve a ponerse en marcha con esta serie de conciertos que se llevarán a cabo en este año en lo que era la capilla del antiguo Asilo de Mendigos y posterior Hogar de Ancianos Gobernador Viamonte.
En diálogo con Tiempo Argentino, Sad Levi habla sobre este ciclo y la importancia de recuperar este espacio para la música electroacústica.
-Llamaba la atención que era mucha gente que provenía del ámbito del rock progresivo y no tanto de la música académica. Tanto vos como yo teníamos más vínculos con la música de fines de los 60 y principios de los 70 . Crecimos escuchando las experimentaciones de la última etapa de los Beatles y de grupos como King Crimson, Yes o Pink Floyd, por mencionar algunos. Es decir que, más allá de los que luego nos dedicamos a la música, esos conciertos que se hacían hace 40 años en este lugar eran un encuentro para seguir estando cerca de una música instrumental y experimental y era una manera de seguir profundizando en una estética de ese tipo.
-¿Ese espacio de encuentro era una consecuencia lógica de la recuperada democracia?
-Sí. El espacio del Recoleta fue muy receptor de todas esas tribus que tenían algún vínculo con la música electroacústica y contemporánea. Y esto es lo que, como organizador, tuve en cuenta: recuperar esa tradición. Tuve la suerte de que esta nueva gestión que empezó en diciembre en el Centro Cultural, estuviera interesada en interpretar todo el riquísimo pasado de este espacio. Pablo Gianera, quien está a cargo de la programación musical, comprendió el valor de este festival que no es solo una muestra retrospectiva, sino que también intenta mostrar las músicas que se están haciendo en la actualidad.
Por otra parte este tipo de encuentros siempre tuvo presencia de artistas y compositores extranjeros. Y ahora esta característica la estamos reflotando mediante la articulación con la Asociación de Música Electroacústica de España o la Federación de Música Electroacústica Argentina. Por este motivo es que confluyen varios compositores de cada uno de los de los grupos.
-¿Por qué elegiste este título para esta serie de conciertos?
-El ciclo se llama como la canción de los Beatles “Aquí, allá y en todas partes” y es en realidad un homenaje que le hago a Jorge Rapp, que tiene una pieza que se llama así, y está compuesta con partes sampleadas de temas de los Beatles. Cuando la escuché me motivó a meterme en el campo de la música electroacústica. Así es que compuse una obra a la que le puse por título “El ave roc”, que fue mi primera pieza en la que utilicé sampleos de varios músicos de rock, desde Moris hasta Yes.
-En cierto modo el LIPM es un sucesor del CLAEM que funcionaba en el Di Tella ¿De qué manera influyeron estas experiencias en la juventud que cultivaba el rock en Argentina?
-Gran parte de lo que pasaba en el Di Tella estaba conectado o influyó en el rock surgiente en nuestro país. Como ejemplo te podría citar el collage que hace Spinetta en el tema “A Starosta, el idiota” del disco Artaud. Esto no lo hubiera llevado a cabo si no hubiese estado con la oreja sensible en estas cosas que pasaban en el Di Tella. Y es obvio que parte del espíritu del CLAEM se trató de trasladar al Recoleta desde su inauguración.
Los laboratorios no sólo eran lugares donde había buenos parlantes y máquinas, sino que también eran espacios de encuentro con gente con las mismas inquietudes. Vos podías charlar con colegas e intercambiar ideas y esto también generaba un espíritu de grupo que después, lamentablemente, con las computadoras personales se fue perdiendo. Me parece interesante reivindicarlo como un lugar comunitario, colectivo y como un ámbito de pequeña comunidad, más allá del espacio físico que ocupaba en aquel momento.
-¿Existe un movimiento de música de este estilo en nuestro territorio?
-La música electroacústica en estos 40 años tuvo un desarrollo que no solo se dio en Buenos Aires, sino que afortunadamente en todo el país fueron surgiendo compositores. Además tenemos creadores que son reconocidos internacionalmente como Beatriz Ferreyra o Alejandro Viñao, que en cierto modo rescatan esa tradición que surgió en los 60 y que se refundó en el Recoleta hace 40 años. Está bueno que haya lugares que permitan darles un marco de contención a todas las corrientes sonoras, porque no hay tantos espacios y los que hay no están tan visibilizados.
-¿Qué opinás de la evolución tecnológica de las últimas décadas y cómo influyó en la creación de la música electroacústica?
-Creo que la tecnología no tiene ese encanto que tenía hace 40 años. Esto es porque ahora está al alcance de todos. En aquella época había una restricción técnica que producía cuestiones bastante interesantes y te incentivaba a buscar opciones para llevar a cabo lo que tenías en mente. Hoy es más fácil acceder a la posibilidad de generar este tipo de música en nuestras propias casas. Pero lo interesante es indagar en las posibilidades que brindan precisamente estas nuevas formas de hacer música y arte en general. Producir una obra de arte siempre es un gran desafío, se haga con una computadora o escribiendo con lápiz en una partitura.
Ciclo “Aqui, allá y en todas partes”,
23 de mayo a las 19 en la Capilla del Centro Cultural Recoleta, Junín 1930, CABA. Entrada libre y gratuita.
Obras de Dante Tanzi (Italia), Nico Rodríguez, Daniel Teruggi, Lucía Drocchi, Diego Losa, Alejandro Viñao y María Cristina Kasem, interpretadas por Andrea Escobar (flauta), Carolina Cervetto (saxo) y Daniela Cervetto (percusión).
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