El Museo Nacional de Bellas Artes, exhibe en la exposición “Museo Secreto. De la reserva a la sala”, obras de su acervo que habitualmente no se muestran al público. Distintos artistas, estéticas y períodos conviven en una disposición heterodoxa que no respeta el orden cronológico
A través de una disposición heterodoxa, podrán observarse obras de artistas disímiles como Matisse, Spilimbergo, Fermín Eguía, Víctor Grippo, Mondongo, Tulio De Sagastizábal, Annibale Carracci, Sorolla y Bastida, Romero de Torres, Robert Mapplethorpe, Kuropatwa, y hasta habrá una pieza de Leonora Carrington.
En diálogo con Tiempo Argentino, Andrés Duprat, director del museo, señaló que el nombre de la exposición es deudor de una frase de Eduardo Schiaffino, fundador del Bellas Artes y primer director en 1895, enunciada en abierta polémica con la gestión de Cupertino del Campo, quien fue director entre 1911 y 1931. Por aquel entonces, Schiaffino señaló a los medios que había muchas de obras del acervo del Bellas Artes que no estaban disponibles para el público general.
El enfoque de la exposición Museo Secreto no solo rescata el valor histórico y artístico de las obras almacenadas, sino que también pone en evidencia la compleja relación entre la curaduría, el acceso y la transparencia en las instituciones culturales. En ese sentido, la frase de Schiaffino subraya una cuestión relevante: ¿qué criterios determinan qué piezas son exhibidas y cuáles quedan relegadas a las reservas?
“Los museos, por lo general, muestran un porcentaje bastante pequeño de todo el acervo que custodian, por un tema de espacio y de cantidad de obras. Por eso, siempre la idea de mostrar obras del acervo importantes que normalmente no se ven porque no están en el guión permanente es muy interesante. Y, además, me parece que tiene que ver con un tema de transparencia pública, ya que se trata de un acervo que pertenece a todos los ciudadanos”, dijo Duprat e hizo referencia a la famosa frase “No se puede amar lo que no se conoce”.
“Es muy importante conocer las obras del acervo, aunque no estén en forma permanente en el guión. La idea es aprovechar ese gran espacio arquitectónico que es el pabellón de exposiciones temporarias para mostrar una cantidad de obras que normalmente no vemos. Aunque algunas de las piezas que presentamos ya estuvieron expuestas, hay muchas que no lo hicieron. Es una ampliación del universo de obras del museo que el público puede ver”, agregó.
Museo secreto incluye piezas de distintos períodos, estilos y autores, muchas de las cuales han sido restauradas para la ocasión, mostrando el trabajo constante de conservación que permite mantener vivo este patrimonio.
Además, la utilización del pabellón de exposiciones temporarias como un espacio de reencuentro con las colecciones amplía significativamente la experiencia del público, destacando la arquitectura del museo como un aliado para las propuestas curatoriales.
Con un trabajo colectivo que integró a todos los equipos del Museo Nacional de Bellas Artes, la exposición despliega una variada selección de obras. Entre pinturas, dibujos, grabados, fotografías, esculturas e instalaciones, se presentan creaciones de cerca de 250 artistas argentinos y extranjeros, que abarcan un amplio arco temporal desde el siglo XIV hasta nuestros días.
“La curaduría fue colectiva porque nos interesaba no circunscribir una colección tan vasta a la mirada de una única persona en particular. Todos los equipos técnicos y profesionales del museo suman distintos saberes, desde los investigadores hasta los conservadores, que enriquecen la exposición”, explicó Duprat.
En cuanto a la organización de la exposición, el director del museo expresó: “Tomamos la decisión de armar una serie de núcleos que son preocupaciones constantes de los artistas a través de la historia del arte. Hay núcleos abstractos, de naturaleza muerta, de retratos, de animales, situaciones de la idiosincrasia de un pueblo o acontecimientos históricos. No queríamos que fueran núcleos cerrados, sino que interactuaran entre sí, que hubiera ciertos diálogos, tensiones y transgresiones entre las obras”.
El montaje de Museo secreto está inspirado en las formas de exhibición del siglo XIX. “La idea del montaje también refiere un poco a esos salones del siglo XIX, donde no se disponían las obras con el espacio blanco al lado, sino que se formaban ciertas constelaciones que también propician lecturas novedosas de las piezas”.
Por eso, también deliberadamente, las obras están colgadas y armadas de una manera no cronológica. Convive, por ejemplo, una fotografía de Alejandro Kuropatwa con un retrato histórico del siglo XIX. Nos interesa romper la lógica temporal de las producciones. Esta disposición heterodoxa, no convencional, renueva la mirada sobre algunas obra”, concluye Duprat.
“Museo secreto. De la reserva a la sala” puede visitarse en el pabellón de exposiciones temporarias del Museo Nacional de Bellas Artes (Avenida Libertador 1473, CABA), de martes a viernes, de 11 a 19.30 (último ingreso), y los sábados y domingos, de 10 a 19.30.
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