Socióloga, docente, investigadora en el Instituto Gino Germani -donde dirigió el Programa de Investigaciones en Conflicto Social- había sufrido en sus espaldas la Noche de los Bastones Largos, cuando otra dictadura pretendió en 1966 arrasar con la Universidad pública. Esa vez junto con otros profesores, tuvo que saltar por una ventana del viejo edificio de la calle Independencia donde daba clases, en medio de los gases lacrimógenos, para escapar de la represión.
Fue, casi como una continuidad natural de su posición ante la vida, también activa militante de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH) y ocupó durante muchos años un lugar en su Mesa Directiva, donde fue vicepresidenta.
Allí tomó de primera mano miles de casos y testimonios en los archivos de la entidad y de otros organismos que fueron utilizados luego en ese monumental trabajo colectivo, Lucha de Clases… donde recopiló datos duros de un período oscuro de la historia argentina que se inició con el golpe de 1955 y que se descargó principalmente sobre la clase obrera y los jóvenes.
«El análisis y los relatos que presentamos en este libro son un aporte más al esclarecimiento de un proceso de lucha de clases en el Cono Sur latinoamericano y en particular en Argentina, que transcurre durante la segunda mitad del siglo XX y que culmina en guerra civil», anota Izaguirre en el prólogo.
Luego puntualiza cada momento político y cada víctima de ese estado represor. También detalla el plan criminal desplegado desde 1976 y describe la metodología aplicada por los militares -calcada de Francia en Argelia y EEUU en Vietnam- , con el agregado de que no descarga toda la responsabilidad sobre los uniformados que cometieron las atrocidades.
«El genocidio hubiera sido imposible sin la existencia de un amplio sector de la sociedad complaciente y/o cómplice con la represión y una gran mayoría de indiferentes. Toda una variada gama de empresarios, comerciantes, eclesiásticos, sindicalistas, profesionales y políticos apoyaron, alentaron y saludaron las políticas de exterminio llevadas acabo contra aquellos que subvertían el orden.
Inés Izaguirre murió esta semana, a los 84 años. Su obra permanece como alegato irrefutable de una época y será continuada por el equipo que formó y del que se sentía orgullosa. Como en todo lo que investigó y a lo que le puso el cuerpo, esta publicación es libre para todo ciudadano que la quiera consultar. Se puede bajar gratuitamente de la biblioteca virtual de Clacso.
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