La ley de paridad en el ámbito legislativo fue un avance enorme en la Argentina, sin embargo falta paridad en el ámbito del poder ejecutivo.
Faltan mujeres
El gobierno nacional está lejos del gabinete paritario. Actualmente, solo 3 de los 20 ministerios nacionales están encabezados por mujeres. El gobierno de Alberto Fernández inició su mandato con 5 mujeres, pero 2 de ellas abandonaron la gestión y fueron reemplazadas por varones. El gobierno que más mujeres tuvo en el gabinete nacional fue el de Cristina Fernández de Kirchner (CFK), con 5 de 17 en 2014, llegando al 29%. En 2009, durante el mandato anterior de CFK, se había alcanzado el mismo porcentaje con 3 de 14 puestos ocupados por mujeres. A pesar de los vientos de cambio que sucedieron en los últimos años gracias al renovado protagonismo de los feminismos, la cantidad de mujeres en el gabinete permanece constante casi desde el inicio del siglo.
De acuerdo a la CEPAL, Argentina se sigue encontrando en el puesto N° 34 de 39 países de Latinoamérica en cantidad de mujeres en gabinetes nacionales. El 13% de mujeres en el gabinete nacional se encuentra bastante rezagado con respecto a la media regional del 28%.
Los gobiernos provinciales siguen los pasos del gobierno nacional. Solo Tierra del Fuego, Chaco y Entre Ríos tienen gabinetes paritarios mientras que La Pampa, Corrientes, Formosa y Salta tienen solo una mujer. Aunque estemos lejos, si comparamos con los gabinetes relevados en nuestra nota “Más Carlos que Gobernadoras” (publicada en 2019), podemos ver un avance considerable en términos de cantidades nominales y relativas. En 2019, año en el que dicho artículo vio la luz, había 49 ministras provinciales mientras que hoy son 76. En 2019 sólo había un gabinete paritario (San Luis), mientras que hoy hay uno paritario (Entre Ríos) y 2 con mayoría de mujeres (Tierra del Fuego y Chaco). Además, 4 provincias no tenían ninguna mujer en los gabinetes al momento del relevamiento, mientras que hoy en todos los gabinetes provinciales hay al menos una. Si bien somos la mitad de la población, todavía estamos muy lejos de alcanzar una representatividad acorde a nuestro músculo y nuestras demandas.
Respecto a las funciones que cumplen esas mujeres, la prevalencia de estereotipos es notable, ya que siguen desarrollándose en áreas feminizadas. Es así que se mantiene la segregación horizontal en áreas temáticas. Si bien no es tan pronunciada como en 2019 cuando el 70% de las mujeres ministras ocupaban carteras en las áreas de Desarrollo Social, Educación y Salud, hoy en día el 46% de las ministras están en las mismas áreas. La novedad es que la categoría Gobierno/Gabinete donde se agrupan los cargos relativos a Jefaturas de Gabinete, Ministerios de Coordinación o Planificación, Comunicación o Secretarías Generales con rango Ministerial aparece como la cuarta categoría con más mujeres. De todas maneras, en los sectores típicamente relacionados a lo masculino, las mujeres siguen siendo minoría: en Economía, Infraestructura, Producción, Industria y Energía, la cantidad de mujeres es la misma que hace dos años atrás.
La presencia de mujeres en los gabinetes nacionales y provinciales no es la única arista en donde predomina la masculinización de la política. Al igual que solo hubo una presidenta en la historia argentina en ser electa democráticamente y otra que accedió por medio de la línea de sucesión, sólo hubo 9 gobernadoras a nivel provincial. Mientras que María Eugenia Vidal (PBA), Lucía Corpacci (Catamarca) y Rosana Bertone (Tierra del Fuego) abandonaron sus cargos como mandatarias provinciales, sigue en el puesto Alicia Kirchner (Santa Cruz), y fue electa en 2019 Arabela Carreras (Río Negro). A su vez, actualmente hay 18 vicegobernadores varones y 7 vicegobernadoras mujeres, a las que se suma la vicepresidenta. Las 7 vicegobernadoras hacen dupla con gobernadores varones y no hay duplas ejecutivas mujer-mujer, mientras que los vicegobernadores que hacen equipo con sus gobernadores varones son los 18 restantes. La política municipal y la gestión local tampoco mejoran la presencia de mujeres. De los 135 gobiernos locales de la Provincia de Buenos Aires, solo 6 están liderados por mujeres. En el total del país, de acuerdo al informe Atenea de ONU Mujeres y el Ministerio Nacional de Mujeres, Géneros y Diversidad, sólo el 12% de las intendencias están ocupadas por mujeres.
De todas maneras, sabemos que la elección de mujeres para ocupar posiciones de liderazgo en los poderes del Estado es una característica necesaria pero no suficiente para la concreción de políticas públicas feministas. El género de les candidates o de las personas que son elegidas para ocupar cargos ministeriales no garantiza que llevarán a cabo iniciativas que tiendan a cerrar brechas de género o que siquiera contemplen la igualdad de género como norte. Muchas veces, el acceso de mujeres al poder está aparejado con roles tradicionales que reproducen patrones de desigualdad y a menudo se asocian con la promoción de mujeres candidatas de partidos de derecha que buscan preservar los valores familiares, tradicionales y desiguales que existen hasta el día de hoy. Del mismo modo, no promueven una visión amplia del género que incluya a los transfeminismos y las agendas transversales e interseccionales de igualdad.
Si bien hay un considerable cambio con respecto al diagnóstico que hicimos tres años atrás, Argentina se mantiene rezagada en términos de paridad en los gabinetes, nacionales y provinciales. Tal como señala el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL, dada la trayectoria histórica del movimiento de mujeres argentino, las recientes conquistas de derechos por parte de los feminismos y las innovaciones legislativas que tuvieron lugar con respecto al acceso a la participación paritaria en el poder legislativo a nivel nacional y provincial, es llamativo que Argentina no tenga ni haya discutido la posibilidad de una ley de paridad para los cargos dependientes del Poder Ejecutivo Nacional en la Administración Pública.
En ocasiones, presidentes y presidentas han asumido un compromiso agencial en el diseño de gabinetes paritarios. Las experiencias de Trudeau en Canadá, Macron en Francia, Sánchez en España, Quesada en Costa Rica o Duque en Colombia indican que en determinados momentos la potestad está únicamente depositada en la voluntad presidencial y no se complementa con políticas de acción afirmativa. En algunos países, como Colombia, existen leyes que proveen un mínimo de participación necesaria de las mujeres en la Administración Pública.
Sale ella, entra él
Tal como indicamos, el reemplazo de carteras ocupadas por mujeres también representa un desafío en sí mismo. Entrando en la contienda electoral argentina, identificamos al menos 7 funcionaries actualmente en el cargo que se presentaron como candidates.
En el gabinete nacional, el Ministro de Defensa Agustín Rossi y el Ministro de Desarrollo Social Daniel Arroyo abandonan sus cargos para presentarse como candidatos a Diputados Nacionales. En ambos casos, sus representantes serán varones.
A ellos se suman Daniel Gollán, ex-Ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, reemplazado por su segundo, Nicolás Kreplak, otro varón. Diego Santilli, Vicejefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y Ministro de Seguridad, se presenta como candidato en la Provincia de Buenos Aires pero quién será su sucesor o sucesora no está claro. A ellos se suman los casos de Osvaldo, vicegobernador de Tucumán, Rossana Chahla, ministra de Salud de Tucumán y Edgardo Mones Ruiz, vice en San Luis. Hagan sus apuestas, ¿elegirán los gobernadores de estas provincias ampliar la representación de mujeres en sus gabinetes o mantendrán los módicos porcentajes de género que exhiben hoy?
Está claro que la pendiente es menos inclinada, pero el camino de las mujeres al poder sigue siendo cuesta arriba. Si Argentina ha sido pionera en la Ley de Cupo y ha continuado esa senda con la Ley de Paridad, ¿por qué no discutimos una ley de cupo en el Poder Ejecutivo Nacional? Para eso no solo es necesaria la idoneidad para el cargo, sino la disputa de poder real, la bendita rosca, que requiere meter las manos en la tierra. Algunos grupos de mujeres en la administración nacional intentan hacer eso y podemos ver más mujeres en secretarías o direcciones, pero la segregación vertical no mejora. En contextos donde las coaliciones electorales se transforman en coaliciones de gobierno, los puestos ministeriales se usan como bienes coalicionales o como puestos que reflejan el círculo íntimo del presidente. Sea cual fuere la lógica de asignación de carteras ministeriales, el ingreso de las mujeres a la política es innegable.
Es responsabilidad de les dirigentes estar a la altura. Cuando no lo estuvieron (y parece que aquí no lo están), se nos acaba la paciencia y terminamos tomando las calles.
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