La miniserie retrata la lucha del movimiento feminista por la Enmienda de Igualdad de Derechos en la Constitución de EE UU y la colérica reacción de los sectores conservadores.
La propuesta es de antemano atractiva: el convulsionado contexto social, económico y político de los años setenta en Estados Unidos, que venían de una década en la que no solo vivieron el magnicidio de John F. Kennedy, la crisis de los misiles con Cuba y la prolongada Guerra de Vietnam, que todavía duraría cinco años más, todo eso combinado con la preponderancia de los movimientos a favor de los derechos civiles de la comunidad negra, los grupos pacifistas y las feministas que luchaban por reformar la Constitución en favor del reconocimiento de igualdad de derechos para las mujeres en materia legal, de propiedad y un largo etcétera que se discute todavía.
La miniserie, creada y coescrita por la canadiense Dahvi Waller, reconocida por su trabajo como guionista de la multipremiada Mad Men (AMC, 2007), basa su narrativa en el proceso de negociación por la Enmienda de Igualdad de Derechos (ERA, por sus siglas en inglés) desde la óptica de activistas de aquellos años.
Por un lado, aquellas que empujaron la reforma como la senadora demócrata Shirley Chisholm (Uzo Aduba) –que fue la primera mujer negra en ser elegida para integrar la Cámara de Representantes y también en postularse a la nominación presidencial del Partido Demócrata, en 1972– y otras reconocidas líderes de la denominada Segunda Ola del feminismo en ese país, como Gloria Steinem (Rose Byrne), Bella Abzug (Margo Martindale) y Betty Friedan (Tracey Ullman). Del otro lado, mediante una impecable introducción para la trama que la muestra como alguien que se dirime entre su papel como ama de casa y como política, aparece la conservadora Phyllis Schlafly (la ganadora del Oscar Cate Blanchett), que se opuso ferozmente a ERA y, gracias a su plataforma en el republicanismo y sus influyentes escritos, desempeñó un rol crucial en la derrota de la ratificación de la enmienda a nivel federal en su época, y desplazó el debate hasta nuestros días.
En nueve episodios de menos de una hora, Mrs. America busca “humanizar a mujeres icónicas”, según contó Waller en una entrevista en abril con el portal de los Golden Globes. Además, la guionista y realizadora sostiene que no quiso “hacer villanos, pero tampoco quise glorificar a nadie”. Y agrega que “son estas contradicciones las que hacen a una persona fascinante. Ver a figuras como Betty y Phyllis, que nacieron más o menos al mismo tiempo, en zonas cercanas y recibieron una educación superior, ir en direcciones opuestas. Esas son las cosas que me interesan”.
En la pantalla, ese contraste luce equilibrado y ese es uno de los elementos que resultan destacables en esta producción, cuya trama y diálogos parecen lejanos, pero no tanto. En un año marcado por el debate sobre el racismo sistémico en Estados Unidos, tras varios casos de brutalidad policial que lograron aparecer en los titulares de los principales medios del mundo, y con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, que tienen por primera vez a una mujer negra como candidata a la vicepresidencia, esta miniserie aparece como un registro histórico a visitar por su interesante abordaje sobre la capilaridad de las distintas discusiones desde y sobre los movimientos feministas.
Como pasó con Mad Men, esta producción está teñida por ese tinte magnético que tienen la estética y los profundos cambios sociales que se gestaron en los años sesenta. Incluso trae una cara muy conocida para el fandom de la serie de AMC como John Slattery, que encarna a Fred Schlafly Jr., el abogado adinerado casado con Phyllis Schlafly, y muestra una química especial con la gran intérprete que es Cate Blanchett, quien también participa como productora.
Sin embargo, la representación de la ganadora del Oscar no le cayó muy bien a la hija de Schlafly, que le dijo a la revista Vanity Fair: “Blanchett entendió mal a mi madre.Su actuación es fría, cruel y calculadora”. Posiblemente, desde la óptica de personas que no solo no están favor de la ampliación de derechos para las mal llamadas minorías, sino que además militan causas feministas como la despenalización del aborto o el reconocimiento de la equidad independientemente del género, la Schlafly de Blanchett pueda lucir inadecuada. Pero basta con leer los ensayos de la abogada conservadora o escuchar sus testimonios de la época para notar que la actriz no exagera. Al contrario, invita a pensar la encrucijada ideológica y moral que vivieron muchas mujeres que, con mayor o menor grado de conocimiento, terminaron jugando en contra de sus propios intereses. «
Guión: Dahvi Waller. Protagonistas: Cate Blanchett, Rose Byrne, Uzo Aduba y Elizabeth Banks, entre otras. Lunes a las 23 por Fox Premium. Disponible en Fox Play.
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