La ministra de Seguridad busca reflotar un proyecto de ley para proteger "soplones". Mientras, su par de Justicia, Cúneo Libarona, pretende que se pueda arrestar personas durante más horas sin intervención de un juez. Las tensiones dentro del gobierno. Los nuevos fondos para la SIDE.
–Patricia (Bullrich) se fue al pasto. Y acá hay bronca con ella.
Era la voz de un asesor del jefe de Gabinete, Guillermo Francos. Y para dejar en claro la ajenidad del presidente con lo que ocurría, agregó:
–Hace días que Javier no la ve.
Su diálogo con Tiempo tuvo lugar durante el anochecer del miércoles, cuando, entre la Plaza del Congreso y la Casa Rosada, aún flotaba el eco de esa orgía del garrote y la pólvora desatada cinco horas antes. Mientras tanto, Milei permanecía encerrado en su despacho. Sí, encerrado. Y sin siquiera recibir a su amada hermana, Karina.
De ello da cuenta su profusa actividad en X (antes Twitter) durante esas horas, en las cuales reprodujo un aluvión de posteos que lo elogiaban. Era como si habitara en un universo paralelo.
¿Dónde diablos estaba la ministra de Seguridad en aquel momento?
–Acá hay bronca con ella– insistió el asesor de Francos, antes de cortar.
Lo notable es que, apenas dos días después, el mandatario acudió al cierre de Expoagro, en la ciudad bonaerense de San Nicolás, acompañado justamente por Bullrich. Y en apoyo a su más reciente salvajada, también estaban allí otros dos seres de luz: José Luis Espert y Manuel Adorni.
Fue cuando Milei pronunció las siguientes palabras:
–Imaginen que si acelero en las curvas, ahora voy a acelerar mucho más.
¿Acaso su inconsciente lo traicionó?
Porque si semejante metáfora alude a quien “derrapa” con una conducta, él no hizo otra cosa que anunciar así –aunque, involuntariamente– su presunta determinación de estrellarse con suma rapidez contra el muro de la realidad.
En este punto, bien vale poner en foco sus fluctuaciones anímicas durante las últimas semanas. Específicamente, desde el 14 de febrero, cuando estalló el affaire de las criptomonedas.
A partir de ese día, Milei no fue el mismo. Su figura se había desfigurado. La prensa internacional, que solía destacar su carismática arrogancia, viralizaba la versión sin cortes de su penosa entrevista con “Joni” Viale. El tipo pasó a ser la comidilla del mundo, mientras las disfunciones de su gestión le llegaban hasta el cuello, como las aguas servidas a los habitantes de Bahía Blanca. Al respecto, había que ver su actitud vacilante, casi en trance, al ser llevado allí –se dice que a regañadientes– para así no agravar la caída de su imagen en las encuestas. En tanto, la oxidación del “triángulo de hierro”, a raíz de las desaveniencias entre Karina y Santiago Caputo, empezaban a tomar estado público. Una interna que se extendía de modo indisimulable hacia zonas claves de la estructura partidaria.
En cuento a esto último, hay una escena televisiva que lo grafica no sin un toque surrealista: la trifulca a puñetazo limpio, en el recinto de la Cámara Baja, entre los oficialistas Oscar Zago y Lisandro Almirón, en coincidencia con la cacería de manifestantes que los mastines antropomorfos del régimen realizaban del otro lado de esos muros. Y en ese contexto, el hecho de que Milei cancelara su viaje a España para recibir un premio otorgado por un cenáculo ultraderechista no es un dato menor. Su abatimiento anímico ya estaba en boca de muchos.
Sin embargo, el viernes pasado en San Nicolás, se mostró exultante, casi eufórico. Y tras su frase sobre la velocidad en las curvas, ponderó una vez más la labor de Bullrich.
Ni una palabra sobre Pablo Grillo, el fotógrafo derribado por un cartucho lacrimógeno que un gendarme le disparó en la cara. Ni una palabra cobre el pibe de 12 años detenido con violencia al salir de su escuela. Ni una palabra sobre la anciana de 81 años derribada por un policía con una trompada en el mentón.
En cambio, vociferó:
–Los buenos son los de azul. Y los hijos de putas que andan con trapos en la cara, que rompen y queman autos, y que amenazan a la toda gente porque no quieren perder sus privilegios, son los malos; son los que tienen que ir presos.
¡Los vamos a meter presos!
Espert y Adorni sonreían, mientras Bullrich lucía emocionada.
A todas luces, la del presidente había sido una orden de combate. Y cómo tal, en ella se deslizaba una nueva configuración represiva.
Hasta el miércoles pasado, la estrategia de la ministra, con casi dos mil efectivos de todas las fuerzas federales en las calles, fue militarizar el centro de la Ciudad para así impedir que la muchedumbre llegara al vallado del edificio legislativo. Y sin que entre los esbirros hubiera un comando táctico en comunicación con los jefes de calle, ni diálogo entre ellos. Pero sí, con el gatillo libre para actuar.
Ahora, la promesa oficial de profundizar esa dialéctica represiva supone, en primer lugar, mantener la aplicación de la violencia policial en el escenario de los acontecimientos. Pero, además, empezar a “trabajar” en lo que sus hacedores consideran el aspecto “preventivo” del asunto.
Por lo pronto, las marchas que los jubilados realizan los miércoles son ya, a los ojos de Bullrich y los suyos, una “hipótesis de guerra”, al igual que el acto del 24 de marzo y el paro general que anunció la CGT para principios de abril.
De modo que, mientras el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, urde atajos para legalizar arrestos duraderos de ciudadanos, tanto en la cartera de Seguridad como en la SIDE hay preparativos para adecuarse a esta nueva fase de la lucha, mediante tareas intensivas de inteligencia sobre la población.
En este aspecto, la ministra ha vuelto a considerar un proyecto que, en su momento (los primeros días del año en curso), no tuvo buena acogida ni entre sus propios asesores: la creación de una unidad especial de agentes encubiertos y soplones. Originalmente, con el propósito de espiar a bandas criminales. Pero, ahora, su objetivo es infiltrar toda clase de organizaciones sociales, sindicatos, partidos de izquierda, dirigentes kirchneristas y hasta hinchadas de fútbol. Por su lado, desde luego que se ignoran las tareas de fisgoneo que tendría la SIDE en esta nueva etapa. Pero sí trascendió que, en las últimas horas, casi a las apuradas, el organismo de la calle 25 de Mayo recibió siete mil millones de pesos para “gastos reservados”.
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