El cofundador de Podemos analiza el crecimiento reaccionario en el mundo, al tiempo que varios de sus dirigentes se congregaron en la asunción de Milei. Reflexiona sobre la "la incapacidad de las izquierdas para ofrecer un horizonte alternativo atractivo para las clases populares".
El Parlamento Europeo no fue la excepción de esas repercusiones. Y en este caso, el eurodiputado Miguel Urbán, integrante del Grupo de Izquierdas Europeo, analiza los porqué de ese crecimiento regional y qué implica.
–¿Qué análisis hacés sobre esta nueva cabeza de playa de un líder ultra liberal en Sudamérica, ligado a distintos referentes de la ultraderecha internacional?
–Nos detenemos demasiado en las figuras concretas, a veces incluso psicoanalizándolas. Pero detrás hay proyectos políticos, ideologías fuertes, estrategias bien definidas. Se fue Bolsonaro pero el bolsonarismo sigue vivo. Hay mucho trumpismo más allá de Trump. Milei es la enésima expresión de la Internacional Reaccionaria. El último ejemplo del sincretismo entre derecha radical y turbocapitalismo, bajo la forma mutante del neoliberalismo autoritario, con sus especificidades y sus puntos compartidos con otras expresiones dentro y fuera de sudamérica.
–Remarcaste en tu intervención en el Parlamento Europeo, la sorpresa ante el comunicado del servicio exterior europeo por el contenido firmado por su máximo representante, Josep Borrell.
–Borrell dirige y pone palabras al servicio exterior europeo, que es la herramienta geopolítica de la UE. Lo que vinieron a decir con ese comunicado en el que instaban al nuevo gobierno argentino a concluir las negociaciones del acuerdo comercial UE-Mercosur, es que «gobierne quien gobierne, los intereses de las multinacionales europeas se defienden». Porque además de un desastre medioambiental, social y laboral, ese acuerdo neoliberal únicamente beneficiará a las élites de ambos lados del Atlántico.
–Desde tu punto de vista, ¿cuál es el principal interés de este comunicado que expresa el beneplácito por el arribo a la presidencia de Argentina de Milei?.
–Las élites de la UE, y la clase política en general, han pasado en pocos años de echarse las manos a la cabeza con cualquier ascenso de la extrema derecha a darle la bienvenida como si de uno más de la familia se tratase. Pero porque precisamente en ese corto período hemos asistido a una normalización de la Internacional Reaccionaria una vez que ésta ha dejado de lado cualquier crítica a los intereses corporativos. Hoy extrema derecha y extremo centro se tocan y bailan de la mano.
–El tratamiento y las negociaciones en más 20 años con la búsqueda del acuerdo con el Mercosur, ¿qué características han tenido de cara a la opinión pública por parte de la Comisión Europea?
–La opacidad es la marca de la casa en las negociaciones comerciales de la UE. No sólo en ese ámbito, porque ya vimos el escándalo de secretismo con los contratos millonarios con farmacéuticas durante la pandemia, pero en comercio exterior hacen bandera de las puertas cerradas. Y aun así, el acuerdo no goza de buena prensa. De ahí que la Comisión Europea esté intentando trocearlo para evitar tener que someterlo al voto de cada parlamento nacional donde el consenso brilla por su ausencia.
–También fijás posición sobre la contradicción flagrante con la supuesta política de la comisión europea en relación a hablar de relocalización de las cadenas de valor, de relocalizar suministros hacia países alineados con los valores de la Unión Europea y el talante particularmente negacionista de Milei.
–La UE vive su particular momento geopolítico. Hay mucho discurso contra Vladimir Putin pero el rival estratégico es China. A Europa le baila el piso en plena reestructuración del tablero mundial. Necesita asegurarse el control de las cadenas globales de valor y suministro porque el capitalismo verde ligado a la transición energética y digital es el gran proyecto estratégico de las élites empresariales europeas. La única línea roja es aislar a China. Todo lo demás sobre relocalizar la producción en países alineados con los supuestos valores europeos es propaganda que cada vez menos gente se traga. El caso de Milei es sólo un ejemplo más. La real politik le gana terreno a aquel cuento europeo del policía bueno de la globalización feliz.
–La primera misión oficial que visitará Argentina haciendo un blanqueamiento de la figura de Milei y con una abstracción de sus políticas.
–Es una misión con un marcado sesgo ideológico, capitaneada por los grupos más a la derecha y pro-privatización, con una agenda que combina la apología del agro-business con la normalización del gabinete de Milei. El problema, y la tragedia, es que este tipo de cosas ya no encienden ninguna alarma aquí en Europa.
–¿Por qué razón en los últimos años emergieron en distintas regiones del mundo, en especial en Europa y América, referentes de la ultraderecha como Trump, Bolsonaro, Orban, Le Pen… y ahora, Milei?
–La gobernanza neoliberal vive una crisis de régimen profunda. Los consensos de la globalización, sus instituciones e intermediadores están en plena recomposición. El neoliberalismo autoritario resultante es hijo del interregno: una versión bastarda de un mundo que se resiste a morir, pero aún no sabemos si su estertor o un anticipo del mundo que aún no nace. Y esto muestra dos incapacidades: las de las élites capitalistas por ofrecer nuevos proyectos que no estén atravesados por la criminalización creciente de quienes disienten y son expulsados de un reparto cada vez más desigual y tensionado; pero también la incapacidad de las izquierdas para ofrecer un horizonte alternativo atractivo para las clases populares. Vivimos tiempos oscuros y la derecha siempre se ha movido mejor en las tinieblas con sus apelaciones a salvapatrias, seguridades represoras e identidades depredadoras en un mundo en crisis.
–A tu entender, ¿la creación en 1981 de la Fundación Atlas Net wark incide en esta suerte de marea ultra derechista que se extiende en distintas latitudes?
–Espacios de pensamiento y debate entre las distintas familias reaccionarias siempre han existido. No les faltan recursos para ello. Sin duda contribuyen al actual auge derechista global, pero para mí son un factor más agravante que determinante. La gran pregunta que tenemos que hacernos desde las izquierdas es cómo esos discursos y proyectos conectan con las masas populares. Hay una victoria antropológica del neoliberalismo entendido como proyecto cultural, cuando vemos cómo clases trabajadoras compran las aspiraciones y valores de las élites capitalistas y conservadoras. Y eso se combate con think tanks alternativos que ayuden a levantar horizontes de deseo antagónicos, pero también construyendo comunidades reales y conquistando derechos. Encerrarse en la teorización, el victimismo o la pureza moral no es una opción en este periodo que se nos viene.
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