La película coral de las directoras Silvina Estévez y Marlene Grinberg se asoma a la intimidad de las rutinas de distintas mujeres y diversidades, para reflexionar sobre aquello que las une más allá de la edad, ocupación o clase social. Se estrena este jueves en el Gaumont.
Hace algunos años, cuando la agenda pública incorporó el término y se empezó a hablar de feminismo en forma masiva, la palabra comenzó a estigmatizarse. “Hasta hubo mujeres que decían no sentirse representadas por esas reivindicaciones de género, que enfrentan a siglos de patriarcado. Se formó un arquetipo y un mandato de qué era feminista y qué no, o cómo debías actuar para ser reconocida como tal”, cuenta Estévez. “Es un debate que se empezó a instalar. Entonces empezamos a pensar una película para desglosar eso, y cómo encarnar a distintas mujeres, diferentes entre sí, para mostrar la diversidad que puede haber”. Una de las cineastas reconoce que a todas las une la búsqueda de justicia social e igualdad. “Hay tantos feminismos como feministas. Por eso decidimos hacer una película coral; sin bajar línea o pretendiendo una definición académica”, agrega Grinberg.
La película muestra espacios íntimos, privados. Filmaron a las mujeres en sus casas o lugares de trabajo. “Este es un documental de observación. La idea siempre fue mostrar un día en la vida de distintas mujeres, de distintas edades, distintos sectores sociales. Lo cotidiano te da una ida verdadera de lo que es ser feminista. Cómo se expresan los feminismos. Lo personal es político. Cada pequeño gesto desencadena una batalla donde se desata el alma de lo que es ser feminista”, ilustra Estévez, que aclara que hay que “salir de la compañera enardecida” en la plaza. “Porque eso es lo que usan para desacreditarnos. Este es un camino que muy por el contrario a lo que quieren instalar, no va por la violencia o los antagonismos; sino que va por la igualdad, por la equidad”.
Todo el equipo de Me gusta cuando hablas está integrado por mujeres. “De boca en boca, por las conexiones que logramos, fuimos dando con los personajes: una señora de 80 años que escribe poesía erótica, un ama de casa, una joven influencer, una ecologista, una trabajadora de la tierra, una madre. Gente que conocemos y nos cruzamos, que vemos, que labura y que tiene una rutina. Y que busca una sociedad más justa, cada una por su lado”.
En cuanto a la realización, durante la pandemia Estévez y Grinberg tuvieron extensos encuentros virtuales, por lo que ambas directoras consideran que el feminismo, una vez más, fue un proceso de sanación y de unión en tiempos difíciles. “La investigación fue ardua para encontrar las voces diversas del film. Pero hablamos con muchas más mujeres. Estuvimos dentro de un concurso del INCCA que se llamaba Incubadora, que ahora ya no existe, que le dio densidad profesional al documental”, cuenta Grinberg. La iniciativa contaba con tutores extranjeros, que entrenaban a los participantes para vender las proyectos en mercados de otros países, mientras los films estaban en etapa de desarrollo. “Gracias a eso, durante un año pudimos abrir la red, trabajando de forma rizomática y hablando con mucha gente para ver cuál era el mejor testimonio para sumar a la película y que dejara clara la idea de la diversidad. Trabajamos de una forma colaborativa”, recuerda Estévez.
Grinberg asegura que hacer esta película fue un proceso de muchísimo aprendizaje. “Tuvimos en cuenta muchas herramientas de la ideología de género para superar los escollos de la vida. Las consignas de esta manera de mirar el mundo son para cambiar las cosas, para la transformación. Por eso es tan incómodo para el status quo patriarcal. Esta es una película que me transformó y que me conectó fuertemente con otras feministas. Y espero que así le pase a quienes la vean y se entienda un poco más de que se trata: de crear lazos”.
Que actualmente el estado ataque a las feministas es grave para las directoras. “En 2019 nos preguntábamos si estas discusiones que abordamos no quedarían caducas para el estreno, porque los paradigmas sociales evolucionan, son algo vivo. Nos encontramos para discutir de nuevo algo que parecía entendido. Estamos en una situación desfavorable. Hoy más que nunca la película aporta su granito de arena mostrando nuestras batallas diarias y de resistencia” comenta Estévez. Su compañera aclara: “Este es un escenario que no esperábamos, el contexto sociopolítico auguraba luchas, pero no esto; bueno, de repente como ‘enemigas del pueblo’ estamos negadas para los conservadores que apelan al odio. Hasta quieren ver si podemos votar. Pro podemos traer esto a través del cine y demostrar el retroceso que implica ir en contra de la política de género. Y ni hablar de la fuerte agresión que estamos viviendo a diario desde el poder”.
Ambas directoras esperan que la película venga a mostrar los mejores aspectos del feminismo, que es plantear preguntas y vías de transformación por medio del diálogo. “Jamás por la violencia, aunque el mundo esté teñido de una perversidad que parece que la única solución es la brutalidad. Hoy más que nunca es importante encontrarnos en las salas para poder charlar y reflexionar, para ver qué podemos aportar desde nuestro lado a la humanidad. En crisis tan grandes, tan existenciales como la que atravesamos”, asegura Grinberg. “La idea es que los feminismos sean una luz en la oscuridad y una esperanza. Una manera de generar empatía.”.
Me gusta cuando hablas ya recorrió distintos países. “Estuvimos en México y en Suiza, el interés que despierta es el mismo. El feminismo cruza fronteras. De hecho, dos de las protagonistas son extranjeras: una de Colombia y otra brasileña. Que, si bien viven acá, traen a colación problemas de sus países, y podemos ver similitudes y discrepancias. En la pluralidad está la fuerza. En ese sentido es importante: el feminismo está en la otra”, reflexiona Estévez. La idea de las directoras es llegar a todos los espacios INCCA y tratar de seguir cruzando fronteras. “Quizás, también llegar a alguna plataforma. O a colegios, universidades, aprovechando también ese costado didáctico que tiene la película. Es un documental que invita a repensar cosas y a reflexionar. Nos gustaría que en la hora que dura, te deje algo para toda la vida. O al menos motivado para querer leer, ver otras películas o charlar del tema. O por qué no, inspirar a otras feministas a hacer películas similares”, concluye Grinberg.
Un de Silvina Estévez y Marlene Grinberg. Con Rosa Rodriguez, Fabiele Rodrigues Bomfim, Violeta Osorio, Montserrat Olave, Carolina Rodriguez y Cecilia Giordano Del 7 al 13 de marzo, a las 18.10 en Cine Gaumont, Avenida Rivadavia 1635.
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