La película de Lana Wachoski llega al streaming con grandes secuencias de acción, guerras entre las propias máquinas y aliados inesperados. Pero también permite reflexionar sobre la industria del entretenimiento en el siglo XXI.
El punto de partida de Matrix Resurrecciones es con Neo vivo y otra vez dentro de la Matrix. Las razones y los porqués serán eventualmente explicados durante la película. El punto más interesante es que si en las anteriores entregas cuestiones como el poder hegemónico de las máquinas o la existencia de dos mundos eran un secreto, esta cuarta entrega derriba esa idea de entrada. La Matrix existe, es el juego más popular del mundo y su desarrollador es el mismísimo Neo.
Resulta casi imposible pedir o esperar de esta película que genere el impacto discursivo de la primera. El contexto no ha hecho otra cosa que validar algunas de sus ideas más utópicas pero por debajo del puente ha pasado mucha agua. Entre un sinfín de catálogos de cortos animados y películas en streaming, la existencia de series que han ahondado en la forma en la que interactuamos con la tecnología (Black Mirror, LDR, Electric Dreams, etcétera) hoy 23 años después de la primera Matrix, no hay ninguna novedad posible más que la justificación de su relato. Es decir, la semilla que plantó Matrix en 1999 ya la vimos crecer y dio sus frutos fuera de la franquicia.
Algo que no resulta del todo orgánico es la forma en la que la saga se ríe de ella misma al comienzo de esta historia, lejos está del tono sombrío que supo tener esta odisea cyberpunk. En un momento muy claramente se le dice a Neo “Warner quiere otra entrega, de otra manera se van a perder los derechos de la franquicia” por su videojuego, Matrix.
Por otro lado sucede algo interesante, existe una crítica, una burla a la forma en la que Hollywood suele reciclar algo viejo como algo nuevo pero durante gran parte de esta película vemos proyecciones constantes de las primeras películas. Es decir, se critica al recurso de la nostalgia para vender: ¿cómo lo hace Lana Wachoski? Usando la nostalgia, para vender. Fantástico.
Las píldoras de la verdad, el mundo como una realidad binaria desde nuestras construcciones, libre albedrío y destino: todo esto se cae a pedazos, convive en la historia pero no forma parte central de esta. Ya no nos conectamos al internet vía teléfono y para entrar y salir de la Matrix Neo utiliza puertas y espejos, estos últimos pueden ser un concepto interesante si lo pensamos en términos de cómo la redes sociales y las marcas en general nos instan a constituir una imagen, un “afuera” que muchas veces no es un reflejo del adentro, pero la película no ahonda ahí tampoco o puede ser solo una de tantas referencias a “Alicia en el país de las Maravillas”.
De manual el comienzo de Matrix 4 al mejor estilo de El Camino del héroe (Joseph Campbell). Existe un primer llamado que Neo rechaza, hay un mundo ordinario que pronto es puesto en jaque y hasta hay una muerte y resurrección. Recordemos que al final de Matrix 3 Neo y Trinity mueren. De ahí Matrix Resurrecciones.
El rol del terapista es interesante, a pesar de ser el villano abre un paradigma respecto a una figura central de nuestras vidas que opera a diario, el famoso algoritmo. El papel de Neil Patrik Harris es ese, el de mantener a Neo creyendo que todo fue un brote psicótico que casi termina en un suicidio, dándole lo que le resulta familiar para mantenerlo sedado. Si antes una la premisa de Matrix 1 era cómo usamos el internet ahora la idea se dió vuelta, es cómo el internet nos usa a nosotros. El analista encarga este algoritmo que tan bien nos conoce.
Hasta hay un nuevo agente Smith encarnado en la figura de Jonathan Groff y es sin dudas el personaje más atractivo de esta película. También tenemos una versión de Morfeo, figura clave junto a Bugs (si, en referencia follow the white rabbit) para una nueva liberación de Neo. De ahí en más la historia trata de cómo liberar a Trinitty y vencer una vez más a las máquinas. Habrá explicaciones sobre los programas, inteligencias artificiales que toman forma y hasta máquinas aliadas de la resistencia humana pero a la historia sirven de meros cosméticos.
Como parte de la saga esta entrega tiene la dosis de nostalgia para quienes vieron surgir esta franquicia. Lejos está de cerrar un ciclo o responder todas los interrogantes que deja hacia el final, ya que de por sí es una película complicada que requiere al espectador enfocado. En resumidas cuentas Matrix 4 agrega personajes, suple a dos grandes caracterizaciones dentro de la saga, abre un millón de posibilidades y el final más que abierto es desconcertante. Ni chicha ni limonada.
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