Entrevista a Julián Domínguez, expresidente de la Cámara de Diputados
Domínguez pasa estos días de verano en La Lucila, en la costa bonaerense. Esto no le impide seguir sus tareas de labrador político. Atendió por teléfono a Tiempo a las 12 del mediodía porque la noche anterior estuvo en una reunión con dirigentes sociales que lo ocupó hasta la madrugada.
Parece haber grupos peronistas para todos los gustos. Está el Esmeralda, el Fenix, y ahora los de María Eugenia Vidal
Estar con Vidal es como pensar en Satanás dando misa de gallo
(Risas)
¿Para tanto?
Es una forma de graficar. ¿Qué tiene que ver el peronismo con el neoliberalismo? Son incompatibles los valores del peronismo, de una visión nacional, con los liberales extractivistas, que endeudaron a la Argentina en 50 mil millones de dólares este año.
Más allá del mensaje de unidad que dio el Congreso del PJ, hay mucha dispersión. ¿Llega unificado el Justicialismo a las elecciones?
Es como decía (Juan) Perón: con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes. La sociedad va a encontrar quien represente sus necesidades. No es un tema partidario. Hay que recrear un frente social amplio, con el modelo del Frente Amplio uruguayo, con una vocación que recupere el espíritu revolucionario del peronismo, que amplíe, que promueva dirigentes, que sustituya a otros. Que se mantengan altas las banderas de los movimientos nacionales de América Latina. El tema partidario es menor. El pueblo va a encontrar una nueva identidad y una nueva representación política.
Hay un debate sobre el rol de Cristina (Fernández) y una paradoja: muchos dirigentes creen que sería mejor que no sea candidata, pero un sector muy amplio de la sociedad espera que vuelva
Yo lo que creo es que es necesario ampliar y renovar, incluyendo a la expresidenta y a los que fuimos parte de su gobierno. Ella misma lo planteó en la Universidad de Lanús. Nosotros podemos contribuir desde otro lugar. Yo comparto mucho lo que dijo la expresidenta en Lanús. De todos modos, yo no sé si quiere candidatearse, pero tiene todo el derecho. Ella ha estado en la lucha por las mejores causas para el pueblo argentino.
El peronismo no suele tener buena experiencia con las primarias. Terminan siendo tan virulentas que le restan. ¿Podrá ser distinto?
Si hay vocación de construir un frente nacional, social, latinoamericano, que plantee un modelo distinto al del gobierno de Macri, la pelea por los cargos será secundaria. Las banderas tendrán tanta potencia que no será tan importante quién lleva el palo. Las PASO serían un instrumento para acomodarnos, pero nada más.
¿Qué hacer con Diego Bossio y su sector?
A Bossio hay que volver a sumarlo. La política no puede ser restar. Hay compañeros más preocupados por descalificar a otros que por construir un frente amplio. Si queremos volver a ser mayoría, para resolver la pobreza y la desigualdad, el frente debe ser muy amplio. Lo importante es que las banderas pesen más que las personas. Si no damos ese paso, atrasamos.
¿Esa amplitud incluye a Sergio Massa?
Es una pregunta que quedó atrás. En la segunda vuelta, en 2015, Massa no llamó a respaldar a (Daniel) Scioli. Acompañó demasiado a Macri, a un gobierno que entregó los intereses nacionales, que se entregó al virrey de la patria financiera. Acompañó el endeudamiento, fue con Macri a Davos y respaldó mucho esta visión, que atrasa respecto de lo que pasa en el mundo. Es tiempo de nuevos nacionalismos sociales. El rol de las cooperativas en el siglo XXI será clave. Los que quieran sumarse al proyecto de país que defienda estos intereses, bienvenidos. Qué se yo lo que quiere hacer Massa. Hasta ahora parece que juega otro partido.
¿No ha sido muy oficialista la mayoría de la oposición?
No juzgo a los legisladores. Creo que en la calle y en el Parlamento hay que defender un proyecto que cuide el interés nacional y a la mayoría del pueblo. El camino que eligió Macri es transferir recursos a los sectores más concentrados de la economía. Los que lo acompañaron tendrán que rendir cuentas después.
Parecería haber crecido mucho la judicialización de la política, en algunos casos con tintes directamente de persecución
Lo de Milagro Sala, por ejemplo, es una violación repugnante a la Constitución. Se violaron todas las garantías que debería haber en un juicio justo. Hay una criminalización de la protesta, como pasa ahora con los mapuches. Argentina era reconocida en el mundo por el respeto a los Derechos Humanos, por haber hecho valer la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad. Ahora vuelve a las listas negras de los países en los que no se respetan las garantías. Con la expresidenta pasa lo mismo. La acusación por el dólar futuro es ridícula y los que hicieron negocio con eso son funcionarios de este gobierno. «
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