Mateo Apolonio saltó de la Novena División de Deportivo Riestra a la máxima categoría y superó al Kun Agüero (15) como el estreno más joven. A los pocos días, sin embargo, se conocería el caso de un pibe de 13 años que en 1975 jugó para Racing.
Riestra es el club que, a las órdenes de Víctor Stinfale, el gerenciador, realiza pretemporadas “militares” en la madrugada con música electrónica. En el que los futbolistas toman en pleno partido Speed, la bebida energizante de la empresa que comercializa Stinfale; en el que se pelean a las trompadas tras un partido, como ante Newell’s; y en el que debuta un chico de 14 años, a costa de exponerlo al peligro de que lo lastimaran por la diferencia física, por mero marketing, para que se hable de Riestra y se venda un récord.
Apolonio, que juega en la Novena División de Riestra -la primera de las inferiores de la AFA-, no estuvo entre los suplentes en los partidos siguientes de la Primera, por la Liga (derrota 2-0 ante Estudiantes en La Plata y 0-2 ante Rosario Central en Villa Soldati). Antes de su debut profesional había entrenado apenas una vez con el plantel. “Es el capitán de la Novena. Capaz no se notó, pero tiene una dinámica muy importante. Es una apuesta que está haciendo el club. Se le dio la oportunidad y ahora a ayudarlo a crecer en lo profesional, físicamente”, dijo Cristian Fabbiani, el entrenador de Riestra. Gian Marco De Gennaro, su DT en la Novena de Riestra, dice ahora: “Para poner un paralelo, tiene un parecido al Huevo Acuña. Fabbiani se interesó por los juveniles, subió tres de la Novena a entrenar con Primera. Apolonio es muy chico, pero para la edad que tiene está muy bien desarrollado físicamente. Le da para jugar un par de categorías más arriba. Si bien no es muy alto, a nivel muscular es tremendo, en cuanto a gemelos, cuádriceps, tren superior. Pero sí, es verdad que teníamos temor al primer choque”. Si a Apolonio, quien cinco meses atrás terminó la etapa en infantiles, “le da para jugar un par de categorías arriba”, entonces está más cerca de jugar en la Séptima que en la Primera.
Al día siguiente del debut, los títulos inundaron las webs, no sólo de Argentina: “Quién es Mateo Apolonio, el jugador de 14 años que superó a Agüero y a Maradona”. ¿Acaso el clickbait llevado a la cancha no era lo que buscaba Riestra, que se viese la camiseta negra con la publicidad de Speed? El jueves, una semana después del debut de Apolonio en Primera, una investigación del Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol (CIHF) sacó a la luz la historia de Carlos Castriotta, el futbolista más joven en debutar en la Primera División argentina: a los 13 años y nueve meses, jugó en Racing, el 14 de agosto de 1975, en el marco de una de las huelgas de profesionales (Rosario Central goleó 0-10 en Avellaneda). Aquel año, Agremiados logró firmar el Estatuto del Futbolista Profesional. Los jugadores fueron reconocidos como trabajadores. Castriotta sólo jugó ese partido en Primera. “Quién es el desconocido futbolista que sumó minutos con menos edad que Mateo Apolonio, Sergio Agüero y Diego Maradona”, leímos en las noticias. El signo de una época en la que lo “viral” trasciende más que el buen trabajo.
Siempre son los contextos. Si Eric Marshall debutó a los diez años en el Gar’ou, en la amateur cuarta división de Liberia, en 2021, fue porque es la amateur cuarta división de Liberia, el país en el que llegó a ser presidente George Weah, Balón de Oro 1995. Si en 2009 debutó Mauricio Baldivieso a los 12 años en el Aurora, en la Primera División de Bolivia, fue porque al equipo lo dirigía Julio César Baldivieso, su padre, al que luego echaron. En el fútbol argentino, Castriotta debutó por una huelga. El Kun Agüero, de quien ya se decía que era un crack, lo hizo a los 15 años y 33 días -un año más que Apolonio- en Independiente, en 2003. Pasaron siete meses hasta que Agüero jugó su segundo partido. Maradona debutó a los 15 años, 11 meses y 20 días -casi a los 16- en Argentinos Juniors, en 1976. Maradona es Maradona. No hubo circunstancias extraordinarias alrededor de los debuts de Agüero y de Maradona. ¿Por qué debutó Apolonio, nacido el 17 de abril de 2010, lateral izquierdo en la Novena de Riestra, estudiante de segundo año en el colegio secundario, de familia de clase media porteña? Quizás el tiempo lo aclare. “Nosotros vamos a ir con suplentes y chicos de las inferiores. Nuestra prioridad es mantener la categoría. La Reserva juega hoy (por el miércoles) en Mendoza, y como tiene chances de clasificar, no le vamos a sacar los jugadores”, había dicho Fabbiani.
De los chicos que empiezan a jugar en las inferiores de la AFA con 13 años en la Novena, sólo entre el 3 y el 4% se convierten en futbolistas profesionales. El 97% (no sólo) queda fuera del sistema. Rubén Rossi salió campeón juvenil con la selección en el Mundial de Japón 1979. Con Maradona de compañero. Y trabajó como coordinador de inferiores en Unión de Santa Fe, River, Quilmes y Colón. “No sé si los protegemos tanto. Y hago un mea culpa. Todo está apuntado al rendimiento deportivo. Entrenamiento, comida, psicología. Y el hombre que es un niño que juega al fútbol, ¿a quién le importa? A nadie”, dice. Cuando trabajó en River entre 2002 y 2005, Rossi, actualmente asesor de la Conmebol y profesor en la Universidad del Litoral, logró crear una bolsa de trabajo a través de un convenio con la Universidad del Museo Social Argentino para aquellos que discontinuaran la práctica del fútbol. “La responsabilidad mía son los que no llegan -resalta-. Siempre se hacen cargo de los que ‘sacaron’. Por eso es tan importante acompañarlos a los que no llegan. Y no sé cuántos clubes se ocupan. El futuro de los niños es hoy, como decía Gabriela Mistral. El huevo de la serpiente hoy no está en el fútbol juvenil: está en el infantil, porque los hacen ‘trabajar’ y no jugar”. El contexto del debut de Apolonio, más allá de sus condiciones futbolísticas, pareciera ser un combo de impacto mediático y de estadística forzada, que puede dañar la vida de un chico a partir de la “inocencia interrumpida”.
En 2013, en la última conferencia de prensa como entrenador del Athletic Bilbao -duró una hora y cuarto-, Marcelo Bielsa habló acerca del cuidadoso arte de selección e inserción en la élite de juveniles en etapa formativa. Bielsa, quien ganó con la selección argentina Sub 23 el oro olímpico en los Juegos de Atenas 2004, trabajó diez años en las inferiores de Newell’s, con Jorge Griffa como coordinador general. “No soy el dueño de la verdad, pero sí ofrezco autoridad por antecedente y muchísimo trabajo, como viendo a los juveniles; en muchos casos me produce satisfacción, porque me gusta; en otros porque es mi obligación profesional”, aclaró, y afirmó: “Es muy fácil poner jugadores jóvenes, eh, y acrecentar la lista de debutantes. Lo que hay que hacer es poner jugadores jóvenes y que no fracasen. Porque poner jugadores jóvenes para demostrar que no sirven, esa no es la función. La función es poner jugadores jóvenes para demostar que sí sirven”.
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