Un país que ha perdido los primeros 23 años del siglo XXI por corrupción, impunidad e incapacidad, ha visto en el gobierno del “nuevo ecuador” una luz de esperanza para superar la pobreza , la desigualdad, y la violencia en que está sumida la sociedad.
Las cifras de la realidad económica transmitidas el 27 de Noviembre por el Ministro de Economía son inequívocas y terribles. La deuda total del país es de 63.000 millones de dólares, superior a la de Honduras después del gobierno del narco presidente Juan Orlando Hernández. Cada ecuatoriano adeuda casi 4000 dólares. El ingreso p/c ha caído en la última década, bajo los gobiernos de Rafael Correa, Lenin Moreno y Guillermo Lasso, en 9 por ciento. Eso en una época en la cual el auge de los precios promedio de las materias primas fue un fenómeno mundial.
Al 27 de noviembre de 2023 la caja fiscal tiene sólo 184 millones de dólares disponibles en la Cuenta Única del Tesoro. Y las deudas al IESS, al GAD y otros acreedores privados y públicos es de 2872 millones de dólares. El déficit fiscal ascenderá a 5000 millones de dólares equivalente al 5% del PIB ecuatoriano. El riesgo país es hoy por hoy de casi 2000 puntos, lo que constituye un obstáculo para que el país pueda acceder al mercado internacional de capitales.
Lo plausible es recurrir a organismos internacionales de crédito como el BID, el Banco Mundial y al apoyo del PNUD, así como a la cooperación con naciones amigas. Junto a la grave situación económica, el gobierno de Daniel Noboa cuenta con fuerte apoyo político en el pueblo llano y en las instituciones del Estado, particularmente en la Asamblea Nacional. Y es ese soporte político no puede debilitar en su gestión gubernamental.
Daniel Noboa llegó a la Presidencia gracias a la capacidad mostrada en el debate en la primera vuelta que lo catapultó del 5% al 24 % y en la segunda vuelta por su mensaje carente de odios y revanchas y con la oferta de enterrar el pasado que Luisa Gonzáles representaba como candidata del correato. Ahora, cuando Noboa debe decidir y actuar diariamente, no puede debilitar el apoyo social e institucional con el cual cuenta. Sólo ese apoyo le permitirá desde la política enfrentar con éxito los desafíos que le presenta la economía.
Los objetivos de mediano y corto plazo los ha definido. Noboa tiene que reelegirse en 2025 para que en cinco y medio años pueda realmente sentar las bases de un nuevo Ecuador. En lo inmediato deberá mostrar resultados positivos en la reactivación y el empleo, fundamentos sociales de la lucha contra las bandas criminales que asolan el país. Para que el narco-estado surgido en estos últimos 20 años no transforme al país en narco-sociedad.
Conseguir la estabilidad social y política es perentorio. La violencia permanente, la corrupción y la impunidad desestabilizan tanto como una hiperinflación. El ajuste económico que le impone el cuadro actual debe hacerlo no a costa del pueblo sino de los beneficiarios de la actual situación. Los tres gobiernos anteriores y los políticos, empresarios y banqueros, especuladores con bonos de deuda, que lucraron con ellos.
Los medios y las redes sociales son un termómetro del estado de la opinión pública y el presidente Noboa requerirá tener diariamente un informe síntesis del estado de esa opinión pública. El primer proyecto para incentivar la inversión y el empleo, con reducciones impositivas y facilidades legales para que empresarios nacionales y extranjeros inviertan en proyectos generadores de empleo, es su primera prueba en lo económico.
En lo político ya mostró su capacidad de decisión enviando a una vicepresidenta incómoda y con agenda propia a Israel para coadyuvar a la causa de la paz entre Hamas e Israel, como única función asignada por el jefe de estado.
Fernando Henrique Cardozo, fundador del Partido de la Social Democracia Brasileña, es un ejemplo que puede inspirar a Daniel Noboa. Fue Ministro de Economía de Itamar Franco con una inflación inédita de 5014% y sin autoritarismo sentó las bases de un relanzamiento de Brasil con medidas tan potentes como una reforma monetaria que sustituyó al Cruzeiro por el Real y la afluencia de capitales nacionales y extranjeros masivamente para generar empleo y mejorar la condición de vida de la gente. El resultado fue su elección como presidente del Brasil al concluir su periodo como Ministro de Economía.
En el Ecuador no es la inflación ni la moneda parte del problema de la inestabilidad. Son la corrupción, la impunidad, la violencia narco, y la ausencia de creatividad e imaginación estatal. La Asamblea debe recuperar con Kronfle en la presidencia la credibilidad perdida, que le facilito a Guillermo Lasso con una impopularidad inédita ser “menos malo” que la Asamblea en las encuestas de opinión y clausurarla con la psicopática norma de la muerte cruzada (incomprensible en un régimen presidencial) con el aplauso mayoritario de la opinión pública. Noboa debe recordar las frases de Cardoso sobre Brasil: “Este es un país muy pobre y el Estado siempre tendrá un papel en la atenuación de las diferencias”.
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