Fue un triunfo apretado, por 1 a 0, con un gol a pocos minutos del final. Una verdadera multitud de uruguayos colmaron el estadio Diego Maradona de La Plata.
El seleccionado sudamericano, el decimotercero en consagrarse campeón Sub-20, resultó un justo ganador. Sin brillar, Uruguay tuvo actitud e intensidad frente a un equipo italiano limitado, sin audacia y carente de ideas.
Los dirigidos por Marcelo Broli fueron superiores durante todo el partido. Por persistencia y tenacidad se quedaron con el título que se les negó en Malasia 1997, frente a la Argentina, y Turquía 2013, ante Francia. Uruguay dominó la primera parte con posesión de pelota y creó situaciones para abrir el marcador. Su capitán Fabricio Díaz manejó los tiempos de un equipo concentrado, que propuso intensidad y al que le faltó mayor profundidad.
Italia estuvo atento a Franco González, quien de a ratos pudo establecerse como la manija uruguaya para la creación de juego, y resistió frente a los intentos de su rival. Díaz dispuso de dos remates de media distancia que despertaron las exclamaciones de los hinchas uruguayos en la fría tarde noche platense en el Diego Maradona, pero la más clara estuvo en el cabezazo de Anderson Duarte que sacó a relucir los reflejos del arquero Sebastiano Desplanches.
En la segunda parte, «La Celeste» se mantuvo como dueño de la posesión e Italia esbozó una mejoría cuando Casadei logró contacto con la pelota. Uruguay, ya sin tanta claridad en el juego, intentó una vez más con otro remate de Díaz que Desplanches contuvo, sin dar rebote. Italia daba cuenta de una defensa sólida, sin lujos, pero expeditiva y Uruguay necesitaba precisión para romper esa resistencia.
Con el ingreso de Mattia Zanotti, Italia logró proyección por la banda derecha cuando Uruguay entró en una zona de confusión. En los últimos 15 minutos, la final se hizo ordinaria. La pelota no tuvo dueño, deambuló por el aire y empobreció aún más el nivel del espectáculo.
Entre tanta fricción, el árbitro sueco Glynn Nyberg expulsó a Matteo Prati por un «planchazo» a Díaz, pero recibió el llamado del VAR, revisó su decisión y anuló la tarjeta roja para mostrarle la amarilla. La hinchada uruguaya quedó disconforme con el fallo y se lo hizo saber al árbitro.
Poco después del disgusto uruguayo, el grito sagrado no se hizo esperar con el oportunismo de Rodríguez, luego de una serie de rebotes. El delantero de Liverpool de Uruguay apareció en soledad para el cabezazo goleador que despertó el «¡Uruguay, Uruguay!» en el Diego Maradona y un festejo por duplicado, tras la revisión del VAR.
Uruguay manejó la final hasta el último segundo, sin sobresaltos, para una conquista histórica en tierra argentina.
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