Con traducción de Paula Abramo y prefacio y organización de Benjamín Moser, el Fondo de Cultura Económica los publicó en 2020 en México como parte de la celebración de los 100 años del nacimiento de la autora y ahora lo hace en el nuestro país, donde la escritora tiene un amplísimo número de lectores fieles. Los 85 relatos reunidos abarcan desde el primero publicado a los 19 años, hasta el último encontrado después de muerte.
En Argentina, es la editorial Corregidor la que ha publicado la mayor parte de sus textos desde el año 1977 en adelante y la que sigue incorporando de manera continua nuevos títulos. Ahora se suma la posibilidad de leer sus cuentos completos publicados por el Fondo de Cultura Económica con traducción de Paula Abramo y prefacio y organización del crítico e historiador norteamericano Benjamín Moser, que también es autor de una biografía de la autora con la que en 2016 ganó el Premio Itamaraty de Diplomacia Cultural, concedido por el Ministerio de Relaciones de Brasil, y de otra de Susan Sontag por la que se hizo acreedor nada menos que del Pulitzer de Biografía en 2020.
Por su parte, Paula Abramo, nacida en México, lleva traducidos del portugués al español más de 40 libros. Estudió Letras Clásicas en la Universidad Nacional de México y es, además de traductora, poeta.
Este volumen de cuentos con nueva traducción es fundamental para adentrarse en la narrativa breve la autora. Apareció en 2020 en México como parte de las celebraciones que tuvieron lugar en diversos países al cumplirse 100 años del nacimiento de la autora el 10 de diciembre y ahora es distribuido en toda América Latina.
Según lo señala Moser en el prefacio, “este libro, en muchos aspectos, no tiene precedentes. La totalidad de los cuentos de Clarice no se había reunido en un solo volumen en ningún idioma, ni siquiera en portugués, sino que se publicó en inglés, en 2015, en Estados Unidos y en Reino Unido. Este libro incluye un capítulo de `Cartas a Hermenegardo`, que descubrí en un archivo. La obra, fuera de lo común, ofrece nuevas evidencias del Spinoza al que la autora leyó cuando era estudiante, una influencia que seguiría teniendo resonancias en ella durante el resto de su vida.”
Y agrega: “Por emocionantes que sean estos descubrimientos bibliográficos para el investigador o el biógrafo, algo mucho más sorprendente se manifiesta cuando estos cuentos se observan en su totalidad. Es un hecho cuya importancia histórica no habría notado ni siquiera la autora misma, ya que no puede verse sino en retrospectiva. Y su fuerza sería considerablemente menor si se tratara de una expresión ideológica, y no de una consecuencia natural de la experiencia de la autora.” Moser se refiere a la forma en que sus relatos breves dan cuenta, como si se tratara de un espejo, de la trayectoria vital de la autora: cuando Claricce es una mujer joven de una belleza inusual, sus personajes lo reflejan. Del mismo modo, cuando su cuerpo comienza a sufrir los ultrajes de la edad y más tarde, los estragos del cáncer, enfermedad de la que murió a los 57 años, sus personajes están en sintonía con este proceso de deterioro. “Por eso, concluye, Esta obra es el registro de toda la vida de una mujer escrito a lo largo de toda la vida de esta mujer.”
Es realmente una rareza, según lo señala Moser, que Clarice haya logrado escribir una obra tan extensa, en un momento en que se veía como muy natural que las mujeres se ocuparan más de atender su casa que de quitarle tiempo a lo que se suponía que eran obligaciones femeninas, para dedicarse a escribir, lo que sin duda era un privilegio que solo tenían los hombres. El autor del prefacio cita al respecto un ensayo de Tilli Olsen de 1962, Silence in Literatura, en el que el que consigna que, en ese momento, solo un escritor de cada doce era mujer.
Sus personajes luchan contra los prejuicios que pesan sobre la mujer y que condicionan el lugar que ocupa en la sociedad. Por eso la producción de la autora que, por sus riquezas se ofrece a múltiples lecturas, ha sido leída también en clave feminista. La propia Virginia Woolf, con quien se la comparado en muchas ocasiones, pocas veces figuraba en los libros de texto de habla inglesa. Según afirma Moser, a Clarice la comparación no le gustaba porque consideraba que su par se había rendido, había dejado de luchar a favor de la causa femenina, cuando la mujer tiene “el terrible deber es ir hasta el fin”. Por eso, por sus cuentos circulan mujeres cuya voz ha sido silenciada por la sociedad.
Moser también ve en ellos un eco del misticismo judío. Hay que recordar que la autora provenía de una familia judía establecida en Ucrania -donde ella nació en 1920- que emigró a Brasil para salvar su vida continuamente amenazada por el antisemitismo reinante.
Si la escritura de Lispector que se ha manifiestado en novelas, cuentos, crónicas y cartas es singular, también ha sido singular su vida que no le ahorró amarguras. Durante la Primera Guerra Mundial su madre fue violada y contrajo sífilis. En ese momento se creía que un nuevo embarazo tenía un efecto sanador sobre esa enfermedad. De esa creencia errónea nació Clarice. Su aparición en el mundo, sin embargo, no curó la enfermedad de su madre que murió diez años después, un hecho que la llenó de culpa a pesar de no tener la más mínima responsabilidad en él.
Clarice se llamaba entonces Chaya Pinjasovna Lispector. Su familia se estableció en Maceió, pero al cumplir ella cinco años, se trasladó a Recife. A los 14, en plena efervescencia adolescente de Clarice, su núcleo familiar se mudó a Río de Janeiro. Las trazas de su lengua materna estaban en ella, pero sin embargo se aferró al portugués para comenzar a escribir muy joven sus primeras historias.
Mucho después se casaría con un diplomático y viajaría por todo el mundo. Su nomadismo de esa época fue también un nomadismo lingüístico que quizá marcó su obra de un modo singular, razón por la cual suele calificársela como inclasificable. En sus cuentos se encuentran todas las características que ha desarrollado en el resto de los géneros que abordó. Su forma única de escribir, su carisma y su deslumbrante belleza la convirtieron en una leyenda literaria. Pero detrás de ese personaje exótico que ha generado su propia mitología, hay una escritora excepcional, una “rara” cuyos textos nunca terminan de agotar su sentido sino, que por el contrario, siempre ofrecen nuevas formas de abordaje.
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