Para empezar hay que entender cómo llegamos a esta situación en nuestro país. Podemos ubicar una primera etapa en el que las salas de juego estaban en las periferias de las ciudades. El juego era circunstancial. Se daba en contexto de viajes, vacaciones, escapadas de fines de semana, incluso había tours de juego: un avión salía especialmente el viernes a la tarde para Mar del Plata y volvía el domingo. Luego se pasó a una segunda etapa en el que las salas ingresaron a los barrios, pueblos, localidades. El juego se volvió cotidiano. Se los puede encontrar cerca de las estaciones de trenes, de los bancos, de las iglesias, en las plazas centrales de los pueblos, etc. Ahora es el momento de la tercera etapa. El juego al alcance de la mano. Ya no es necesario salir, ir a la sala de juego, sino que se puede jugar con la computadora, la tablet, o el celular, desde cualquier lado: en tu cama, en el baño, en el trabajo, en el colectivo, esperando en el dentista, comiendo con tu familia, etc.
¿Qué transformaciones se están produciendo y cuáles se podrían producir? Por un lado, los que ya son jugadores van a tener otra opción para apostar. Por otro lado, surgirán nuevos jugadores. Aquí hay que distinguir diferentes situaciones: se incorporan jugadores que no iban a las salas porque no les gusta salir, no les gusta el ambiente, no les gusta lo social, el mayor vínculo es con su computadora o su celular. Compran, estudian, conocen gente por medio de internet.
Se incorporan nuevos juegos: las apuestas deportivas –máximo ejemplo las del futbol- convocarán a personas diferentes, sobre todo a lo más jóvenes, que confiados en sus conocimientos futbolísticos querrán ganarse unos billetes divirtiéndose. Y a su vez, ¿qué pasará con los clubes? ¿Pondrán, como en España, las propagandas de las empresas de juegos en sus camisetas? ¿Las empresas intervendrán en el fútbol? ¿Los jugadores o lo árbitros se dejarán tentar por las apuestas? Pero ese es otro tema.
Lo llamativo es que se están asociando dos actividades que pueden generar dependencias: las apuestas y los dispositivos digitales. Teniendo en cuenta que cada día es mayor el tiempo que usamos los dispositivos:¿podrá una potenciar a la otra? ¿Hay diferencias entre el juego presencial y el juego on line?
Según Susana Jiménez, de “Unidad Juego Patológico” del Hospital Bellvitge, Barcelona, la experiencia de España revela que, si la evolución de la enfermedad en los jugadores presenciales se produce entre los 5 y los 7 años de apuestas, en los jugadores on line se desarrolla en 1 año. Es decir que, en los últimos, los efectos nocivos de la adicción se dan mucho más rápido y de forma más agresiva.
Otra diferencia sustancial a señalar es que la sala de juego establece un límite entre el afuera y el adentro de las apuestas. Los jugadores patológicos en las carreras de juego, quiero decir: apostando más de lo que pensaban, e incluso todo lo que tienen para seguir jugando, para recuperar, o para no perder la adrenalina, innumerables veces se encuentran con el límite del dinero o del tiempo para regresar a casa. Salir de la sala de juego suele ser un momento difícil, porque el jugador se choca con la realidad. Es posible que se desespere o se deprima. Lo cierto es que, en la mayoría de las ocasiones, al menos ese día, el jugador no vuelve. Es como si ya hubiese cruzado una frontera. Esto es lo que se pierde. El dispositivo digital hace móvil a las apuestas. Cada uno lleva la apuesta en sus manos. La tiene encima. Ya no puede escapar.
Tres casos testigo
J. tiene 21 años. Comienza a jugar a los 18. Con sus amigos hacían la previa en el casino. Un año atrás, consigueun trabajo en blanco, accede al crédito, y empiezan los problemas. Ahora va solo a las salas de juego y cuando ya no le queda más efectivo vuelve a su casa y apuesta online con las tarjetas de crédito. Llega a acumular una deuda que se le hace imposible de pagar. Decide dejar la facultad, para trabajar más y poder pagarlo que debe. Sin embargo eso no resuelve su situación y busca ayuda.
V. tiene 36 años. Cuando le contaba a una amiga que se aburría en su casa después de llevar a los hijos al colegio, ella le enseñó a jugar con el celular a la máquinas tragamonedas online. Se volvió una fervorosa jugadora. Dejaba tareas del hogar sin hacer e incluso se olvidaba de ir a buscar a sus hijos al colegio. Todo estalló cuando su marido vio los resúmenes de cuenta de las tarjetas de crédito. Luego de varias peleas él decide hacer una consulta.
M. tiene 32 años, es soltero y no le gusta salir ni sociabilizar. Trabaja de forma independiente y empezó a jugar después de realizar una búsqueda con el objetivo de conseguir ingresos alternativos vía web. Al principio lo había logrado porque ganaba. Pero cuando empezó a perder no lo soportó y siguió jugando con mayor intensidad para recuperar lo que había perdido. Como se quedó sin plata le pidió a la familia y a los amigos. Pasaban los meses y no podía devolver el dinero. Llegó a un punto que no le quedó otra que confesárselos. Realizan una reunión familiar ylo acompañan a M. a una entrevista.
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