La obra dirigida por Florencia Bendersky está inspirada en la historia real de Gabriela Blas, una pastora que fue encarcelada y perdió la tenencia de una hija por prejuicios étnicos y de clase.
En el último encuentro previo a la pandemia, Bendersky se cruzó con esta obra de Bosco. “Me encuentro con la realidad de una mujer aymara, basada en un caso real chileno, que es acusada de asesinato porque pierde a su hijo en la montaña pastoreando, y cuando va a hacer la denuncia, como es aymara, como es mujer y como es pobre, la meten presa. A partir de eso se inicia el caso judicial más largo de la historia de Chile sin condena. A ella la termina liberando la presidenta Michelle Bachelet, y aunque nunca la terminan absolviendo, (Sebastián) Piñera finalmente la indulta.”
La mujer es Gabriela Blas. Nacida en 1983, luego de ejercer otros oficios y de haber tenido una niña y un niño, Gabriela se dedica a pastorear llamas en el altiplano chileno: su marido ya había abandonado a la familia. El 24 de julio de 2007 lleva en sus espaldas a su hijito Domingo, de poco más de 3 años -no podía dejarlo al cuidado de su familia- para que la acompañe en el cuidado de 150 llamas: por el cuidado de cada animal recibe 3000 pesos por mes, y cada llama vale 30.000 pesos. Al caer la tarde descubre que le faltan dos. Entonces arropa al niño, lo acomoda en un lugar a resguardo y le pide que no se mueva. Al regresar, Domingo no está. Lo busca desesperadamente pero no lo encuentra. Se cruza con un retén de carabineros, quienes de inmediato la acusan por la desaparición de su hijo. Tres años de prisión preventiva, dos procesos judiciales, apremios ilegales, quita de la tenencia de su otra hija, acusaciones varias. Recién en 2018, Gabriela Blas recibe las disculpas del canciller Heraldo Muñoz en representación del Estado de Chile. Bachelet la libera: «Ninguna mujer, ni persona de este país, debería padecer injustamente como le sucedió a Gabriela Blas».
Bendersky –con experiencia en obras corales, y también llenas de humor–, consigue armar elenco el 10 de marzo del 2020, días antes del aislamiento por la pandemia. Entonces la obra se “ensaya desde marzo a diciembre por Zoom, con lo cual hubo una gran elaboración de texto, de comprensión, de profundidad, pero los ensayos presenciales recién comienzan en febrero del 2021”. Un nuevo aislamiento postergó el debut, que llegó recién en octubre, en Timbre 4. Una temporada que se extiende a tres meses que terminó por programación del teatro y combinación de agendas de los actores: cinco actrices y un actor, de ambos lados de la cordillera. Luego vino la experiencia de El Popular, que dirige Anabella Valencia, de amistad con Bendersky. “Nos invita a ser parte, porque estaba cumpliendo 10 años, y fuimos a hacer cuatro funciones y nos quedamos cinco meses.” El éxito estaba asegurado, y eso sin haber hecho ninguna nota de difusión en prensa: sólo hubo boca en boca y muy buenas críticas. El ingreso en el catálogo del Instituto Nacional del Teatro “permite interactuar y tener giras nacionales más activas”. “Esta tercera temporada queremos que llegue a mucha más gente.”
-¿Ese es el orden en el que se expresa la injusticia: mujer, pueblo originario, pobreza?
-Creo que ese es el orden. Primero se la ve mujer, después se sabe cuál es su origen. Este es el punto. Las mujeres padecemos este sometimiento patriarcal -del cual no estamos revelando, por suerte- en todas las etnias, en todas las instancias, en todas las intimidades y exteriorizaciones de nuestra vida. Creo que ese es el orden: es mujer, es una mujer de pueblos originarios y es pobre.
-En 2019 se viralizó un audio de Cecilia Morel, por entonces primera dama de Chile, que durante las protestas populares decía que “se venían los alienígenas”.
-Creo que primero hubiera sido mujer, y que cuando se hubiera enterado que era rica quizás habrían cambiado. La justicia discrimina en función del poder, y el dinero es poder: quien tiene poder maneja la justicia. Pero creo que en primera instancia el hecho de ser mujer seguramente condiciona el trato, porque esa mujer tendría que contratar a un abogado muy rico y resolver la situación. Pero primero está el rol de que es mujer. Si esto le hubiera pasado a un varón de un pueblo originario probablemente el sistema hubiera sido otro, quizás lo habrían desaparecido, como en José desierto, otra obra de Bosco Cayo que habla de las desapariciones forzadas en democracia. En este caso de un chico con esquizofrenia de una población muy pobre, que cuando se brota el padre no sabe qué hacer y llama a la policía para que lo calme. Y la policía lo desaparece, lo deja tirado en el medio del desierto.
Autor: Bosco Cayo. Pastora: Mariela Kantor. Carabinera: Graciana Urbani. Aymaras: María Pastur, Alejandra Lopez, Elizabeth Cancino. Abogado: Sergio Grimblat. Voz hombres: Patricio Contreras. Diseño de sonido: Pablo Duchovny. Dirección: Florencia Bendersky. Sábados a las 20 en el Teatro El Popular, Chile 2080.
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