Por Hernán Vanoli, escritor y editor
Pasado más de medio año, las cosas no han cambiado demasiado. Los libros que entraron no son tan baratos ni tan buenos, pero sí son caros, y nadie puede comprarlos porque nadie tiene plata. Por la inflación, las imprentas son reacias a fijar precios, pese a que casi no invierten, en general, hace 15 años. La industria del papel, cara e ineficiente, protegida por el gobierno anterior, sigue aumentando los materiales de manera desmesurada. La caída del consumo y la inestabilidad en el costo de los insumos consiguieron que, este año, hayamos decidido no publicar aún ningún título. El gobierno lanzó unas líneas de subsidios que esquivan estos problemas estructurales y operan aún bajo la perspectiva de la limosna. Más de lo mismo. «
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