El líder del movimiento indígena analiza la coyuntura ecuatoriana y sus expectativas electorales. Además explica por qué no se logró acordar una candidatura unificada con el correísmo.
–¿En qué contexto político y social se da esta elección?
–El Ecuador atraviesa una profunda crisis económica y política. No es reciente pero se ha agudizado en los últimos años debido al giro de corte neoliberal que ha tomado el país con los últimos gobiernos. En la coyuntura específica actual, el gobierno de Noboa, lejos de atacar la crisis de inseguridad que vive el país, ha recurrido al show político basado en la doctrina del shock para justificar una guerra interna que no sólo no soluciona la escalada de violencia, que tiene al país como uno de los más inseguros de América Latina, sino que ha llevado a la agudización de las contradicciones dentro de la sociedad con una evidente polarización entre los intereses de los sectores populares y los de los grandes grupos de poder económico a los que el gobierno representa. En medio de este clima se desarrolla un proceso electoral: el presidente pisotea la Constitución al no pedir licencia y ser por tanto presidente y candidato al mismo tiempo, así como no haber delegado la presidencia a la vicepresidenta electa y armar un show político que solo pretende desviar la atención respecto a los problemas reales que vive el país.
–¿Cómo llega el movimiento indígena y cuáles son las principales propuestas de su candidatura?
–El movimiento indígena llega con una decisión colectiva que es resultado de una serie de consultas en asambleas, congresos y convenciones donde se tomó la decisión de participar con candidato propio. Por tanto, nuestra propuesta responde a ese mandato colectivo que recoge nuestro proyecto político y los diez puntos de la Conaie levantados durante las movilizaciones de junio 2022, pasando por las propuestas construidas en el parlamento de los pueblos hasta las decisiones tomadas en sucesivos procesos de debate y análisis al interno del movimiento indígena y el movimiento Pachakutik. Así conformamos nuestro plan de gobierno que se puede ver en Internet.
–¿Por qué no se pudo acordar una candidatura unificada con el correísmo?
–De nuestra parte ha existido la voluntad, sin embargo la falta de claridad respecto a la política extractiva hace que no se puedan llegar a puntos de encuentro. Nosotros somos radicales en eso: rechazamos la minería metálica. Para nosotros es un tema irrenunciable ya que respondemos al mandato de las comunidades afectadas por el saqueo y la devastación de la megaminería. También hemos observado poca capacidad de autocrítica en el progresismo, en especial en la relación con los pueblos y nacionalidades para entender a la plurinacionalidad como mecanismo de crítica y de superación al colonialismo que, para nosotros, es una ruptura histórica que necesitamos hacer con el Estado monocultural y uninacional, no mirado sólo desde lo étnico sino como una postura de transformación profunda de la estructura colonial.
En este momento de polarización, tanto la derecha como el progresismo pretenden vender la idea de ser las únicas opciones para una segunda vuelta, pero lo que no dicen es que hay un inmenso sector de la población, del 50% o 55%, que aún no ha decidido su voto. Nosotros creemos que podemos representar esa opción, por lo que nuestras posibilidades están intactas: somos una opción real en crecimiento frente a la derecha y el progresismo.
–En caso de una segunda vuelta entre Noboa y Luisa González, ¿ya tienen una postura definida?
–No podríamos anticiparla, estamos viviendo este proceso aquí y ahora. En su momento, luego de consultar a las bases, daremos a conocer nuestra postura.
–El Ecuador ha sufrido una abrupta transformación en los últimos años a partir de la llegada y proliferación de los grupos narcocriminales. ¿Cuáles cree que son las razones que dieron lugar a este drama y qué proponen para enfrentarlo?
–Sin duda este es uno de los problemas más sentidos para los ecuatorianos. El avance de la violencia de los grupos criminales ha situado al país entre los más violentos del mundo. Por tanto, no es un tema que se pueda tomar a la ligera y hay que ir al fondo para establecer los vínculos que han tendido las mafias con los grupos de poder, así como con la estructura misma del Estado. Ha llevado a que el Ecuador pase a ser conocido internacionalmente como un narcoestado. Es uno de los temas de atención inmediata que no puede ser solucionado con más violencia hacia los sectores empobrecidos, excluidos y racializados como ha optado el actual gobierno, sino con políticas que generen educación y empleo para los jóvenes para evitar que se vinculen a los grupos criminales por falta de oportunidades. «
El próximo domingo las y los ecuatorianos darán el puntapié inicial del calendario electoral latinoamericano 2025. En el marco de una extendida crisis política y de seguridad, el presidente Daniel Noboa intentará prolongar por otros cuatro años el corto mandato que logró en 2023 para completar el período que le correspondía a Guillermo Lasso, quien llamó a elecciones anticipadas cuando enfrentaba un juicio político por corrupción.
Con apenas 37 años, el hijo de uno de los empresarios más ricos del país buscará la reelección luego de apostar a la militarización y al monitoreo de Estados Unidos para afrontar la espiral de violencia narcocriminal que explotó en los últimos años y que no deja de escalar: durante el mes de enero, Ecuador registró en promedio un homicidio por hora.
Según las últimas encuestas, Noboa iría a una segunda vuelta, prevista para el 13 de abril, frente a la abogada Luisa González, la candidata de la Revolución Ciudadana —el partido que lidera el expresidente Rafael Correa desde Bélgica—, con lo que se repetiría el escenario de la última elección. Después de haber perdido los dos últimos balotajes, el correísmo tiene el gran desafío de consolidarse como primera fuerza pero, sobre todo, ampliar su base electoral para no quedarse otra vez a las puertas de regresar al Palacio de Carondelet.
Además se presentan otras 14 candidaturas presidenciales (una mujer y 13 varones), la mayoría con posiciones del centro a la derecha pero también competirán el líder indígena Leonidas Iza (ver entrevista) y Carlos Rabascall, quien en 2021 fue candidato a vicepresidente por el correísmo.
Además de la presidencia para el período 2025-2029, estará en juego la elección de las 151 bancas para la Asamblea Nacional y los cinco representantes al Parlamento Andino.
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