En pocos días comienza el receso escolar invernal y los papás y mamás ya piensan en programas y salidas para entretener a sus hijos. En esta nota, una guía de 5 lecturas para distintas edades para que lo pasen bien en casa y estimulen la imaginación.
Distintos autores e ilustradores y textos acordes a diferentes edades e intereses pueden ser una buena forma para que los más chicos de la casa entiendan la literatura como placer y no como obligación.
Este libro de Nicolás Schuff con ilustraciones de Gabriela Burin, “Fruta podrida” (Ralenti) les da voz a las frutas y las hace hablar en verso.
Si algo toma en cuenta el autor es que la infancia es la edad en que lo extraordinario no sorprende. Que las frutas hablen y lo hagan en verso de manera muy divertida, no les resultará extraño a a los más chicos, por el contrario será absolutamente compatible con un pensamiento libre que no reconocer barreras ni clasificaciones.
La cereza que se aburre, la banana con pecas, la pera esperanzada que espera y espera, la ciruela curiosa, la manzana trabajadora, el membrillo enamorado de la frutilla, el pomelo soñador que se hace amigo del higo yla naranja viajera cansada de la ciudad que hace dedo en la ruta, juegan con las palabras y hacen malabares con ellas. Un libro en que el dibujo de colores intensos y formas contundentes son variante paralela de la narración. Un libro ideal para los más chiquitos que aún no leen, pero les encantan las historias que les cuentan los mayores.
Con textos de Nicola Davies e ilustraciones de Jennie Desmond este libro invita a los chicos ya no tan chicos a pensar qué sucede con los animales en otros lugares del mundo cuando dan las 12 y comienza un nuevo día en Londres.
Es así que recorre la noche ártica, el valle de Luangwa, en Zambia; en la playa de Gahirmatha, en India; la reserva natural nacional de Gaoligongshaw en China; en Donsol, Filipinas; en el Parque Nacional de Mutawintsi, en Australia; en la Isla Ross, en Antártida; en Maui, Hawai; en el Parque Nacional Pinnacles, California; en le Parque Nacional Yasuní, Ecuador; en Pantalán, Brasil; para luego volver a Londres.
Un libro que ayuda a conocer nuestro mundo y cuidarlo porque solo se ama y se cuida lo que se conoce.
Un libro de Gabriela Llarralde y Lucía Marroquín que celebra la línea para destacar las formas de los diferentes tipos de perros a través del paseo de Salchi, un can salchicha o asalchichado que va al parque todos los días porque en su casa no tiene jardín.
Le cuesta integrarse a la pandilla de perros que hacen pozos porque él no sabe hacerlos y vuelve a su casa frustrado. Hasta que descubre que él tiene otra habilidad que los demás no poseen: saltar charcos en días de lluvia. A partir de ese momento la pandilla de perros que hacen pozos será la pandilla de los que hacen pozos y saltan charcos.
Un texto a favor de la diversidad y el respeto por la identidad pensado para los más chicos.
La propuesta del texto de Melina Pogorelsky y Grabiela Burin, “Como hachos” (Pequeño Editor), invierte los roles tradicionales: los padres actúan como los hijos y viceversa.
Los padres les ganan por cansancios con súplicas y promesas a los hijos para que los dejen tener en la casa un chancho que se llama Pedorro. Los chicos les dicen que harán la prueba durante tres días. Cumplido el plazo, resulta muy claro que no es posible convivir con un chancho en una casa y, con mucho dolor de parte de los padres encariñados con él, llega el momento en que Pedorro debe marcharse.
El abuelo encuentra la mejor solución: Pedorro irá a un chiquero que compartirá con sus congéneres y la familia en pleno lo puede visitar los fines de semana.
La inversión de roles hace que los chicos perciban el carácter absurdo de algunas propuestas que no tienen en cuenta lo que necesita el otro, en este caso, un chancho.
De este súper búho escrito por Sean Taylor e lustrado por Jean Jullien editado por Pípala puede decirse que se sobreestima y es un búho fracasado. Intenta comerse diversos animales y nunca acierta a engañarlos. Cree que sabe disfrazarse de la manera más eficaz para lograrlo, pero lo cierto es que no lo consigue jamás.
Finalmente logra comerse una pizza disfrazado de camarero. Pero, claro, no es su disfraz el que hace posible que sacie su hambre, sino el hecho de que la pizza no se mueve ni se defiende. Súper búho se cree un superhéroe, pero, definitivamente, no lo es.
Un hermoso libro-álbum pensado para los más chicos. Los dibujos tienen colores llamativos y líneas contundentes que se recortan sobre fondo negro porque la noche, que es el momento preferido de este pájaro, es «negra como una tostada«.
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