A los 33 años, con tres anillos y una historia de superación personal, el líder de los Cavaliers marca una época. LeBron hace todo. Puntos, rebotes y asistencias. El equipo lo tiene en el centro del juego, una tendencia en una NBA sin especialistas. Cleveland juega hoy con Boston el primer partido de la serie final del Este.
LeBron terminó su mejor temporada regular de los últimos ocho años con promedios de 27,5 puntos por juego, 9,1 asistencias y 7,8 rebotes. Hizo de todo. Jugó en modo Avenger. Y todavía lo hace en los Playoffs. Todas las pelotas pasan por él, nadie hace nada sin que LeBron participe de la jugada y es letal en definiciones sobre la chicharra, como lo hizo ante Indiana Pacers en la primera ronda o ante Toronto Raptors, número uno del Este y al que los Cavs barrieron por 4-0. Las acciones de LeBron en esa serie y su paternidad sobre los Raptors hicieron que la prensa local rebautice a los canadienses como LeBronto.
Habrá que ver qué sucede con la serie final de la Conferencia Este ante los jóvenes Boston Celtics -hoy a las 16:30 será el primer juego-. De llegar a la final (Warriors-Rockets definen en el Oeste), sería la octava aparición consecutiva de LeBron en esa instancia decisiva y la novena de su carrera.
Después de una infancia traumática, la clave para cambiar su vida fue la aparición de Frank Walker. LeBron llegó a la casa de la familia Walker debido a los problemas económicos de su madre, Gloria James, que tenía 16 años (el padre, Anthony McClelland, murió cuando LeBron era un bebé).
Frank fue el primero que le puso una pelota de básquet en sus manos. Antes había probado con el fútbol americano, donde le auguraban un gran futuro. Dru Joyce, padre de su mejor amigo, fue su mentor en el básquet. Tanto Walker como Joyce también fueron fundamentales para que LeBron mejore sus notas en el colegio. De su mano, una ignota secundaria de Akron (200 mil habitantes) adquirió una popularidad nunca antes vista en esa zona.
Es el primer y único prodigio en llegar a ponerse una corona. Miles son los que lo intentan, circulan videos en las redes sociales de montones de pequeños que generan show en sus escuelas pero que luego no alcanzan la madurez ni el acompañamiento necesaria para triunfar en la elite.
LeBron fue uno de esos fenómenos. A los 13 años llamó la atención de los medios de comunicación por su talento y espectacularidad. Tal es así que hizo historia cuando ESPN movió toda su maquinaria para transmitir en vivo el encuentro entre su colegio, el St. Vincent-St. Mary´s High School ante el número uno de la nación, Oak HS. El triunfo fue de LeBron, que se lució con 31 puntos y 16 rebotes. Tras ese juego fue tapa de la revista Sports Illustrated.
Las luces de las cámaras siguen hoy bien de cerca a aquel niño prodigio del básquet, que hoy es el mayor dominador. Ese deporte de a poco va dejando de ser para jugadores de rol (anotadores, pasadores, reboteros, defensores) para evolucionar en el nuevo básquet: dominio total del juego.
El arribo de LeBron a la NBA fue el último golpe de efecto que tuvo la liga estadounidense a nivel global. No sólo es el líder de su equipo en todos los rubros sino que también sabe definir juegos con su defensa, basta con recordar el taponazo de antología que le metió a Andre Iguodala para definir el título de la final 2015/2016 ante los Warriors y dar vuelta la serie de 1-3 a 4-3. Histórico.
A partir de LeBron, otros jugadores se convirtieron en superjugadores: Russell Westbrook es uno de ellos. El líder de Oklahoma City Thunder terminó por segundo año consecutivo con promedios de doble decena en tres rubros diferentes: 25,5, 10,3 y 10,1. James Harden cerró con 30,4, 8,1 y 10,5. El rookie Ben Simmons, de los Sixers, llegó a esa categoría con promedios de 16,4, 7,8 y 9,4. Y en Europa asoma el esloveno Luka Doncic, del Real Madrid y próximo top 3 del draft de la NBA. Luego de once años sin triples-dobles en la ACB de España, el alero de 19 años marcó 17 tantos, 10 rebotes y 10 asistencias, en el triunfo ante Betis.
Atrás quedaron otras dos épocas, de las cercanas, que marcaron las evoluciones de este deporte. La de Michael Jordan en los ’90, con seis títulos en Chicago Bulls y promedios de 32, 8 y 8 (año 1989) y la de Kobe Bryant en el 2000, con escalofriantes números de 30, 6 y 7 con la casaca de los Lakers.
Esta es la Era LeBron. El Elegido ya es uno más de sus 40 tatuajes. También tiene escrito «historia», «testigo», sus tres hijos, su madre Gloria y muchos más, pero el que se destaca ahora es un león con corona, porque ya es El rey de la selva.
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