Los hinchas de Racing podrán ir este sábado a la cancha de Colón pero la entrada vale el doble de lo que estableció la AFA. Un ejemplo más de que ir a la cancha se convirtió en el último tiempo en un ritual de elite.
Colón decidió que el sábado podía recibir hasta 4200 hinchas de Racing. Desde hace un tiempo, la chance de que haya público visitante en las canchas depende, sobre todo, del club anfitrión, que además tiene la potestad de poner el precio de las entradas. Por eso, el domingo Racing anunció que pondría a la venta entradas de manera prioritaria para sus abonados y socios. Y advirtió: “El club local decidió en este contexto de forma unilateral el precio y la cantidad de localidades destinadas a la parcialidad académica”.
Se lanzaron a la venta 3500 populares a 800 pesos y 700 plateas a 1400, que sólo se pudieron adquirir a través del sistema Boletería Vip. No son tickets físicos, se cargan directamente en el carnet de cada socio. Y la compra tiene un cargo de 80 pesos por transacción. Los precios exceden por lejos a los determinados por AFA y Superliga, que estableció un mínimo de 320 pesos y un máximo de 400. Es decir, que las populares visitantes para el partido del sábado entre Colón y Racing duplican esos parámetros. Si se hace la cuenta internacional, están veinte dólares, como podían conseguirse en Europa pero sin las mismas comodidades.
Según explican los dirigentes, el club que ejerce la localía es quien fija el precio. Incluso por fuera de lo que define la AFA y la Superliga. En su momento, se había dicho que ningún club podrá vender entradas más caras. Sin embargo, se inventó una trampa. ¿Qué hacen los clubes? Saltean esos rangos estableciendo “tribunas preferenciales” u otros ardides para fijar precios que excedan esos límites. En el último partido en el Monumental, incluso, algunos hinchas testimoniaron que River vendió entradas generales a 500 pesos para invitados y a 350 pesos para socios o adherentes, que para colmo tuvieron que ir en la semana al Monumental a retirar la tarjeta de acceso.
Ir a la cancha se convirtió en el último tiempo en un ritual de elite, una actividad cada vez más excluyente y menos popular. En Boca, ya no hay lugar para aquellos que no son socios. Luego está la lista de adherentes. Los hinchas visitantes van cuando lo define el club local, que pocas veces quiere recibirlos. Y cuando los reciben, les imponen precios elevados para hacer una diferencia económica. Eso sí, las entradas las pueden pagar en cuotas. Y el que no le alcanza ni siquiera así, se queda afuera. Antes se llamaban populares, ahora ni así se pueden nombrar.
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