La politóloga y difusora de la cultura palestina Carolina Bracco estudió en profundidad a la bailarina egipcia Tahia Carioca para hablar de la historia política de ese país.
Estamos atravesados por formas binarias de pensar las realidades. Y dichas paradas culturales, lejos de ser detenciones inocuas, dirigen desde esas bases estudios y formas de mirar, enunciar y fabricar imágenes categóricas acerca del Islam, además de sostener sistemas de Estado colonizadores y colonizantes.
No hay más que revisar como ejemplo los cables de noticias o las formas en las cuales diarios emblemáticos argentinos o europeos difunden la visita de Donald Trump en Arabia Saudita y su deseo de integración y simpatía, cuando hace tan sólo unas semanas ese país fue noticia porque se cuestionaba su ingreso en el Consejo de las Mujeres de la ONU. En esa oportunidad, las noticias hablaron de islamistas pirómanos y de los más machistas. Cabe hacerse las preguntas: ¿Quién puede hablar? ¿Quién no puede hablar? ¿Sobre qué podemos hablar? Además de los memes trumposos que van a distraernos, ¿qué tópicos mesiánicos con temas de democracia y liberación habrá punteado el presidente desarrollista y colonizador del muro?
Bracco durante la conversación combina danza con política y recomienda lecturas y artistas árabes. A través de su trabajo, difunde en revistas, exposiciones y ciclos artísticos la cultura Palestina, al frente del Departamento de Cultura de la Embajada. La politóloga argentina cumplió un recorrido en etapas en los cuales fue capaz de visitar lo inexplorado. Y desaprendió las estructuras. Esa perspectiva acrecienta los motivos para una mirada latinoamericana y decolonial como propuesta de un recorrido diferenciado.
-¿Qué fue lo que primero te interesó?
-La danza. Profundicé en las bailarinas, pero no desde lo etnográfico. Estaba naciendo algo en mí. Creo que uno busca una profesión a partir de los intereses personales, me interesaba por la aparente contradicción que hay entre una sociedad que oculta el cuerpo de sus mujeres y, al mismo tiempo, genera danzas en el cual el cuerpo de la mujer es protagonista, especialmente, los movimientos pélvicos y provocativos. El tema de la bailarina era interesante para hablar de otras cosas. ¿Cómo se construye el espacio público y el espacio privado en el mundo árabe? ¿Cómo transita este cuerpo de la mujer que se mueve en un doble sentido: de transitar y bailar en un mundo de hombres? ¿Cómo se trazó la mirada occidental sobre las bailarinas, específicamente, árabes?
-En ese trabajo, ¿cuál fue la respuesta que te dio la bailarina Tahia Carioca?
-Fue desaprender todo lo que había construido en mi cabeza sobre lo que significa ser una bailarina árabe, qué eran las mujeres árabes. Además es una generalización absurda es como hablar de las mujeres latinoamericanas. Esta construcción para contraponerlas con las mujeres occidentales queda encerrada en díadas que esconden un profundo racismo.
-¿Leíste sólo autores hombres?
-Hay mujeres. Está el tema de la categoría de la mujer árabe como objeto de estudio, pasivo. Me interesaba ir (NdelaR: a El Cairo) para poner caras y voces a esas mujeres que son mujeres como nosotras. Tahia Carioca vivió 80 años, además de bailarina lo relevante es que fue activista política, hizo cine, teatro político y fue la primera prisionera política en las cárceles de Gamal Abdel Nasser. Era una vida muy rica a partir de la cual yo podía contar ochenta años de la historia de Egipto de 1919 a 1999.
-Una mirada abarcadora que sale de la danza del vientre.
-Viene de una larga tradición orientalista, la construcción que hace Occidente sobre Oriente, que tiene que ver con una feminización de Oriente de manera general. Creo que ella era feminista sin saberlo. Eso es lo que pasa mucho en el Mundo Árabe musulmán, las mujeres no se reivindican como feministas en el sentido que le damos nosotras pero su construcción diaria es completamente feminista. Creo que hay que construir un diálogo más fluido entre las que se autodenominan feministas y las que no, árabes y latinoamericanas porque hay mucho en común, más de lo que se cree. Pasar la barrera de la mujer árabe como la oprimida, callada que aporta al discurso hegemónico y al apropiamiento de sus tierras, invasiones y bombardeos. Como mujeres y feministas tenemos que construir esos puentes.
-¿Cómo podríamos mirar de otro modo?
-La construcción sobre la mujer árabe es tan sesgada que hace que pongamos un grito en el cielo cuando una mujer es apedreada y no cuando una mujer tiene que dar a luz en un puesto de control porque no la dejan pasar para ir al hospital a parir. Ese tipo de violencias y humillación de parte del ejército israelí potencia la situación de opresión de las mujeres por estar también bajo el patriarcado. Esto hace que las palestinas tengan una carga doble. En otras experiencias de la región, por ejemplo en Argelia, vimos como el movimiento de mujeres quedó supeditado a la lucha nacional, para quedar luego definitivamente en un segundo plano. Abogamos por el fin de la ocupación y que las palestinas y los palestinos puedan elegir su destino.
-¿Cuál es tu tarea en la Embajada de Palestina?
-Hago gestión de actividades culturales y académicas. Acabamos de lanzar una revista (ver aparte Revista Al Zeytun) con un comité académico integrado por académicas de universidades mexicanas y españolas. La publicación integra además los trabajos que recibimos en diferentes convocatorias realizadas por la Embajada, como el Primer Salón Nacional de Grabado Palestina Libre, cuya nueva edición acabamos de cerrar hace poco con el doble de convocatoria del año anterior; la convocatoria Postales de Palestina que organizamos con nuestra querida amiga Ana Longoni, en la que participaron artistas como Yuyo Noé, Natalia Revale y Javier Olmo. La intención de la revista es doble; combinar artículos de divulgación de la cultura y realidad palestinas con artículos académicos para los que lanzamos una convocatoria específica con revisión ciega por pares, actualmente abierta. Desde la Embajada trabajamos en este sentido con la intención de crear estos puentes entre nuestra región y Palestina, afortunadamente contamos con un Embajador que está muy interesado en el arte y la cultura y desarrollamos lazos de amistad con destacados artistas e intelectuales como Horacio González, Miguel Ángel Estrella, Liliana Herrero, Vicente Zito Lema y Yuyo Noé, entre otros.
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