Un informe del Centro Universitario de Industrias Culturales (CUICA), hizo un relevamiento del período 2014/2017 en el sector editorial, musical, audiovisual, de diseño y de artes escénicas. Las conclusiones son alarmantes. El director de este Centro dialogó con "Tiempo Argentino".
Las investigaciones de cada uno de estos sectores fueron llevados a cabo por especialistas en la materia. Ellos son, respectivamente Nicolás Sticotti: Diego Zapico junto a Javier Tennenbaum; Eva Piwowarski; Paola Pavanello y Sabrina Cassini junto a Diego Ernesto Rodríguez.
Ésta es la primera experiencia en el país destinada a apoyar los desarrollos de la economía de la Cultura. Los trabajos ponen el acento sobre todo en la situación de los proyectos pymes, cooperativos, comunitarios y autogestionados de las industrias culturales y el período tomado en cuenta es 1914/2017.
Los datos son alarmantes. Basta con decir que si se toma la situación del sector editorial en 2014 y se la compara con la de 2017, la retracción es del 50 por ciento. La producción de ejemplares impresos acumula una caída del 39 por ciento respecto de 2015.
Hamawi, que fue director nacional de Industrias Culturales durante el gobierno anterior, dialogó con Tiempo Argentino acerca de la crisis en ese campo y sobre las investigaciones llevadas a cabo por el CUICA.
-¿Cómo se originó el informe realizado por el Cuica desde la Universidad de Avellaneda?
-Lo primero a destacar es que el CUICA es el primer emprendimiento en su tipo que se hace en una universidad pública. Lo que quisimos hacer, en la medida de los posible, es achicar la distancia entre los hechos y las palabras. En la Argentina, en los últimos años hay una tendencia a tomar distancia entre lo que se dice y lo que constatamos en nuestra cotidianidad, cosa que en el campo de las industrias culturales es muy clara. Pintan panoramas no digo exitosos, pero sí normales cuando lo que se está dando es una situación crítica que nosotros pensamos que en algunos sectores tiene tendencia a empeorar. Para saber si esta presunción era cierta, convocamos a especialistas de cada una de las disciplinas que nos interesaba rastrear y les pedimos que hicieran un análisis pormenorizado de lo que pasaba en 2014-2015 y lo que ha venido pasando en el bienio 2016-2017. En algunos sectores hay más datos, por ejemplo, en el sector editorial, otros tienen menos, como el sector de diseño. Por eso quienes lean el informe completo se van a encontrar con que algunos trabajos tienen mayor cantidad de datos duros y otros, mayor cantidad de testimonios. En términos generales lo que se está produciendo es un retroceso en los cinco sectores que analizamos, producto de varias cuestiones. En algunos de producción tangible, como el sector editorial, aparece como causa del retroceso la apertura indiscriminada de la importación. El común denominador de la baja en todos es la pérdida de poder adquisitivo de la gente; el tema de las tarifas de servicios que hace, por ejemplo que cierren librerías, salas teatrales. En el sector editorial hubo 20 millones de ejemplares impresos menos en 2016 que en 2015. En el caso de las artes escénicas hay un problema específico que es el de las habilitaciones que sumado al de las altas tarifas crea un cóctel muy complicado para el sector.
-¿De qué forma se implementó este estudio y cuánto tiempo demandó?
-Convocamos hace seis meses a los especialistas y les pedimos que hicieran, por un lado, la mayor cantidad de recopilación de datos a partir de informes de cámaras, de cuentas satélites de Cultura. Por otro, les pedimos que hablaran con los protagonistas de cada área para ver cuáles eran sus visiones particulares y expectativas. Luego cada uno de los especialistas redactó su informe de acuerdo a un formato general que pautamos en conjunto.
-¿Tienen pensado difundir este informe para que tenga algún tipo de repercusión práctica?
-Sí, lo enviamos a los medios para que la gente tenga información sobre lo que está pasando, lo enviamos a las cámaras de los sectores específicos, muchas de las cuales colaboraron en el informe y creo que en el comienzo del próximo año deberíamos trabajar con los protagonistas, sean cámaras o productores de estos sectores para que a partir de estos datos concretos se pueda arrimar no sólo un diagnóstico sino también algunas propuestas para ver si tanto desde la nación y las provincias se toman algunas medidas para frenar esta desaceleración tan importante. Tengo la presunción de que esta situación crítica va a incrementarse. Yo vengo del mundo editorial y acabo de llegar de la Feria del Libro de México y caminando los stands pude comprobar que el libro mexicano es mucho más barato que el argentino y eso prefigura mayor cantidad de importaciones, menos producción de libros de editoriales argentinas. También se nota cómo se ha acelerado la producción de libros en el exterior de editoriales argentinas. A esto se suma en algunos sectores la falta de participación activa del Estado ya sea en la compra de libros por parte del Ministerio de Educación o en la promoción audiovisual que se hacía desde las universidades hasta el 2015.
-¿Qué incidencia en el PBI tuvieron las industrias culturales hasta 2015?
-Representaban el 3,5 por ciento que equivalía a veinte veces la pesca y tres veces la minería.
-¿Y en este momento?
-Todavía no tenemos ese dato. Además, hay que considerar que hasta 2015 había 500.000 personas trabajando de manera directa en el sector. Como siempre, en esta área hay que pensar tanto en la dimensión económica como en la dimensión cultural, simbólica. Y la limitación en la producción de libros, de películas, de obras de teatro implica también un empobrecimiento cultural en general más allá de si las empresas del sector funcionan más o menos. En el informe sobre artes escénicas es posible ver que los espectáculos en vivo no han bajado tanto, pero que se ha multiplicado la contratación de artistas extranjeros. No estamos en contra de que haya artistas extranjeros, no nos parece mal que haya músicos de otros países, lo que nos parece mal es que eso sea en detrimento de que los artistas argentinos puedan trabajar y desarrollarse. La situación es muy parecida a la de los 90. El cóctel de abrir la importación, las altas tarifas y la retracción del Estado da como consecuencia estos resultados.
-Tengo entendido que mientras ahora se cierran centros culturales, durante el gobierno anterior se construyó la mayor cantidad de metros dedicados a la cultura que en cualquier otra gestión, incluso más que durante la época de Perón. ¿Es así?
-Sí, exactamente. Durante el gobierno anterior se abrieron museos, casas de la Cultura, centros culturales. El año 2014 hubo un récord histórico en la producción de libros, tanto en cantidad de títulos como de ejemplares. Creo que en el mismo año también fuimos récord en la producción de películas. En su momento se discutió mucho el tema de la importación de libros pero en rigor la discusión pasa por el hecho de que los editores argentinos no impriman sus libros afuera y en esto se había logrado un equilibrio. Hoy, entre los damnificados están las imprentas.
-Es una cadena porque al disminuir la cantidad de producción de libros disminuyen la actividad de sectores que uno no relacionaría con esto como son, por ejemplo, los fletes.
-Claro, es una cadena. Si una editorial no produce libros puede importarlos y a lo mejor no le va mal con eso, pero se deteriora la cadena de valor y la suma de estos deterioros nos lleva a la situación en que estamos: el consumo no crece, la economía se detiene. Por eso con el informe quisimos mostrar y, a la vez, involucrar al sector en una reflexión. No es un problema que tengan sólo los cineastas o los teatristas, es un problema común y en la medida en que se entienda esto, las soluciones no serán sólo sectoriales, porque esto no se arregla con un subsidio o una baja en una tarifa, sino que hay un problema más general que tiene que ver con el consumo, los estímulos públicos
-La gente no a va a consumir cultura si no puede llenar la heladera.
-Sí, el primer consumo que se restringe en épocas de crisis es el cultural y justamente por eso, cuando se descomprime la situación crítica, la cultura crece mucho más rápido que el resto de los bienes de consumo. Entre 2003 y 2007 prácticamente el consumo de bienes culturales creció, en algunos años de ese período, dos veces lo que creció el consumo general. Cuando sube el poder adquisitivo la gente se vuelca al consumo cultural. Pero esto que sucede hoy es una tormenta anunciada.
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