La geopolítica vaticana desde su asunción. Su visión sobre lo que pasa en América Latina: Nicaragua, Cuba, Venezuela y el posible encuentro con Lula. Su apuesta para mediar entre Moscú y Kiev.
Que no viaje para el continente americano no significa que no esté siguiendo de cerca la situación en algunos países y sostenga silenciosas conversaciones. En las vísperas de los diez años de su papado, Bergoglio descongeló las entrevistas con medios argentinos y en una semana concedió tres muy extensas. Dos de ellas fueron a dueños de medios. Ante una pregunta de Infobae sobre Nicaragua, recordó: «Ahí tenemos un obispo preso, un hombre muy serio, muy capaz. Quiso dar su testimonio y no aceptó el exilio. Es una cosa que está fuera de lo que estamos viviendo. Es como si fuera traer la dictadura comunista de 1917 o la hitleriana del 35, traer aquí las mismas. Son un tipo de dictaduras groseras. O, para usar una distinción linda de Argentina, guarangas. Guarangas», lanzó el jefe del Estado Vaticano cuando le recordaron que el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, había dicho que «los obispos, los curas, los papas, son una mafia». El sacerdote jesuita le contestó en la misma respuesta: «Con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige (ese mensaje)».
Pero el frío que le dedica a Nicaragua, en medio de un tironeo espeso por la libertad del obispo Rolando Álvarez, no llega a Venezuela y a Cuba. Mucho menos a Brasil desde que Luiz Inácio Lula da Silva volvió a la presidencia el 1° de enero pasado. Por ahora no hay una segunda visita papal al gigante amazónico. Realizarla lo obligaría a pasar por la Argentina y, a pesar de sus declaraciones, las fuentes que tienen diálogo con Bergoglio confiaron a Tiempo su opinión a partir de lo que han charlado con él. Dicen que son pocas las chances de que Francisco vuelva a su país de origen en los próximos años. Por fuera de las especulaciones sobre un segundo viaje a Brasil, hay grandes chances de que el Papa reciba al presidente brasileño en el Vaticano durante los próximos meses.
Según supo este diario, más allá del malestar de Bergoglio con Ortega, el pontífice dialoga con el presidente venezolano Nicolás Maduro. «Hablo con él, tengo un buen diálogo, hay que llevarlo, es una persona razonable», le dijo el Papa a un interlocutor argentino con el que analiza el escenario regional. Lo mismo sucede con Cuba. «Yo quiero mucho al pueblo cubano. Tuve buenas relaciones humanas con gente cubana y también lo confieso: con Raúl Castro tengo una relación humana. Yo me quedé contento cuando se logró ese pequeño acuerdo con los Estados Unidos, que el presidente Obama lo quiso en su momento, y Raúl Castro lo aceptó y fue un buen paso adelante, pero que se detuvo ahora», dijo al canal Univisión en julio pasado. «En estos momentos se están haciendo diálogos de sondeo para acortar distancia. Cuba es un símbolo, Cuba tiene una historia grande. Yo me siento muy cercano, incluso a los obispos cubanos», dijo en ese momento.
Fue siete meses antes de la visita del cardenal Belarmino Stella a La Habana para reunirse con el mandatario cubano Miguel Díaz-Canel. El prelado fue recibido el 23 de febrero y dijo a la prensa que Bergoglio estaba presionando para liberar a 700 personas acusadas por el gobierno de participar en protestas. «El Papa desea mucho que haya una respuesta positiva. Amnistía, clemencia, como quiera que se llame. Las palabras son secundarias. Es importante que los jóvenes que en su momento se pronunciaron puedan volver a sus casas», lanzó el cardenal.
Parte del hilo que se teje en forma silenciosa entre Roma y La Habana también apunta a retomar el restablecimiento con Washington de 2014. Biden era el vice de Barack Obama en ese momento y desde el año pasado es el segundo presidente católico de los Estados Unidos. Sin embargo ha endurecido las sanciones y el embargo que rige desde 1961 contra Cuba.
La guerra en Ucrania es otro techo de piedra para las gestiones que puede realizar el Vaticano durante el papado bergogliano, pero en estas jornadas ratificó la disposición de mediar personalmente. «Yo estoy dispuesto a ir a Kiev. Quiero ir a Kiev. Pero con la condición de ir a Moscú. Voy a los dos lugares o a ninguno», le dijo Bergoglio al diario La Nación, para reafirmar su predisposición a mediar. Con el mandatario ucraniano, Volodímir Zelensky sólo habló por teléfono en agosto y con el presidente ruso mantiene una relación mas extensa. Bergoglio lo valora como interlocutor. «Es culto. A mí me visitó tres veces acá como jefe de Estado y se puede llevar una conversación de alto nivel con él», explicó en la misma entrevista.
Hay una razón gravitante en este nuevo guante que lanzó Bergoglio sobre Ucrania. Quienes lo visitan en Santa Marta confirman que está muy preocupado por las atrocidades que le informan los nuncios apostólicos sobre crímenes de guerra cometidos por los dos países en conflicto. Pero también cuentan que el Papa considera que, si bien Putin dio el paso de iniciar las acciones bélicas e invadir a Ucrania, no pierde de vista que Estados Unidos y la OTAN lo fueron cercando. «Tiene muy claro que Washington esta jugando muy fuerte y que es una provocación», contó una visita romana que le preguntó sobre el desarrollo imprevisible de la guerra que azota a Eurasia.
Con la apuesta que hizo del viaje combinado a Moscú y a Kiev podría dar un giro al rol que esta jugando en ese conflicto y quizás por eso no aparece ningún viaje próximo a su continente.
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