Sus antecedentes remarcan que apelan en formas masiva a la precarización laboral con sus trabajadores. Advierten que su desembarco en el sistema financiero conllevaría riesgos económicos.
La app de delivery colombiana que compite con Glovo y PedidosYa, se propone hacer uso de la inmensa base de datos que acumula desde 2015 cuando empezó a operar y que incrementó exponencialmente durante la pandemia. Allí están las direcciones, cuentas bancarias, tarjetas de crédito y, más importante aún, los hábitos de consumo de millones de clientes y proveedores de toda la región a quienes ahora se propone ofrecerle servicios de pago, billeteras virtuales y hasta créditos personales.
En ese camino PedidosYa ya activó PedidosYa Pay, que permite asociar tarjetas de crédito propias al pago de sus pedidos.
De este modo las apps, que todavía arrastran conflictos con los sindicatos por la ausencia de regulaciones laborales, abren en el horizonte un nuevo frente de pelea, esta vez con el gremio bancario, que reclama el encuadramiento de toda actividad vinculada a las operaciones financieras.
Las apps en la Argentina han venido colisionando con la organización de sus trabajadores que, incluso, llegaron a tender redes a escala continental y mundial. Sin ir más lejos el viernes último una protesta de trabajadores de Pedidos Ya reclamó el cumplimiento de los acuerdos paritarios para los trabajadores bajo convenio que, en rigor, resultan la minoría en el ecosistema de repartidores tanto en esa aplicación como en sus competidoras. Es lo que explica los cuatro paros autoconvocados que se produjeron durante 2020 impulsados por la Asamblea Nacional de Repartidores y agrupaciones como ATR o Glovers Unidos, dos de ellos, coordinados con sus pares de Costa Rica, Brasil, Inglaterra y Japón, entre otros.
Por ese motivo durante los últimos meses se desarrollaron negociaciones en la cartera laboral entre las empresas y el sindicato de delivery Assim que, según pudo saber Tiempo, fracasaron. En sintonía, la AFIP elaboró un proyecto de ley cuyo propósito es el de normalizar la recaudación de los aportes previsionales. Para eso se propone un régimen similar al de la construcción (sin estabilidad ni indemnización por despido) o la creación de un monotributo especial que no resuelve la ausencia de relación laboral y la responsabilidad empresaria.
Marcelo Pariente, titular de Assim, dijo que «si el proyecto de ley que preparan mantiene la propuesta vamos a estar en contra. No está bien la lógica que indica que las plataformas necesitan una regulación nueva». Pero además, alertó, «las apps no solo precarizan al trabajador, son la peor forma de competencia que están sufriendo las empresas». Es que, explicó, «compiten con sus clientes y ya saben lo que la gente consume. Están abriendo supermercados, casas de comida y hasta servicios financieros con empleados precarizados».
Su inminente irrupción en el mundo de las fintech plantea, más temprano que tarde, la intervención del sindicato bancario que, en el conflicto con las fintech, ha confluido las cámaras empresarias que las consideran competidoras desleales. Junto con la entidad sindical reclaman que sean «empresas de intermediación financiera» y queden regidas por la Ley de Entidades Financieras.
Eduardo Berrozpe, de La Bancaria, señaló a Tiempo que «todo trabajador que realiza operaciones financieras vinculadas al sistema bancario debe ser bancario». Pero además, consideró que «estas apps comerciales que operan como plataformas financieras deben ser reguladas por los Estados que tienen la función indelegable de emitir moneda. No solo realizan transacciones; están creando moneda e implican un severo riesgo para la economía».
Lucas, trabajador de Rappi y dirigente de la Agrupación de Trabajadores de Reparto (ATR), opinó que «se llenaron los bolsillos a costa de precarizar a los pibes. Sobre esa base ahora quieren montar estas financieras que van sumar nuevos rubros a la precarización de los ‘repas’. Todo con la vía libre de los gobiernos». «
Nace el sindicato de Google
Sillicon Valley es considerada la meca del individualismo y la competencia entre trabajadores. Google forma parte de ello.
Las relaciones laborales en el gigante de las tecnológicas han sido catalogadas de nuevo paradigma que se estudia en las carreras de administración de empresas. Sin horarios de trabajo, con salas de descanso y esparcimiento por un lado pero sin convenios y dedicación plena a la empresa por el otro. La organización sindical no forma parte de ese mundo.
En 2018 se produjo una suerte de huelga espontánea que involucró a 20 mil empleados que se rebelaron contra el despido arbitrario de Timnit Gebru, el acoso laboral y los malos tratos. De entonces a esta parte se fue desarrollando un proceso de organización gremial clandestino que derivó finalmente en la fundación de la Alphabet Workers Union (AWU).
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