Las presiones de la Casa Blanca son cada vez más desembozadas.
Las presiones de la Casa Blanca son cada vez más desembozadas. Este desparpajo propio de cowboy de las distintas administraciones de Estados Unidos se potenció desde que Donald Trump sentó sus reales en el Salón Oval. Fue un golpe sobre la mesa luego de que algunos rebeldes del sur del Río Bravo le dijeron en la cara a George W. Bush «No al ALCA» en 2005. Barack Obama se tuvo que tragar la reanudación de relaciones diplomáticas con Cuba en un intento de congraciarse, aunque sin ceder casi nada en el bloqueo a la isla. Joe Biden mira con gesto de abuelo bueno pero se hace eco del lema “hablar suavemente y llevar un gran garrote” de Theodore Roosevelt.
No es casual que ya no solo vengan emisarios de traje, corbata y modales suaves sino que la generala Laura Richardson hizo ya varios viajes para avisar, sin titubeos, que el litio, el gas, el petróleo y hasta el hidrógeno son objetivos militares para el Pentágono. Y que cualquier acercamiento con China va a incomodar en el Southcom, el Comando Sur de EE UU. El detalle es que la RPCh es el primer socio comercial de muchos de los países de esta parte del mundo que incluso lo ven como tabla de salvación ante crisis que EE UU y el FMI no muestran ganas de resolver.
Con Trump el acompañamiento a la Casa Blanca fue tan promiscuo en algunos presidentes de la época que poco faltó para que se produjera una invasión a Venezuela, con la anuencia del brasileño Jair Bolsonaro y el colombiano Iván Duque. Néstor Kirchner, como primer Secretario General de la Unasur, había conseguido frenar sobre la hora un conato de guerra en 2010, cuando Álvaro Uribe debía dejarle el mando a Juan Manuel Santos. Gracias al expresidente argentino, desde entonces Santos fue el “nuevo mejor amigo” de Hugo Chávez.
La Unasur había sido clave ya en 2008 en impedir un intento secesionista en Bolivia, luego una intentona policial contra Rafael Correa en Ecuador en 2010 y sancionó a Paraguay por el golpe institucional contra Fernando Lugo en 2012. Demasiadas muestras de ser una institución que amenaza los intereses imperiales. Y eso que en el mismo club estaban Sebastián Piñera junto a Evo Morales, Uribe y Chávez, y podrían haber convivido tranquilamente gobiernos de todos los pelajes en estos tiempos que corren.
Pero mejor no, piensan en las derechas sudamericanas. En Argentina bien puede ser electo un “amigo” de Washington, Trump puede volver a la Casa Blanca y para colmo, según lo que ocurra en Ucrania, quién sabe si todavía las presiones no serán mayores.
Encima este loco de Lula que se quiere meter a proponer un plan de paz a Zelenski…
El presidente quiere mantener el ancla cambiaria hasta las elecciones de octubre. Pero el dólar…
El presidente le hablará a la Asamblea Legislativa en medio del criptogate. Sin embargo, contabiliza…
La reunión estaba pensada para analizar la situación en el marco del criptogate y el…
Hubo reportes ante el FBI y el Departamento de Justicia. Un estudio de Nueva York…
El escándalo del viernes 14 de febrero fue un reflejo del país y la sociedad…
El encuentro de los presidentes duró 10 minutos. Fue después del discurso del mandatario argentino…
El fiscal Taiano impulsó la investigación por abuso de autoridad, estafa, tráfico de influencias y…
Gustavo Córdoba y Julieta Waisgold coinciden en la penetración transversal del escándalo en la opinión…
En una jugada imprevista, lanzó el Movimiento Derecho al Futuro, con el que busca erigirse…
Es una de las actrices y directoras más reconocidas del teatro off. Pero la psicóloga…
La gran pianista y docente cordobesa de 92 años publicó dos discos casi en forma…
Nació a partir de los lockout de las patronales agrarias por la 125, ganó gran…