Parece que junto con la pandemia del Covid-19 está llegando la revolución de los baldes.
¿Dejarán de ser imprescindibles para la vida los baldes que se acumulan en los patios estrechos de las viviendas o en los pasillos de la villa, esos baldes que atajan hasta la última gota? ¿Estamos muy cerca del momento en que las mujeres y les niñes en los barrios populares dejarán de acarrear baldes? Baldes que pesan, que duelen, que lastiman las manos, lesionan la columna. Baldes que se acarrean desde una canilla comunitaria; desde la casa de algún familiar, de algún vecino. Agua que se convida, agua que se mezquina.
Los baldes, siempre los baldes, de distintos tamaños, vacíos y llenos; de colores, baldes blancos, tachos. Los baldes al costado de la mesada de la cocina, o en la vivienda con una sola habitación de usos múltiples. El balde para el aseo personal, el balde para el aseo de la vajilla, el balde con agua para cocinar. El balde de agua con el jarro flotando en su superficie, siempre listo para un trago fresco o para llenar la pava para el mate. El balde con agua para lavar ropa. El balde con el agua helada en invierno, el balde que no alcanza a llenarse en verano, el agua que se acaba, el agua que no sale, la red otra vez se cortó, la red que no funciona hace más de una década, cómo no van a dar ganas de revolear el balde, patearlo, pisarlo. Dan ganas de llorar, de romper todo. Pero habrá que esperar hasta la noche, por ahí dan el agua.
Parece que la pandemia hará explotar y hará volar por los aires los baldes y traerá el agua potable, las obras de saneamiento, que tantas otras veces también iban a llegar, pero los baldes volvieron a amontonarse. El tendido de la red llegó al barrio de al lado, pero no funciona, la empresa se negó a terminarla, dijeron que los números no les cerraban, que había que revisar los contratos porque la inflación se comió todo. Es mentira, tenían que terminarla dos años atrás, siempre pasa lo mismo.
¿Estará realmente por llegar la revolución de los baldes después de décadas y décadas? ¿Será que llegó el momento de despedirse de los baldes, muchos baldes, esos que también atajan el agua de lluvia de las chapas pinchadas de las viviendas de las villas? ¿Estamos muy cerca del quiebre de la solidaridad y también del conflicto que en las barriadas alimenta la cultura de balde? ¿Me da agua? Tachos de pintura, baldes que se descartan en las ciudades, recogen les recolectores urbanos, les cirujas, les buscavidas. Tachos que se llevan en el carro apilados, muchos tachos que van a parar a casa o venden a otres, porque el balde es fundamental para la vida o para perderla. ¿Será que estamos cerca de una reforma de las condiciones de vida de millones de bonaerenses; que asistiremos a una verdadera inversión de millones de pesos para generar la infraestructura básica de servicios domiciliarios a los que todes tienen derecho?
¿Están por llegar las obras de saneamiento, los baños adentro de la casa, exclusivos de uso familiar, con desagüe cloacal y conectados a la red de agua? ¿Será que esta vez las inversiones sí van a alcanzar, se van a sostener en el tiempo, se van a licitar las obras sin curros, y se va a controlar hasta el último peso porque esos recursos valen oro siempre y ahora más? ¿Realmente va a haber miles y miles de metros de tendido de agua en red en los barrios que vienen sufriendo esta deficiencia a lo largo de las últimas cuatro décadas?
Y esta vez, porque estaría llegando la revolución de los baldes, ¿será que las obras se van a realizar sin importar quién gobierne cada municipio? ¿El tendido de agua va a alcanzar a la totalidad de cada barrio y no a una parte que cayó en suerte, como en tantas otras oportunidades? ¿Será esta la última vez que los habitantes de los barrios serán censados después de un centenar de veces en que las expectativas se exacerban y las respuestas nunca llegan? La pandemia nos está quitando muchas vidas. Que se lleve pronto los baldes. Que traiga la dignidad. Que le arranque a la riqueza escandalosa, para empezar, al menos su escándalo. Que nos deje empezar de nuevo, hacer las cosas bien, que nunca más pasen cosas y que seamos mejores.
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