Aunque genera situaciones, el equipo no convierte. Previo al choque decisivo con Ecuador en Quito, Sampaoli ensaya variantes de ataque.
El fútbol, dentro de todos sus complicaciones, tiene una regla muy simple: gana el partido el que mete más goles, y para que la Argentina le gane a Ecuador va a tener que meter, por lo menos, uno; para aspirar a agrandar sus posibilidades de clasificar sin repechaje ante las diferentes combinaciones de resultados tendrán que ser, al menos, dos. Siempre que Ecuador no haga los suyos.
Si la vida tuviera realmente cosas de los dibujitos animados, un espectador de los últimos partidos de la Selección argentina podría pensar que Jorge Sampaoli no tiene pelos en su cabeza porque se los arrancó al costado de una cancha de fútbol. El entrenador de la Selección argentina vive los encuentros enchufado a 220. Se mueve, gesticula, corre, grita, pero, por ahora, le falta festejar. Tres fechas, tres empates, un gol -en contra-, combinado con la pesada herencia, lo dejaron en una situación límite y el análisis pasional de esos más de 270 minutos es lamentarse porque la pelota no entró. No por el juego, no por la producción, sino por los centímetros que separan un grito de gol de un uuuuh. Un tanto más en cualquiera de los últimos tres partidos -sobre todo en el último- habría dejado al equipo mucho mejor parado en la última jornada.
Si bien durante toda las Eliminatorias el rendimiento del equipo no fue parejo y la enorme cantidad de situaciones de gol generadas en las últimas dos fechas no fue constante en las anteriores 15, la Selección argentina se las ingenió para ser el segundo equipo que más veces patea al arco (223) y el segundo con más posesión (casi el 69%), siempre por detrás de Brasil, el amo y señor de esta competencia. Esos datos comparados con que Argentina es el segundo equipo que menos goles anotó (16) -solo detrás de Bolivia- no hacen más que afirmar que el problema parece ser de centímetros, de instantes.
Cuando una pelota pega en el palo y sale parece ser la suerte la que no está del lado del atacante. Cuando las situaciones de palos, atajadas rivales y tiros desviados por muy poco se acumulan, al azar hay que empezar a mirarlo de reojo para concentrarse en algo más. ¿Qué le falta a la Selección -que generó ante Venezuela y Perú muchísimas situaciones claras de gol- para festejar de un vez por todas?
Cada uno de los 40 millones de directores técnicos que hay en Argentina parece tener una respuesta, pero la única que valdrá al final de cuentas es la del cuerpo técnico y los jugadores que salgan a la cancha el martes en Estadio Olímpico Atahualpa.
Pasado mañana, la Selección llegará a Quito unas horas antes de enfrentar a Ecuador. El arribo cerca del horario del encuentro es parte de la planificación del equipo para apaciguar los efectos de la altura en el físico de los jugadores, que afrontarán como pocas veces antes una definición de este tipo porque más que la mayoría tenga tres finales en los últimos tres años (en las que no pudieron meter un gol). Ese itinerario está tan planificado como lo que puede llegar a pasar dentro de la cancha. En los dos días de entrenamiento previos al partido contra Perú, el equipo ensayó distintas variantes de generación de situaciones de gol y se trabajó en la convicción para llevar esas prácticas a la realidad porque el tiempo para aceitarlas e incorporarlas no es demasiado. La energía está puesta en incorporar los movimientos y las conexiones para el equipo le encuentre a cada jugada la variante necesaria para el jugador que tenga que definir llegue a esa posición con alguna asistencia que por ahora sólo Lionel Messi parece poder dar.
La cuestión técnica de cómo debe definir un atacante de cara al arquero, entonces, queda un paso atrás en la preparación de estos partidos, con el aliciente de que por algo están en ese lugar. Esos jugadores son contundentes por naturaleza, dijo el entrenador el jueves después del empate con Perú. Eso quedó demostrado en el fin de semana siguiente a la doble fecha con Uruguay y Venezuela, en el que Messi, Paulo Dybala, Sergio Agüero, Mauro Icardi y Darío Benedetto convirtieron para sus clubes.
Lo que no dijo Sampaoli es que si juega uno (Benedetto) y no otro (Icardi) es por una cuestión de estricta actualidad. El entrenador habló de paciencia y de frescura a la hora de definir y en esos rubros el atacante de Boca parece llegar mejor. De hecho, entre el partido con Venezuela y el de Perú, convirtió el doble de tantos que el capitán de Inter (cuatro contra dos).
La respuesta colectiva a esta problemática parece ser la única que se puede trabajar, en un escenario en el que pueden aparecer salvadores aunque sería iluso descansar en la figura de un héroe de generación espontánea. Ni siquiera en Messi, quien en estas Eliminatorias metió sólo cuatro goles: dos de penal, uno de tiro libre y uno gracias a un desvío en un rival. Para ir a Rusia en busca de una revancha de las tres finales perdidas en el Mundial de Brasil en las últimas dos Copa América, la Selección deberá sortear esta definición con Ecuador con el gol que le faltó a Argentina frente a Alemania o Chile. En algunos casos -como bien saben Gonzalo Higuaín, Rodrigo Palacio o el propio Messi- no llegó por cuestión de centímetros, esos que hoy separan a Argentina del próximo Mundial.
A Quito, un rato antes del partido
A las 15, después del entrenamiento matinal, la Selección Argentina partirá hacia Ecuador, donde buscará conseguir un resultado que mantenga viva la ilusión de ir al Mundial del año próximo. La primera parada será en Guayaquil. Mañana por la tarde se entrenará en el Estadio del Emelec, donde Jorge Sampaoli dará la conferencia de prensa habitual previa a los partidos. El martes mismo llegarán a Quito, apenas unas horas antes de las 20:30, el momento justo en que el futuro mundialista de la Selección se empezará a definir.
En la práctica de ayer por la mañana, el entrenador no paró ningún equipo que permita suponer cuáles serán los once que jueguen ante Ecuador. Es una incógnita los nombres propios que elegirá Sampaoli, como también la disposición táctica con la que saldrá a afrontar el partido.
Los futbolistas realizaron ejercicios de elaboración y definición, para buscar romper el maleficio de la falta de gol. A esta altura ya se sabe: será imposible ir a Rusia si Argentina no encuentra antes el camino hacia el gol.
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