Un repaso veloz por más de un centenar de partidos, goles, ídolos, villanos, frases, canciones, gestos políticos y actividad en redes sociales de la Copa del Mundo más cinematográfica de la historia. La consagración de Messi se tornará aún más legendaria con el tiempo.
Argentina suma siete posiciones adelantadas en su debut ante Arabia Saudita. Arranca la Copa del Mundo del VAR semiautomático: tres invalidan un gol, una por un hombro, el de Lautaro Martínez. También es el Mundial de los tiempos adicionados eternos: 13 minutos en Argentina-Arabia. El técnico de los saudíes, el francés Hervé Renard, atosiga a sus jugadores en el entretiempo: “¿Vinieron a sacarse una foto con Messi?”. Un tal Saleh Al-Shehri empata. Otro tal Salem Al Dawsari pone el 1-2. Tormenta en el desierto, derrota ante nueve jugadores de Al Hilal, el equipo de Ramón Díaz. “¿Where is Messi?”, se burlan los saudíes. Pero Renard tiene una premonición: “Argentina saldrá campeona del mundo”. Y Messi no se achica: “Que la gente confíe, este grupo no los va a dejar tirados”.
Japón le gana a Alemania y sus hinchas cantan “oh, vamos (el) Nippon, (el) Nippon, (el) Nippon, vamos (el) Nippón», con una fonética parecida a «oh dale dale Booo». España vive de mil toques y siete goles a Costa Rica. Un camerunés nacionalizado suizo, Breel Embolo, le da el triunfo a Suiza contra Camerún. La tijera de Richarlison contra Serbia inaugura un rótulo que se renovará cada tres o cuatro días: «El gol del Mundial». La cacería contra Neymar deja su tobillo hecho una pelota. Los videos musicalizados de Gustavo Alfaro y su niño interior.
Lionel Scaloni ensaya cinco cambios para el segundo partido, la primera de las finales, ante México. ¿Cómo está Lionel Messi de su físico? Un rumor de desgarro. Elijo creer. Anulo mufa. Sesenta minutos con la pelota pero lejos del arco de Memo Ochoa, tensión absoluta. Lionel Messi desactiva la bomba e iguala el récord de goles de Diego Maradona en Mundiales. “Todos de pie para el mejor jugador del mundo. Respeto por el número uno”, grita Lele Adani, comentarista de la TV italiana. Pablo Aimar se descompensa entre lágrimas, como si le faltara el aire. Enzo Fernández, 21 años de vida y dos meses de experiencia en la selección, engancha y le pasa la pelota a la red: 2 a 0. Lionel Scaloni ensaya un mecanismo de autodefensa: “Habría que tener sentido común, recibí un llamado de mi hermano llorando. Pero es difícil hacerle entender a la gente que mañana sale el sol, ganes o pierdas”. El himno se impone, “Muchaaaachos ahora nos volvimo’ a ilusionar”. Los bangladesíes empiezan a agitar banderas argentinas en la medianoche de Daca.
Marruecos, en silencio, baja al primer europeo: 2-0 a Bélgica. Camerún y Serbia juegan un partidazo inolvidable y olvidado: 3 a 3. Casemiro disimula las primeras falencias de Brasil ante europeos: 1 a 0 agónico a Suiza. Uruguay juega a no perder y pierde: 2 a 0 contra Portugal. Ecuador se ahoga en la orilla: eliminado en primera ronda. Estados Unidos le gana a Irán el partido más político y se toma revancha de 1998. Túnez se libera y les gana a los suplentes de Francia.
Argentina juega su segunda final, contra Polonia. Los roles se invierten: Messi es humano y Wojciech Szczesny es un robot disfrazado de arquero que le ataja un penal pero Mac Allister, reconvertido en Mac Messi, lo venga con un remate mordido para el 1 a 0. Julián Álvarez empieza a mimetizarse en el nuevo Mario Kempes: 2 a 0. Scaloni encuentra el equipo mundialístico con tres jóvenes, Enzo (21), Julián (22) y Alexis (23), y Messi apela a la bronca como combustible, capítulo 1: alecciona por bocón a Robert Lewandowski. El México del Tata Martino queda afuera primero por tarjetas amarillas y después, para que sea menos cruel, por goles. Dinamarca, también eliminado, abre el cuadro de Argentina, que termina primera y posterga el cruce con Francia.
Los belgas se pelean entre ellos y Romelu Lukaku se pelea con la red: Croacia pasa de milagro. Japón da otro golpe ante un europeo, ahora contra España, que pasa de milagro. Una Alemania hervíbora queda afuera. Uruguay regula sus ganas de ganar, especula y un gol coreano en otro barrio de Doha lo deja afuera: Edinson Cavani cumple el sueño de millones y le pega a la pantalla del VAR, que cae. El camerunés Vincent Aboubakar festeja la mejor expulsión del mundo: gol y celebración desmedida en el 1-0 del adiós ante Brasil. Los albanokosovares que juegan para Suiza le ganan a Serbia, como en 2018, una especie de clásico de los Balcanes.
Arrancan los octavos de final y los australianos se sacan fotos con Messi en el vestuario. El capitán rompe el protocolo, 1-0, y Julián parece cerrarlo: 2-0. Pero maldición, otra vez toca sufrir, ese gen argentino: Lisandro Martínez y el cruce de su vida, el Dibu Martínez y su primera gran atajada, ante Garang Kuol, egipcio de padres refugiados de Sudán del Sur y nacionalizado australiano. Argentina entre los 8 mejores: Meeessi, Meeesi, Meeesi, los pibes de Malvinas que jamás olvidaré y al Diego en el cielo lo podemos ver. Multitudes salen a las calles aprovechando un Mundial en verano, como si fuera el pase a la final. Pero también, o sobre todo, la Scaloneta toca una fibra íntima que la selección había perdido.
La FIFA autoriza a jugar a un futbolista que parece la mezcla de un basquetbolista de la NBA, un wing de los All Blacks y un velocista jamaiquino: se llama Kylian Mbappé, es francés y le hace dos goles a Polonia. Croacia inicia su romance o su matrimonio forzado con los penales ante Japón. Pelé es internado en Sao Paulo, Neymar vuelve en Qatar, Brasil le hace cuatro goles a Corea del Sur en el primer tiempo y los jugadores bailan con Tité, el técnico que como cortesía hace ingresar al tercer arquero para que los 26 de la lista hayan jugado aunque sea un minuto: pronto será un sourvenir deDoha. Casi 250.000 personas conectadas al twicht entre Messi y el Kun Agüero. España muere de mil pases y ningún gol contra una Marruecos que adentro de la cancha baja al segundo europeo y en las tribunas reivindica la causa árabe y grita por Palestina: Achraf Hakimi baila como un pingüino y Argentina termina de enterarse que el arquero marroquí, Bono, habla porteño y tiene un perro que se llama Ariel por Ortega. Principio del fin para Cristiano Ronaldo, a quien el técnico desplaza a suplente en Portugal y encima su reemplazante, el joven Gonzalo Ramos la rompe y convierte tres en el 6-1 a los suizos.
El viernes 9 Argentina gana dos veces, una sin jugar: Neymar dibuja un golazo en el segundo tiempo suplementario pero Croacia inventa de la nada el empate a falta de cuatro minutos y al rato reconfirma su química con los penales. El cuadro se sigue abriendo para Argentina: chau el Brasil de los grandes nombres, derrotado por quinta vez seguida por europeos desde 2006. Renuncia Tite.
A los pocos minutos llega el duelo contra Países Bajos, la Batalla de las Termópolis en pantalones cortos. Los argentinos toman nota de las declaraciones previas: “Él es igual que nosotros, es humano. Seguro que es bueno pero le puedo atajar un penal”, dice el arquero Andries Noppert; “Messi es un jugador que puede decidir un partido en una acción individual. En la semifinal contra Argentina en el 2014 no tocó una pelota y perdimos en los penales. No participa mucho en el juego cuando el adversario tiene la posesión”, opina el técnico Louis Van Gaal. Los argentinos no ven palabras: ven fuego. Nadie sabe cómo pero Messi encuentra un hueco entre tanto naranja: abracadabra, pase de magia, y asistencia para Nahuel Molina. Golazo. Hay algo personal con Van Gaal: penal para el propio Leo, que convierte el 2 a 0, alcanza a Gabriel Batistuta como máximo goleador argentino en los Mundiales y le hace el Topo Gigio al técnico neerlandés. En medio del festival de tarjetas amarillas del árbitro español Antonio Mateu Lahoz, llega el descuento. Selección empieza con «s» de sufrimiento. Leandro Paredes apunta con la pelota al banco de suplentes rival y desata el caos: entran los europeos, fútbol en estado salvaje, primitivo. Países Bajos empata con una genialidad táctica en el minuto 111. Ya en el complemento, Enzo juega con la inconsciencia de los grandes y remata al palo. Penales. En el área, el Dibu Martínez le ataja a Virgil Van Dijk y Steven Berghuis. En el centro, los neerlandeses le frenan el paso a Lautaro Martínez. Nicolás Otamendi protagoniza una de las grandes fotos del Mundial: otro Topo Gigio a la pasada, buen regreso a Ámsterdam. El Dibu pasa por el banco de suplentes y le grita a Van Gaal, de 71 años, “I fuck you twice, I fuck you twice”. Wout Weghorst acaba de hacer dos goles pero se hace famoso porque mira a Messi: “Que mirá’ bobo, qué mirá’ bobo, andá, andá pa’ allá bobo, anda pa’ allá”. La maradonización de Messi está cumplida.
El VAR desaparece de escena. Marruecos despacha al tercer europeo, Portugal. Fin del final para Cristiano Ronaldo, otra vez suplente, que tras la eliminación de su equipo se va llorando de la cancha, solo, como un tenista. Francia se saca de encima a Inglaterra pero sólo asusta Mbappé.
Ya en semifinales, Messi marca el 1-0 y supera a Bati. Julián es un potrillo que galopa desde Calchín hasta el área croata y sentencia el 2-0. En ¿su gran jugada de Qatar? –como si fuera posible elegir una-, Messi se recicla en Garrincha, con 35 años saca a pasear al enmascarado Josko Gvardiol, de 20, y asiste a Julián para el 3-0. Argentina finalista, el país en la calle, la utopía de un diciembre de festejos. Francia pone en caja a Marruecos.
La final es una que ni Marvel se animó a flashear. Messi y el 1 a 0. Setenta metros en un puñado de segundos: Messi, Alexis, Julián, Alexis y Di María para el 2 a 0. Fideo ingresa al club de grandes héroes, es consciente en tiempo real que acaba de hacer historia y llora, como millones, pero en medio del partido. Paseo total. ¿Dónde está Francia? El que está es Mbappé: dos goles en 71 segundos.
Tercer golpe tras el debut ante Arabia y la reacción neerlandesa, pero tercera recuperación de un equipo que es más que la suma de las partes. Messi y el 3 a 2. Faltan dos minutos y Mbappé, el villano de la película, vuelve a empatar: es el mito de Sísifo. Sobran tres minutos, ya en el 123, y el Dibu aparece para la eternidad, primero ante Randal Kolo Muani y, ya en los penales, contra Kingsley Coman. Gonzalo Montiel le regala al país una alegría eterna. Messi se pone la túnica qatarí, besa la Copa del Mundo y dice, enamorado como quien acaba de hacer la conquista de su vida, «Mirá lo que es, es hermosa».
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