Con marchas, homilías y gestos públicos, sacerdotes y obispos iniciarán la campaña contra la ley que discutirá el Congreso. El gobierno aspira a bajar tensiones con el proyecto de los "mil días".
En el gobierno aguardan una misa con duros mensajes, escuchada por fieles que se congregarán dentro y fuera de la Catedral. Incluirá a diputados y senadores del oficialismo y la oposición que militan activamente contra el aborto. La foto de los que adhieran, o se pongan el prendedor blanquiceleste de las «Dos Vidas», será un reflejo de la presión que ya se reactivó en las dos cámaras del Congreso a la espera del ingreso del proyecto principal. También están alerta ante la batería de textos «compensadores» que diseña la Casa Rosada para acompañar los primeros mil días de vida de los niños, a las madres que deseen continuar con su embarazo y el establecimiento de una cláusula de conciencia para que los médicos de instituciones religiosas puedan negarse a practicar el aborto.
Esa arquitectura es mucho más que un recurso para contener la presión política de los credos. Además, definirá los tiempos legislativos del tratamiento que se avecina, porque apenas ingresen a Diputados, la presidencia de la Cámara, en manos de Sergio Massa, los girará a distintas comisiones, como en el caso del aborto, que será enviado a Legislación General, Penal, Salud y Mujer.
Allí se definirán los debates y comenzarán a catalizarse las posiciones. En el gobierno preservarán el vínculo con los credos mediante dos interlocutores: el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, que se encargó junto al presidente de anticiparles la decisión de impulsar el aborto; y el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, que mantiene un vínculo estrecho por la distribución de la ayuda social. «Vamos a evitar que sea un debate descarnado y no queremos que sea un debate exprés; pero más allá del resultado, el presidente habrá cumplido con su promesa electoral», explicaron en la Casa Rosada para deslizar que Fernández no se pondrá al frente de la búsqueda de votos.
En Diputados el proyecto de 2018 prosperó por 129 votos a favor, 125 en contra y una abstención. Este año esa correlación se ratificará, pero cuando el texto pase al Senado volverá a encontrarse con una ecuación negativa para su sanción, como sucedió hace dos años cuando naufragó por 38 votos en contra, 31 a favor y dos abstenciones.
Así como «la ola verde» trabaja para revertir esa desventaja de siete votos, el lobby religioso se concentra en mantenerlo, conducido por un grupo que posiblemente asista este domingo a Luján: el formoseño José Mayans, que preside el bloque del PJ y dos colegas de Cambiemos: la tucumana Silvia Elías de Pérez (UCR) y el bonaerense Esteban Bullrich (PRO). En la misión antiaborto serán acompañados por el misionero Humberto Schiavoni, que encabeza el bloque macrista en Senado y el exgobernador peronista de Salta, Juan Carlos Romero, que dejó el bloque del PJ pero tiene uno propio.
Son las expresiones visibles de una treintena de senadores. Serán depositarios directos de dos retaguardias estratégicas: la presión de los gobernadores de las provincias del norte, como el tucumano Juan Manzur o el formoseño Gildo Insfrán, y la incidencia que tengan los arzobispos del interior, que se reunirán este lunes en el primer encuentro anual de la Comisión Permanente de la CEA, que concentra a su Mesa Ejecutiva, presidida por Oscar Ojea, junto a los jefes de las comisiones episcopales y de las siete «regiones pastorales» del país. Debatirán las líneas de acción para frenar el nuevo proyecto, pero también escucharán al sociólogo Fortunato Mallimaci, coordinador de la encuesta nacional sobre creencias y actitudes religiosas del Conicet. Su edición 2019 preocupa al clero, porque identifica una disminución del 10% de sus fieles, un aumento de los evangélicos, que ya superan el 15% de la población, y un exponencial incremento del agnosticismo en los jóvenes de 18 a 30 años, la franja que más apoya el aborto.
A diferencia de 2018, el pantallazo de los gobernadores «pro vida» parece menos sombrío. Algunos de los más activos prometen moderar su presión, pero eso no impedirá que sus representantes en el Senado hagan lo propio, como las reuniones que ya mantuvo Mayans con el Episcopado y con el pastor y abogado Cristian Hoft, de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas (ACIERA).
La CEA también moverá sus fichas, mediante su ala más conservadora, encabezada por obispo salteño Mario Cargniello, su par de la diócesis mendocina de San Rafael, Eduardo Taussig (muy vinculado a la orden del Verbo Encarnado) y el obispo emérito de La Plata, Héctor Aguer. «
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