“Pistol” es una nueva producción del director de “Trainspotting” para Star+, un homenaje al grupo que inauguró el movimiento que cambió para siempre el rock. Basada en las memorias del guitarrista Steve Jones, hay material de archivo, mucha música y ciertas exageraciones que el atrapante relato logra sortear.
La vertiginosa carrera de la agitadora banda, conformada por desesperanzados chicos de clase obrera expulsados del sistema por las políticas conservadoras, la furia de esa generación y el escándalo social que provocó vuelven a tomar vida en Pistol, la miniserie de seis capítulos, creada por Craig Pearce y magistralmente dirigida por Danny Boyle, disponible en la plataforma Star+.
Basada en el libro de memorias Lonely Boy: Tales From a Sex Pistol, del guitarrista y fundador del grupo Steve Jones -quien también estuvo involucrado en la producción del proyecto-, la miniserie parte de la visión y el sentir del músico para desplegarse hacia los distintos protagonistas y situaciones que motorizaron la explosión de la cultura punk. Para ello, Boyle ofrece una fiel puesta visual de la época a través de acertadas recreaciones, un particular tratamiento de la imagen y la mixtura con archivos fílmicos de la época. Eso lo acompaña con una caleidoscópica banda sonora que también opera como otro actor protagónico.
Pistol inicia su relato con imágenes del célebre show de 1973 de David Bowie, en el rol de su alter ego Ziggy Stardust, en el Odeon Hammersmith, y el sueño de un joven Jones de dejar de ser “invisible” hasta para su familia gracias a la música, a pesar de no contar con ningún talento. Hasta el capítulo final con la implosión interna de la banda, la miniserie muestra cómo un grupo de desclasados logra tomar por asalto la industria musical y desde allí obligar al orden social a prender alarmas, cuando creía que el rock ya había sido domesticado y no significaba peligro alguno.
Como no podía ser de otra manera, fiel al espíritu de la filosofía que busca representar, la realización de Pistol no estuvo exenta de polémicas. Fue cuando John Lydon, vocalista y principal cara visible de la cultura punk, intentó impedir ante la justicia que la serie saliera a la luz, aunque perdió la pulseada. “Durante más de 23 años, los Sex Pistols han funcionado sobre la base de una toma de decisiones unánime. Con la producción de Disney es la primera vez que se ignora este enfoque”, comentó amargamente, y en tono paradojal, el artista que en los años de los Sex Pistols se hacía llamar Johnny Rotten, al conocerse la decisión judicial adversa.
Más allá de la chicana, Danny Boyle reivindicó su espíritu punk cuando explicó las motivaciones personales para abordar esta producción, en declaraciones a medios internacionales a las que Télam tuvo acceso exclusivo para Argentina: “Para aquellos que lo vivimos, sigue siendo relevante, porque una vez que experimentás el punk y te cambia la vida, que es lo que hizo por mí, nunca lo olvidás. Es como un dosel que llevás por encima en todo lo que hacés. Ciertamente siento eso sobre mi trabajo y mi carrera. Personalmente, me encanta el hecho de que no sean deferentes con nadie”.
Polémicas aparte, Pistol es un atrapante relato, tanto para conocedores de la historia como para iniciados, con un gran atractivo visual y sonoro, y con más aciertos que puntos flojos. El elenco encabezado por Toby Wallace como Steve Jones, Anson Boon como John Lydon, Sydney Chandler como Chrissie Hynde, Thomas Brodie-Sangster como Malcolm McLaren y Talulah Riley como Vivienne Westwood destaca especialmente en la composición física de sus personajes, lo cual ofrece un realismo que se realza en los pasajes en los que se mezcla la ficción con cintas de archivo.
Las escenas del jubileo de la Reina y de las presentaciones televisivas de los Pistols son dos grandes momentos en que ficción y realidad se combinan con maestría. “Viví en el oeste y el este de Londres, pero había tierra abandonada por todas partes. Hoy en día, todo ha sido construido, por lo que es difícil de recrear. En ese caso, se utiliza mucho material de archivo. Podés usarlo con bastante fluidez. Podés sumergirte dentro y fuera de los archivos”, referenció al respecto el realizador de Trainspotting (1996) y Slumdog Millionaire (2008).
La mano del director también se hace notar en el muy buen uso de movimientos de cámara que provocan un efecto narcótico que permite la simbiosis del espectador con el estado del eventual protagonista de la escena. En el desfile de personajes, como extras perdidos entre la gran claque que seguía a los Pistols, aparecen representadas figuras del movimiento punk que los conocedores detectarán, como el caso de Siouxsie Sioux o Soo Catwoman, por citar apenas algunos ejemplos; del mismo modo que abundarán situaciones a modo de guiño.
Lo mismo ocurrirá con la banda sonora, un buen collage de canciones de esos años oportunamente utilizadas; y con algunas imágenes que desde su síntesis hablan por sí solas, como la bella escena en que una chica punk tira por la ventana un televisor mientras emite un concierto de Rick Wakeman en el que interpreta “The Myths and Legends of King Arthur and the Knights of the Round Table”. Acaso, el más perfecto resumen del movimiento punk.
Las escenas de los shows en vivo también se apuntan entre los grandes momentos de la miniserie. “Decidimos que todas las actuaciones musicales iban a ser grabadas en directo”, reveló el director quien, sumado a las buenas interpretaciones, logró transmitir así la correspondiente energía. Así como abundan las sutilezas para entendidos, también hay abundante sobreinformación en muchas escenas, del mismo modo en que en algunos pasajes los personajes se vuelven caricaturescos. En ese tono, Malcolm McLaren es solo un manipulador, John Lydon un egocéntrico, Glen Matlock es constantemente ridiculizado y Paul Cook carece de personalidad propia y solo es un ladero. Así también se pueden escuchar discursos casi panfletarios o frases dichas como una letanía cuando se quiere dar cuenta de la filosofía punk, una resolución ubicada en las antípodas de la síntesis visual del televisor estrellado comentada más arriba. En definitiva, Pistol ofrece un vívido viaje por esa época en la que el rock justificó el miedo que las generaciones mayores sintieron históricamente por él. Fue tan breve como resultará la miniserie para quienes la disfruten, pero dejó tantas esquirlas como debates entre fans seguramente dejará esta producción.
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