El radical, en abril, había cerrado las listas de diputados provinciales en Chaco dejando afuera al PRO.
Como se dijo, corría el mes de abril. Las negociaciones estaban al rojo vivo por el cierre de listas en la tierra gobernada por el peronista Domingo Peppo. El Chaco, se sabe, había decidido desdoblar las elecciones de legisladores provinciales de las nacionales. Las PASO se celebrarían el cuatro de junio y las generales a fines de julio, así que a mediados de abril se cerraban las nominas. El macrismo no tenía, ni tiene, un buen operador en ese terruño.
Los acuerdos no se terminaban de cerrar y Rosas optó por una jugada de viejo lobo de mar: pactó con la también boina blanca Aida Ayala los seis primeros lugares de la nómina, los únicos con chances de entrar, y dejó para el fondo a un candidato de Macri y otro de la Coalición Cívica de Elisa Carrió. Esa fue la lista se inscribió y lo hizo con el nombre de Cambiemos.
El macrismo y los lilitos reaccionaron tarde. Fueron a la justicia para reclamar que, al menos, no lo dejaran a Rosas usar el nombre de la coalición. Los tribunales locales terminaron dándole la razón al senador de la UCR, ya que las formalidades se habían cumplido sin fisuras, simplemente les había mejicaneado todos los lugares con chances.
Este fue el verdadero inicio de la guerra fría que Mauricio Macri le impuso al senador radical. Rosas dejó de ser invitado a las reuniones de la mesa política con los jefes de bloque, a diferencia de su correligionario Mario Negri, que preside el bloque en Diputados y es mimado por la Rosada. También fue dejado de lado por el jefe de Estado en las visitas presidenciales al Chaco. Es decir, lo vaciaron de legitimidad como jefe de bancada. Ese proceso terminó esta semana con el portazo del senador, que renunció a la jefatura del bloque, provocando el único chispazo interno que se hizo visible en la coalición oficialista desde que comenzó la campaña electora.
La tensión, ciertamente, no implica un cambio de posición del radicalismo dentro de la coalición gobernante. La mayoría de los boinas blancas, con excepciones muy solitarias, aceptan a Macri como su jefe político, más aún después del buen resultado que logró en las PASO y con la perspectiva de que los números puedan ser mejores en octubre.
El reemplazo
El macrismo ya tiene decidido al remplazante de Rosas y no será justamente un radical. Acorde con los tiempos de corren, en los que los amarillos se sienten portadores de una nueva hegemonía, el presidente pondrá al frente del bloque oficialista en la Cámara Alta Humberto Schiavoni, actual presidente del PRO. «
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