Un minucioso relevamiento de las pruebas que constan en la causa no permiten aseverar con certeza cómo murió el fiscal de la causa AMIA. Por Néstor Espósito
Todo es cierto.
Pero sobre esas supuestas certezas, hay preguntas que necesitan respuestas.
Si a Nisman lo mataron el sábado entonces lo mató el empleado informático Diego Lagomarsino, el último que según se sabe- estuvo con él. Hacia allí parece encaminarse la investigación.
Lo mató Lagomarsino y por eso está su arma allí. Fue, lo encerró en el baño, le disparó en la cabeza y ya.
¿Pero para qué dejo su arma? Se la llevaba, la hacía desaparecer y asunto terminado. Nadie sabría que el arma asesina era la suya y probablemente su nombre no se habría relacionado con la muerte. Quizá hoy seguiría siendo un desconocido.
Pero no. Dejó su arma, como si quisiera que todos supieran que lo mató él. ¿Por qué?
Si lo mato Lagomarsino, ¿por qué lo hizo? ¿Qué tiene que ver Lagomarsino con el Memorándum con Irán?
La primera hipótesis que surge es que Lagomarsino es un agente de inteligencia. Sin embargo, cuando el todopoderoso rey de los espías, Antonio Stiuso, declaró en la causa, dijo que no lo conocía. ¿Mintió Stiuso? Tampoco lo conocían otros espías que declararon: Fernando Pocino, Alberto Mazino, Carlos el Moro Rodríguez
Quienes sí lo conocían eran los empleados de la UFI Amia, que declararon que esporádicamente lo veían en las oficinas de Avenida de Mayo. Lagomarsino trabajaba para Nisman, con Nisman, y a órdenes de Nisman, desde 2007, es decir desde por lo menos cinco años antes de que tan siquiera comenzara la investigación que desembocara en la denuncia de Nisman por encubrimiento a raíz del acuerdo con Irán.
Quien le plantó a Nisman al «espía» Lagomarsino para que finalmente lo matara era un visionario. Sabía que había que matar a Nisman mucho, muchísimo tiempo antes de que Nisman se convirtiera en un problema para el gobierno kirchnerista.
Entonces no, no lo mató Lagomarsino sino otras personas que tenían su arma y lo quisieron incriminar.
De acuerdo. Los sicarios buscaron involucrar a un chorlito. Vaya a saber por qué, lo tienen a Lagomarsino agarrado de los testículos, entonces lo involucraron con la muerte, plantando su arma en la escena del crimen.
¿Pero entonces para qué fingir un suicidio? Lo mataron, plantaron un asesino, perpetua para un Lee Harvey Oswald contemporáneo y asunto terminado.
Pero no. El comando asesino fingió un suicidio con un arma que no era de Nisman.
Claro, lo hicieron para perjudicar al gobierno de CFK.
De acuerdo. ¿Ese era el objetivo? Lo consiguieron. El kirchnerismo perdió las elecciones, hay ex funcionarios presos y la propia ex presidenta también podría estarlo. Pero si el objetivo era perjudicar al anterior gobierno, entonces no lo mandó a matar el anterior gobierno. Ni aquellos que piensan que en el kirchnerismo están todos locos se animarían esbozar que mandaron a matar a Nisman para que Daniel Scioli perdiera las elecciones, Mauricio Macri fuera presidente y Cristina Fernández caminara con un pie adentro y otro afuera de la cárcel.
Después de dos años, no hay nada que relacione a Lagomarsino ni con los servicios de inteligencia locales, ni con el gobierno kirchnerista, ni con otros servicios de inteligencia extranjeros, ni con la oposición de entonces, hoy en el poder.
Volvemos sobre una pregunta anterior: ¿por qué querría Lagomarsino matar a Nisman?
La jueza Sandra Arroyo Salgado, ex mujer de Nisman, se quejó porque la ex presidenta Fernández de Kirchner sugirió que existía entre ambos una relación homosexual. Pero la propia autopsia de Nisman descarta que esa eventual relación se hubiera concretado, por lo menos en términos carnales. Además, a Nisman le gustaban las mujeres. Sobran fotos y videos que así lo demuestran. (Mucho material que figura en el expediente no trascendió públicamente gracias a la prudencia y el celo de la ex fiscal Viviana Fein y de la jueza Fabiana Palmaghini).
Entonces Lagomarsino lo mató para quedarse con su dinero. Ahí está la cuenta en el banco Merryl Lynch de Nueva York y tal vez algunas más que Lagomarsino y sólo él conocía. Fue por eso.
Dos preguntas: ¿dónde cursó Lagomarsino, un supuesto nerd informático, la carrera de asesino de película de Agatha Cristie o Guy des Cars, para armar con tanta puntillosidad una escena de homicidio que pareciera suicidio?
La segunda: si lo mató por dinero, entonces ¿qué tiene que ver el Memo con Irán? Además, si esas cuentas (sobre cuya existencia no hay ni una sola constancia) efectivamente existieron, ¿de dónde provenía el dinero con el que supuestamente se quedó Lagomarsino después de matar a Nisman? En ese supuesto caso, ¿quién era Nisman en realidad?
Lagomarsino, en ese supuesto, tiene mucho dinero y de hecho contrató a un estudio de abogados caro y con afinidad al kirchnerismo. Maximiliano Rusconi es abogado del empresario Lázaro Báez.
Tal vez. Pero también es cierto que Rusconi fue abogado, entre otros, de Carlos Menem. Después concursó para ser fiscal general y el kirchnerismo, la propia Cristina Fernández de Kirchner, no lo eligió. Cuando cambió el gobierno, el ministro de Justicia Germán Garavano y el presidente Macri retiraron la postulación del candidato que había propuesto el kirchnerismo y ¿a quién propusieron? A Rusconi. Hacia un año que era el abogado de Lagomarsino.
¿Por qué Rusconi no es fiscal hoy? Porque lo vetó, a través de sus relaciones con el actual gobierno, la jueza Arroyo Salgado.
La querella sostiene como prueba científica irrefutable del homicidio que la mano de Nisman no tenía restos de pólvora. En el supuesto caso de que eso fuera totalmente cierto, la primera conclusión es que Nisman no se disparó, le dispararon. Está clarísimo.
De acuerdo. Pero la propia querella dice que una marca en forma de V en la mano derecha de Nisman muestra que el asesino le sujetó la mano y forzó el disparo. Entonces había dos manos: la del asesino y la de Nisman. Si el arma deja rastros, ¿por qué no hay pólvora?
Respuesta rápida: porque el asesino usó guantes. Bien, eso explica que no hubiera pólvora en la mano del asesino, pero Nisman no tenía guantes.
Si el asesino lo forzó a disparar sujetando su mano, debería haber pólvora, pero no la hay. ¿Por qué?
No, lo que pasó es que el asesino disparó y después le tomó la mano a Nisman y la manchó con sangre para que pareciera un suicidio.
Bien. Pero esa mancha debió tener unas características de forma que los peritos de la querella no detectaron. En un trabajo tan meticuloso como el que hicieron los expertos, ese detalle no se les pudo haber pasado por alto.
Nadie sabe con certeza cómo murió Nisman. Tal vez algún día se sepa, sin margen de dudas. Pero parece difícil que ello vaya a ocurrir. Lo que sí habrá es un agite permanente de la causa por los medios de comunicación. Una instalación mediática de una hipótesis sin sustento real en el expediente. Una conclusión propia de la Argentina del hablemos sin saber.
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