Columna de opinión.
Son varios los antecedentes. Aqui van sólo los mas graves. En 2009 en una operación combinada entre el Tribunal Supremo Electoral y la Corte Suprema de Justicia, se le fraguó la renuncia al presidente de Honduras Manuel Zelaya, se lo secuestró y traslado a Costa Rica, teniendo impedido hasta el momento presentarse como candidato a ningún cargo. En 2012 fue depuesto el presidente de Paraguay, Fernando Lugo, en una farsa llevada a cabo en el Congreso, y también se le tiene vedada su posibilidad de postularse para la máxima investidura, a pesar que fue electo Senador Nacional. En 2016 se destituyó a Dilma Rousseff, en un muy mal disimulado Golpe de Estado parlamentario.
Está preso el vicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, después de un sumarísimo, amañado y sospechoso juicio. Y se está convocando, de manera inconstitucional, a una consulta para impedir la reelección presidencial, con el claro objetivo de que Rafael Correa no pueda volver a dirigir los destinos del país.En Argentina, donde hay presos ex funcionarios sin justificación legal y presos por protestar, se vive la persecución a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y a toda su familia con una obsesión y una capciosidad legal que demuestra que solo hay un interés político en las causas. El lawfare, la guerra jurídica en su plenitud
Nuestros países vivieron muchos momentos de restricción y violación de la democracia. Gobiernos producto del fraude, proscripciones, golpes parlamentarios, golpes militares, dictaduras sangrientas. Siempre el objetivo era llevar adelante los planes económicos que beneficiaran a las elites y a sus socios imperiales. Pero en los últimos años, con el triunfo de expresiones populares, que comenzaron con Hugo Chávez en 1998, y continuaron con Lula, Nestor Kirchner, Evo Morales, Rafael Correa, Fernando Lugo, con el triunfo del Frente Amplio en Uruguay, del sandinismo en Nicaragua, del Frente Farabundo Martí en Salvador, America Latina cambió. No sólo se dio el avance de los sectores populares en cada país, sino también una integración económica y política nunca vista, luego que se le dijera No al Alca y que se expresó en la mejora y ampliación del Mercosur, la creación de la UNASUR y la CELAC y en la prosperidad con paz de toda la región.
Esta claro que la derecha nunca aprobó esa realidad, ni tampoco los EE UU. Y se prepararon para revertirla. Disimularon, de mala manera el momento, y fueron creando las condiciones para desplazar a las expresiones populares, y perseguir a sus líderes. Ahora, una parte de esa derecha, decidió ir mas allá. La derecha local con el acuerdo norteamericano. No sólo hostigamiento mediático, persecución judicial y restriccion externa. Decidió avanzar, decididamente, sobre las bases del sistema democrático. Y de eso se trata el intento de proscripción a Lula y su encarcelamiento.
¿Por qué decidieron volver a las formas que parecían superadas? Porque no pueden aplicar su brutal plan en condiciones democráticas. No con el respaldo mayoritario de la población. Porque para retroceder en los derechos adquiridos, para volver al libre comercio desenfrenado, para apropiarse de la mayor parte del salario de los trabajadores, para debilitar sus representaciones, para privatizar la grandes empresas nacionales como YPF en Argentina y Petrobras en Brasil, necesitan otro sistema. Y una parte decidió avanzar, la mas audaz, y la otra decidió observar, tal vez preocupada por las consecuencias de la reacción popular, y por la ilegitimidad que tendrán los gobiernos que resulten de esos procesos.
La decisión de un sector de los sectores dominantes está tomada. Es fundamental que el movimiento popular sea consciente de ese cambio, y se prepare para enfrentarlo. No se trata ya, como en los últimos años, de armar una propuesta electoral representativa y atractiva, encabezada por líderes populares y esperar ganar las elecciones para producir cambios y generar derechos. La derecha juega a otra cosa. La respuesta que esta dando Lula y el PT en Brasil es bien interesante. Desafiar al poder y a sus resoluciones, afirmar alianzas con los movimientos sociales, lograr el respaldo y la participación de todo el movimiento obrero, volcarse a las calles, convocar asambleas populares para discutir el programa de gobierno y producir una correlación de fuerzas favorable que permita llegar al gobierno pero, fundamentalmente, producir los cambios estructurales que necesitan nuestros países y nuestros pueblos. Si no se logra, la derecha se pondrá más violenta, más inescrupulosa y cargará contra el sistema democrático integralmente. «
* Director de IDEAL-CTA Diputado del Parlasur
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