La ausencia del magnate estadounidense, sin pagar lo prometido a River, Vélez y Estudiantes, es otro golpe a la credibilidad de los desembarcos privatizadores. En el pasado hubo varios casos. Pero, a la vez, en la actualidad muchos clubes -en especial de Ascenso- gerencian su fútbol con contratos ocultos a los socios.
A Gillet lo esperan, desde hace varias semanas, en Estudiantes, Vélez y River. Sus promesas de pago aún no llegaron. Con las SAD todavía prohibidas, Verón había acordado una suerte de gerenciamiento que, aparentemente, morirá antes de haber nacido. El desembarco de capitales privados en los clubes de fútbol argentino es largo y pocas veces tuvo finales felices.
Sin embargo, también es cierto que en la actualidad, en especial en el Ascenso -pero además en Primera División-, la AFA permite decenas de clubes con gerenciamientos encubiertos, inyecciones de dinero privado al fútbol que no son informados públicamente, un secretismo que se contradice con el latiguillo “el club es de los socios”.
A continuación, un recorrido desde el pasado hasta el presente de SAD-gerenciamientos-mecenazgos en el fútbol argentina, una lista heterogénea en la que Foster Gillet ya tiene un lugar reservado.
-Loma Negra, 1981-1983. Amalia Lacroze de Fortabat era dueña de la fortuna más grande del país y presidía Loma Negra, la cementera favorita para las obras públicas de la dictadura. La fábrica, a su vez, tenía un equipo fundado por los operarios, en 1929, que participaba en la liga de Olavarría. Con el aval de Amalita, los directivos irrumpieron en Buenos Aires para formar un equipo para el Regional 1981, un torneo que clasificaba al Nacional en el que jugarían el Boca de Maradona y el River de Kempes. Ningún futbolista de Primera conocía a Loma Negra pero la pregunta era irresistible: “¿Cuánto querés ganar?”. Con uno de los planteles mejores pagos del país, la primera SAD del fútbol argentino entró al Nacional y fue una sensación: empató dos veces con el River de los campeones del mundo, Fillol, Passarella, Alonso y Kempes. Los futbolistas viajaban en charters privados, comían en restaurantes de lujo, dormían en hoteles cinco estrellas, jugaban amistosos internacionales (ante Unión Soviética y Peñarol en Olavarria, contra Nacional en Montevideo), recibían seis pares de botines, relojes importados, medallitas de oro en cada nacimiento, vivían en casas a las que le cambiaban los muebles todos los años y presenciaban conciertos privados de Luciano Pavarotti. Según el libro “Amalita”, de las periodistas Marina Abiuso y Soledad Vallejos, Rogelio Domínguez, el técnico, sería despedido porque “Amalita lo sorprendió ‘con la camisa desabrochada y gritándoles a los muchachos’ y no hubo manera de explicarle que ése era el director técnico y lo que hacía era su trabajo: dar indicaciones al equipo”. En 1983, Loma Negra volvió a visitar a River y Amalita pagó el pasaje de 104 micros que trasladaron a 5 mil hinchas a Núñez con menú incluido: sandwichs, alfajores y gaseosas. Loma Negra terminó primero en su grupo pero fue eliminado en los octavos de final por Racing. Amalita dejó de poner plata en el fútbol y el equipo volvió a la liga de Olavarría, donde sigue jugando.
–Defensa y Justicia, 1987-1989. “Defensa y Justicia SA, una revolución, un proyecto que intentará cambiar 100 años de historia, la primera SA del fútbol argentino«, celebró El Gráfico. Se trataba de la empresa Excellens SA, constitutida por ex dirigentes de Boca -entonces en la oposición-, que acordaron con el club de Florencio Varela -entonces en el Nacional B- una experiencia privatizadora que intentaba ser un banco de pruebas para dar el salto al “xeneize”. La revolución, sin embargo, nunca llegaría a concretarse. Entre rumores de falta de pago y ausencia de ropa de entrenamiento, Excellens SA, tratada entonces como “el primer emprendimiento privado del fútbol argentino”, dejó Defensa y Justicia seis meses antes de la finalización del contrato y se llevó 26 jugadores a Atlanta (Primera B), una migración que se le pareció bastante a un vaciamiento de futbolistas. Casi acéfalo de jugadores tras la salida de Excellens SA, Defensa y Justicia terminaría 19º de 22 en la temporada 1989/90 del Nacional B. Atlanta, en cambio, ganaría el segundo ascenso en 1990 y ascendería al Nacional B, aunque la empresa se desvinularía pronto y el Bohemio no podría evitar la quiebra judicial en 1991. Como siempre ocurre, ya sea en sociedades civiles sin fines de lucro o en SAD, los resultados alternaron entre buenos y malos, pero una ecuación no cambia: si los clubes se quedan para siempre, los capitales privados llegan y se van cuando dejan de hacer su negocio.
-Mandiyú, 1994-1995. La revelación correntina, en Primera División desde 1988, era el club de una empresa de algodón, Tipoití. Su dueño y presidente del club -presente en todo el notable crecimiento del equipo-, Eduardo Seferian, la vendió en 2.000.000 de dólares al diputado Roberto Cruz. Entonces Mandiyú se convirtió en una SAD sin que nadie hablara de ello: sin tradición ni cariño por el equipo, Cruz hizo una pésima gestión, el equipo descendió y Mandiyú, abandonado por Cruz, quedó acéfalo y dejó el fútbol de AFA: fue hasta desafiliado de la liga correntina. Recién volvió a jugar, en el torneo local, en 2010.
–Argentinos Juniors, 1995. No fue una SAD sino un gerenciamiento porque el contrato se circunscribía únicamente al fútbol profesional y el club siguió manejando todo lo relacionado con las divisiones inferiores y la Reserva, además del resto de las disciplinas. Pero aún así, el insólito exilio de Argentinos a Mendoza es un ejemplo central de los fracasos privatizadores en el fútbol argentino. En la temporada 1993-94, o sea durante el menemismo añorado por Milei, Argentinos debió ser local a 1.000 kilómetros de su barrio y entre la indiferencia cuyana, de espaldas al respeto por los hinchas y las tradiciones. Se trató de un acuerdo con Torneos y Competencias, también mencionada entonces como TyC y hoy rebautizada como Torneos, que fue aprobado por Julio Grondona, opositor a las SAD pero camaleónico como siempre: la AFA tenía una relación umbilical con TyC. La empresa debía hacerse cargo de los sueldos y los traslados: el plantel se entrenaba en Buenos Aires y viajaba cada 15 días a Mendoza. Las recaudaciones en el Malvinas Argentinas eran para TyC, que también se quedaba con un porcentaje de las ventas del plantel. Con el dólar 1 a 1, Torneos consiguió buenos jugadores extranjeros: el uruguayo Gabriel Cedrés, el colombiano Faryd Mondragón, el chileno Jaime Pizarro y el paraguayo Roberto Acuña. Pero las tribunas estaban semivacías y, sumado a los discretos resultados deportivos y la falta de amor entre Argentinos y Mendoza, el contrato con Torneos no se renovaría. Dos años más tarde, en 1996, el Bicho descendería.
–Quilmes, 2000. El Exxel Group, un conglomerado de inversores que se había quedado con algunas empresas argentinas como Havanna y Freddo, también intentó con el fútbol. En 2000, con el aval de la asamblea de socios de Quilmes, firmó un gerenciamiento por diez años a cambio de 5 millones de dólares que saldarían la deuda del club. El Exxel se quedó con el 40% de los jugadores y armó un buen equipo pero perdió tres finales seguidas y dejó el club…. al año siguiente de haber llegado, en 2001. Dos temporadas después, en 2003, y sin gerenciamiento de por medio, Quilmes ascendió a Primera.
-Racing, 2001-2008. Blanquiceleste SA gestionó la Academia a través de un experimento empresarial de Fernando Marín y Fernando De Tomaso. A pesar de que en su primera temporada de gestión consiguió el título esperado durante 35 años, el Apertura 2001, el gerenciamiento terminó en 2008 con un panorama muy oscuro: marchas multitudinarias en contra, deudas, falta de pagos de sueldos, cheques rebotados, pedidos de quiebra y el equipo peleando para evitar el descenso. Los socios volvieron a votar en 2009.
Ya en el presente, el caso de la UAI Urquiza en el torneo femenino recuerda el oportunismo de los capitales privados. El club, es cierto, fue un puntal para el crecimiento de la actividad en la década pasada, cuando el torneo aún era amateur. Fueron épocas en que el vínculo entre el club de Villa Lynch y la Universidad Abierto Interamericana, a cambio de ocho horas de trabajo en tareas administrativas –como una bolsa de trabajo-, les permitió a las jugadoras la posibilidad de entrenarse con un sueldo asegurado. Con el nuevo escenario del semiprofesionalismo, desde 2019, la UAI pasó de ganar títulos a la medianía de la tabla de posiciones. Acorde a un club-empresa que quiere evitar gastos, a comienzos de año anunció que elegía descender y participar en la Primera B.
Aunque Milei dijo a comienzos de año que «Estudiantes está en camino a ser una SAD», Verón siempre se despegó de esa figura. Y si se trata de encontrar casos en los que un empresario actúa (casi) como si fuera el dueño de un club, Riestra es un caso perfecto: la influencia de Víctor Stinfale, aunque sin aparecer en los medios, es absoluta.
Talleres de Córdoba, a su vez -aunque incomparable al de Riestra-, también merece un asterisco: el club, que estaba en una crisis muy seria -víctima también de gerenciamientos previos-, se reactivó económica y deportivamente a partir de la presidencia de Andrés Fassi, a fines de 2014. Vinculado de manera directa al Grupo Pachuca -dueño de los clubes mexicanos Pachuca, Mineros, León y Coyotes, y de Everton, de Chile-, Fassi promovió un acuerdo con esos capitales mexicanos. Talleres pasó del Federal A a la Copa Libertadores y Fassi fue releecto por los socios, pero sus inicios pueden encuadrar en la categoría de «mecenas». Y su futuro, tal vez, en una dinastía: impulsará a uno de sus hijos, Sebastián -ex arquero-, como candidato a presidente.
El tema igual tiene más grises y exceden los nombres. Aunque pocos lo recuerdan, en 2018, el presidente de la AFA, Claudio Tapia, dijo: «Hay una realidad que no podemos ocultar. Hay clubes gerenciados en Primera y B Nacional«. Los ejemplos en el presente se superponen: Real Pilar, San Miguel, Claypole, Maipú, entre tantos otros (y sin contar el Federal A). Aunque no se traten de SAD, esos contratos de gerenciamientos (que son múltiples, en especial en las categorías más bajas, donde básicamente todos los equipos delegan el fútbol en una empresa) no suelen ser de acceso público a los socios.
En las categorías más bajas, incluso, hay quienes relacionan a ciertos gerenciamentos con el arreglo de partidos a partir de las apuestas. Incluso Español, en 2022, llegó a tener un vínculo formal con Generación Zoe, de Leonardo Cositorto, el empresario critpo que acaba de ser sentenciado por estafa. No sólo explotan las burbujas del fútbol. «
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