Informes privados alertan sobre los problemas de demanda. La salida de la crisis será despareja y que eso puede afectar el rebote.
El consumo privado sigue sin reaccionar, y va a contramano de otros que sugieren que el pozo generado a partir del coronavirus y las restricciones consiguientes van quedando atrás. Entre ellos se cuentan la construcción, que retomó los niveles previos a la pandemia; la inversión, que mejoró en el tercer trimestre 42,9%, según el Indec, y el uso de la capacidad instalada de las industrias, que en octubre llegó a su punto más alto de los últimos 12 meses.
En cambio, la demanda de bienes todavía no luce con fuerza para traccionar a la economía. La encuesta mensual de la CAME marca un retroceso interanual de 6,7%, mientras el acumulado anual es negativo en 24,3 por ciento. La consultora Scentia, por su parte, evaluó que en noviembre las ventas de bienes de consumo masivo cayeron un 4,3% en forma interanual.
“La oferta viene creciendo de manera errática, pero con crecimiento al fin, sobre todo acompañada por inversiones en construcción y maquinaria y equipos. Pero el consumo no logra repuntar y esto viene de la mano de una caída sostenida de los ingresos reales, agravado por la aceleración de la inflación que se vio en octubre”, analiza el informe de diciembre del Instituto de Trabajo y Economía (ITE).
La consultora PxQ asigna todavía más importancia a esos factores. “La recuperación del empleo y los ingresos serán factores clave para que la reactivación económica tome impulso. El índice de salarios viene evolucionando por debajo de la inflación mensual desde abril de 2020″.
El consumo privado explica alrededor del 60% de la producción bruta local. Por eso, en el gobierno son conscientes de la necesidad de evitar que se vuelva un lastre para la reactivación. De hecho, en el presupuesto 2021 se espera que ambos índices se eleven en la misma proporción (5,5%).
¿Puede cambiar la tendencia? El índice de confianza del consumidor que elabora todos los meses la Universidad Torcuato Di Tella lo cree posible. Ese parámetro creció 5,2% en noviembre, motorizado por la percepción de que la situación personal de los encuestados es mejor que la de hace un año. Claro que si los ingresos de la población no mejoran, será difícil que el optimismo se convierta en hechos concretos. «
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