La Rosada apunta a las reelecciones de los gobernadores del PJ cercanos al oficialismo. El presidente tuvo una reunión secreta con Gutiérrez para celebrar su triunfo en Neuquén.
El presidente buscará lo mismo que su invitado: un segundo mandato. Eso fue lo único que separó a Gutiérrez de Macri porque el mandatario neuquino llegó a donde el jefe de Estado quiere arribar.
Ante las consultas de este diario, los funcionarios políticos de la Casa Rosada negaron el encuentro con el empeño habitual que ponen para invertir la carga de la prueba. Contestaron que Gutiérrez sí estuvo en Buenos Aires, pero dedicado a hablar con los medios, en una gira porteña que no incluyó Olivos.
Sin embargo, tanto en la provincia patagónica como en Cambiemos dieron cuenta del encuentro, pero justificaron el secretismo porque la cita revela la intimidad de la estrategia electoral del gobierno: privilegiar la victoria de los mandatarios «aliados» por encima de los candidatos propios. Todo a cambio del apoyo que aporten esos caciques, ya reelectos, cuando Macri se concentre en la campaña para buscar su propia reelección.
En el caso neuquino, esa pródiga amistad con Gutierrez implicó la ausencia de las principales figuras nacionales para apoyar al candidato a gobernador de Cambiemos, el radical Horacio «Pechi» Quiroga, que quedó en tercer lugar, detrás del candidato del peronismo. La derrota cosechó dos silencios. Hubo una discreta indiferencia oficial sobre la derrota neuquina y un reforzado halo de silencio sobre la cena en Olivos.
Los lazos de Macri con Gutiérrez alimentan la creciente desconfianza provincial de los representantes macristas y radicales en Neuquén. Dentro de Cambiemos no es el único caso. Incluso hay algunos más críticos en otras provincias que requieren más secretismo por parte de la Rosada, como el vínculo de con el gobernador cordobés, Juan Schiaretti. Es una relación que se remonta a los años de Socma y que desata peores recelos en la irresuelta interna cordobesa entre el titular del Interbloque de diputados de Cambiemos, Mario Negri, y el intendente capitalino, Ramón Mestre. Ambos competirán con Schiaretti el 12 de mayo, en forma separada. Ambos contendientes, que no pudieron saldar sus diferencias dentro de Cambiemos, siguen mirando de reojo la relación que el gobernador tiene con Macri. Cerca del presidente les echan la culpa a los dos radicales por el escándalo y desligan a la Rosada. «Es la pelea entre un ególatra y un loquito que no pudimos resolver, ahora que se arreglen», evaluó una fuente de Balcarce 50. Bajo un manto de silencio, no sólo pronostica la reelección del mandatario peronista sino la posibilidad de que su delfín, Martin Llaryora, gane la intendencia de la capital provincial que Mestre administra.
Otro caso es el rionegrino Alberto Weretilneck. Su candidatura fue anulada este viernes por la Corte Suprema a dos semanas de los comicios del 7 de abril, donde el kirchnerista Martín Soria (intendente de General Roca) se posiciona como favorito. El revés judicial incrementa las chances de Soria de quedarse con la provincia, en un escenario donde la candidata de Cambiemos, la diputada radical Lorena Matzen, teme correr la misma suerte que Quiroga en Neuquén. Faltan dos semanas para ese comicio y en el gobierno se preguntan sobre quién tiene las mejores chances para polarizar con el kirchnerismo. Es una apuesta a favor de la candidata de Juntos Somos Río Negro, Arabela Carreras, exministra de Turismo provincial que reemplazará a Weretilneck.
Los beneficios que puedan generar esos vínculos dependen de la buena estrella que mantenga Macri en medio de la crisis, una variable que sigue desgranándose ante el empeoramiento de la economía, el incremento de la inflación y la creciente debilidad de las economías provinciales. Detrás del secretismo que el mandatario les impone a sus vínculos políticos y amistosos con los gobernadores peronistas evoluciona un riesgo: que luego de las elecciones provinciales los mandatarios tomen distancia de la Rosada ante la erosión de la economía sobre le candidatura de Macri y rompan los acuerdos que mantiene en secreto.
A esto se suma una nueva variable inesperada: los coletazos del escándalo por la investigación del juez federal Ramos Padilla, que detuvo al falso abogado Marcelo D’Alessio por extorsión y espionaje ilegal. En Balcarce 50 aseguran que no tiene impacto electoral y minimizan su impacto político. Sin embargo, la preocupación no radica en los riesgos que atraviesa otro depositario de la amistad presidencial, el fiscal federal Carlos Stornelli, sino en el impacto corrosivo que genera dentro del PRO la información que contiene el expediente sobre las misiones que tenía D’Alessio para espiar a miembros del macrismo, como la que realizó sobre los vínculos personales de la gobernadora María Eugenia Vidal. «
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