Su carisma y profesionalismo le dieron un espacio importante en televisión, cine y teatro. Su mirada política y la pasión por viajar.
Hizo un importante recorrido en la televisión –Amigos son los amigos, Alta comedia, Verdad consecuencia, Buenos vecinos, Vulnerables, Los Roldán y Un gallo para esculapio, entre otras–. En cine su debut fue en un cameo en Carlito´s Way, ni más ni menos que de Brian Di Palma. Pero también protagonizó Pequeños milagros (Eliseo Subiela) y participó en Animalada (Sergio Bizzio). Actualmente es parte del elenco de la obra La fuerza del cariño, que fue suspendida momentáneamente por un problema de salud de Soledad Silveyra.
–¿Cómo ves tu carrera?
–Como un recorrido al que le faltan cosas. Tengo mucho por hacer más allá de todo lo que hice. Hay espacios interesantes para explorar. Si la tele de aire está en vías de extinción, voy a ir por otro lado y así seguiré buscando expresarme.
–¿Siempre fuiste inquieta?
–Soy una persona ansiosa y curiosa, siempre estoy pensando qué voy a hacer. Siempre estoy con muchos proyectos a la vez. Me interesan muchas cosas más allá de actuar.
–Hiciste un podcast hace poco.
–Sí, con amigas. Se llama Las cosas que no salieron como querías. Lo hicimos junto a Ana Paula Dutil, Andrea Rincón y mi hermana Rosario. Estuvo bueno. Me gusta investigar nuevos lenguajes, con aristas de conducción.
–¿A qué edad empezaste a trabajar?
–A los 19 años. Con Romay en Canal Nueve, y luego en Telefe, con Gustavo Yankelevich como gerente de programación. Era en el 89 o el 90, creo. De ahí me fui a estudiar a Estados Unidos. Hice mucha tele, previo a las plataformas y todo esto que vemos… Teatro hice más en los últimos años.
–Viniendo de una familia artística, ¿cómo se desarrolló tu interés por seguir por ese camino?
–Cuando una es una niña no sabe qué se está empapando de algo determinado. Es lo que te rodea, lo que conozco. Me crié en una familia pública y para mí es natural. Evidentemente nos influyó, y nos abrieron la puerta para ir a jugar. Pero más que nuestros padres, la gente que venía a casa.
–¿Las amistades?
–Claro. Venía Ana María Picchio, pasábamos navidades con Juan Carlos Altavista o recibíamos visitas de Luis Sandrini. O cuando estábamos en Miami, venía a comer un asado Susana Giménez. También nos daba la chance de ir a un show, ensayos, ver cómo era un set de tele… Todo eso desde muy chicos. Eso nos acercó y la libertad con la que nos criamos nos hizo a todos lo que somos. Uno director, otro productor, otros músicos… Creo que en mi familia hubiera sido imposible que alguien saliera contador o abogado.
–¿Siempre quisiste ser actriz?
–Sí, jugaba actuar, representaba situaciones. Vendía terrenos, era azafata o enfermera. Entrevistaba gente, era la conductora de un show de juegos o tenía un programa de gimnasia como María Amuchástegui. Esos eran mis juegos. A veces veo esos VHS y me río mucho.
–¡Ah! Te filmabas.
–Sí, mi papá me dejaba con la cámara prendida y yo me entretenía. Escuchaba mucha música también y me imaginaba cosas con los temas.
–¿Tele mirabas?
–Sí. Pero ahora me adapté y miro todo por YouTube. Desde que existe no miré más tele. Busco mi contenido. No me quedó mucho de la vieja escuela.
–¿Cómo era tu rutina cuando estudiabas teatro en Los Ángeles?
–Tres veces por semana tenía clase y luego me dedicaba a leer. Iba a librerías donde se podía comer algo y me pasaba horas. Descubrí poetas, autoras feministas, leí libros que no sé ni cómo llegué a ellos. Pero sin Internet, aproveché el tiempo libre creo.
–¿Te gusta viajar?
–Sí, trabajo para poder viajar una vez al año. Igual no voy a lugares exóticos ni nada: de hecho el lugar que más me gusta en el mundo es Mar del Plata.
–¿Sos pesimista u optimista?
–No sé, depende. Creo que suelo estar contenta. Tengo estabilidad emocional, no subo ni bajo demasiado. La vida siempre me trató muy bien y si tengo alguna angustia trato que no dure demasiado. Tengo la sensación que todo puede cambiar de un día para el otro. Entonces vivo como si me fuera a morir mañana.
–¿Cómo ves a la Argentina de hoy?
–Estoy preocupada. La economía afecta a todos, a algunos mucho más, por supuesto, y eso es terrible. Pero creo que la crisis es política. Yo siempre estuve interesada en el tema, me parece que ese es el camino desde donde se puede construir y mejorar lo que sea necesario. Toda la vida me sentí peronista. Ahora estamos rodeados de antiperonismo, la mitad del país pareciera que lo es. Convivo con gente querida que no votaría al peronismo jamás, pero creo que hay que esforzarse y buscar algo que nos vincule. Creo en los hombres y mujeres de buen corazón: tengo una idea de país, una manera de hacer y sentir que este movimiento representa. «
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