¿De qué hablar en un primer encuentro con un chico o chica que anhela una familia? ¿Cómo empezar a tejer ese vínculo? Sobre esa inquietud, el colectivo Militamos Adopción ideó el juego de cartas Vinculando, especialmente diseñado para los primeros pasos de una familia hacia la adopción de un o una adolescente.
Mariana Pittaluga es integrante del colectivo, diseñadora gráfica y mamá de una adolescente de 14 años. Hace dos, cuando llegó el momento de verla por primera vez, adaptó un juego de cartas que tenía para facilitar las primeras charlas. “Recibimos muchas consultas sobre qué hacer cuando tienen que conocer a los chicos. ‘¿De qué les hablamos?’, nos llenan de esas preguntas. En el grupo la mayoría somos mamás y papás que conocimos a nuestros hijos como adolescentes o pre-adolescentes. Les planteé hacer un juego pensando preguntas no invasivas, disparadores de conversación, para no ir a una especie de interrogatorio que abruma”, cuenta Mariana sobre cómo surgió Vinculando.
“Imaginá que sos un científico: ¿cuál sería tu invento?”. “¿Creés que hay vida en otro planeta?”. “¿Si fueses una persona famosa, ¿quién serías y por qué?”. Las preguntas, de lo más variadas, se dividen en tres secciones: Random, Romper el hielo y Quién soy. El juego incluye comodines y la posibilidad de pasar temas por alto, porque siempre se puede no querer hablar de algo.
Chicos y chicas comienzan las partidas al tomar una carta del mazo al azar para leer la pregunta en voz alta y responder. Se termina –para volver a empezar- cuando cada participante haya contestado al menos una pregunta de cada sección. “No hay puntos ni metas, son disparadores para conversar y colgarse hablando. La idea es que pase eso”, resume Mariana.
“El inicio de la vinculación es un primer encuentro, una cita a ciegas. Porque la información previa es escasa. Podés saber edad, algunas características que te da el equipo técnico, pero la relación comienza al momento en que te conocés. Y se juegan muchas cosas. Sobre todo, la ansiedad de los chicos y lo que han vivido”, dice Melisa Navarro desde Mendoza. Integrante de Militamos Adopción, materna a un nene de 11 años a quien conoció a los nueve. “Si pensamos que la idea principal es restituirles un derecho quitado, hay que entender que es probable que lleguen a la situación de vinculación con muchos miedos. Miedo al abandono, a que les vuelvan a mentir”. Ante esos escenarios, la propuesta es empezar jugando.
“Lo lúdico ayuda porque no pone el foco en preguntas incómodas o en los nervios y la ansiedad. Más allá de preguntar ‘a qué escuela vas’ o ‘qué banda te gusta’, empezás por ‘¿qué comida no comerías nunca?’ y eso dispara un montón de cosas”, señala Melisa.
El juego tiene una estética inspirada en Monsters, Inc. “Porque, al igual que en la película, hay miedo hasta que nos conocemos. Nosotros también somos monstruos en ese momento”, compara Mariana. Con 90 cartas, es gratuito y puede descararse para imprimir (en color o en blanco y negro) desde la web www.militamosadopcion.ar.
“Las vinculaciones llevan tiempo. No es mágico. No es amor a primera vista. No van a ir corriendo a tus brazos”, remarca Melisa. Y apunta que el juego puede ser un aporte para ese camino que empieza con el proceso de vinculación y se sigue construyendo hasta la adopción definitiva (y después, también). “Capaz a partir de jugar sabés su gusto de helado favorito y en el próximo encuentro sabés qué sabor pedirle”.
El colectivo Militamos Adopción busca derribar mitos sobre los procesos adoptivos en la Argentina y apunta especialmente a que chicas y chicos ‘grandes’ tengan garantizado su derecho a crecer en familia. Porque pese a las campañas de visibilización de los últimos años, la amplia mayoría de quienes se inscriben pretenden adoptar a un bebé o niño/a menor de cinco años. Según los datos publicados a principios de este mes por el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (RUAGA), de un total de 1716 legajos de personas o familias con intenciones de adoptar, 1452 esperaba un bebé de un año, mientras solo diez planeaban ahijar a alguien de 15 años o más.
El juego fue diseñado especialmente para iniciar procesos de vinculación con pre-adolescentes y adolescentes, con quienes además de los miedos generados por las historias propias hay distancias generacionales que pueden dificultar esas primeras charlas.
“Es el motivo de nuestra militancia. La creación de estas herramientas es para poder acercar más familias a chicos que están esperando, que son los que importan. Tratamos de acompañar y apoyar a los adultos, pero nuestro objetivo principal son los 2200 pibes que siguen esperando, mientras entre las familias inscriptas el 90% se anotó para chicos chiquitos o bebés. Hay un match que no va a coincidir. Es un trabajo arduo y es de a granos de arena. Hay que pelear contra muchos años de tu tía diciendo que adoptar es difícil y lleva mucha burocracia. Si entrás a cualquier nota sobre adopción, la mayoría de los comentarios van en esa línea. Estamos laburando contra eso”, resalta Melisa.
La mayoría de las experiencias del colectivo muestran que las familias que al inscribirse contemplan la posibilidad de adoptar niñes ‘grandes’ o adolescentes se encuentran con procesos rápidos y en poco tiempo pueden iniciar vinculaciones.
En tiempos de recortes y ajustes en el Estado, se suma un factor de preocupación a los ya de por sí complejos procesos que atraviesan quienes viven en hogares y están en situación de adoptabilidad.
“Hay despidos de operadores en las áreas de Niñez y Salud Mental, no sólo en CABA sino a nivel nacional. Es catastrófico, porque ya antes faltaba personal”, alerta Mariana Pittaluga.
“Esto que hacemos, como el juego, el personal no tiene tiempo de hacerlo. Ahora, menos. Además está la situación en el sector de Discapacidad. Muchos chicos tienen que ser trasladados a sus terapias y eso sigue frenado. Hay chicos con condiciones muy graves y de esto depende su calidad de vida. Estamos muy preocupados”.
La reducción de personal se traduce además en “menos preparación para las familias inscriptas para adoptar. Se llega a las vinculaciones con poca preparación y terminan en desvinculaciones. Esos errores recaen sobre los pibes, las consecuencias las sufren ellos”, lamenta la integrante de Militamos Adopción.
En CABA, el cese de contratos de trabajadores estatales comenzó los primeros días del año e incluyó al Consejo de Niñas, Niños y Adolescentes, afectando a profesionales que trabajan en hogares y defensorías, que articulan con hospitales y escuelas a los que asisten chicos y chicas que no están al cuidado de una familia.
“Nos preocupa porque además que es escasa, casi nula, la presencia de profesionales de salud -y sobre todo de salud mental- en los hogares, ahora va a desaparecer. Los chicos tienen asistencia una vez cada 15 días o al mes, pero el acompañamiento psicológico debería ser semanal. A la falta de profesionales ahora se suma el vaciamiento”, advierte Melisa.
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