En una jornada marcada por el ferviente intercambio con el público argentino, la artista chilena despidió el año en Niceto. Con un show a la carta, repasó sus mejores canciones y regaló momentos para bailar, hacer coros y sobre todo, emocionarse.
Luego de un set corto pero efectivo de Fermín Ugarte para calentar motores, pasadas las 22 comenzó el show de Javiera. Un set cuanto menos original eligió Mena para arrancar con el recital: batería, bajo, saxo y dos sintetizadores que movieron al público que llegó a Palermo en la noche del miércoles. ¿Quién necesita una guitarra?, era la pregunta implícita de las primeras cuatro canciones. El set confluyó en la tónica de un electro pop, un viaje de épocas, décadas y estéticas tomando lo mejor de bandas como Daft Punk o Depeche Mode, pero con el inconfundible sello de la chilena.
“Hasta la verdad”, “Acá entera” y “Casán” fueron la tríada elegida para abrir el show. Un formato simple y efectivo que resonó en las paredes. Continuó con “Como siempre soñé” y “Dentro de tí”, hasta que en uno de los momentos altos de la noche, Javiera dedicó a “todas las lesbianas del mundo” la canción “La isla de Lesbos”, uno de sus temas más famosas.
Romance, seducción, baile, sonidos inspirados en Buenos Aires, el Delta del Tigre y ¡hasta en la célebre Moria!, tal las palabras de la protagonista de la noche. El mood más intimista fue variando entre el formato de banda y la cantante subiendo y bajando a su piano rojo, con temas como “Cámara lenta”, “Esquemas juveniles” y “Sol de invierno”. En el doblete de “Me gustás tú” y “Otra era” se encontró el punto más alto del show. El público, igualmente, encaró con fervor todas y cada una de las canciones.
“Corazón Astral”, “Yo no te pido la luna” y “Luz de Piedra de Luna” fue de a poco marcando la despedida de Javiera y el fin del show. No sin antes repetir la fórmula que reinó durante casi toda la jornada, con el electro pop más bailable al beat del corazón. Música que es un síntoma de época: canciones que describen situaciones y sentimientos, erotismo encarnado en historias cotidianas, el dolor y el encierro de la cuarentena. De todo eso se trata también Nocturna su quinto disco que produjo junto a Pablo Stipicic.
Los bises fueron “Espada”, “El Amanecer” y “Siguiente Nivel”, que despidieron una nueva visita de la artista chilena por estas tierras. Un show que a través de su cristal nos regaló un poco de sensibilidad y empatía, que parece que en este momento solo obtendremos mediante la música y la lucha.
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