El guitarrista y compositor presenta su tercer trabajo como solista. En él confluyen ritmos urbanos y folklore con la impronta del jazz y el rock.
El álbum, sucesor de Andén Sur (2005) y Mate Voodoo (2008) lo encuentra sumergido en los ritmos urbanos y del folklore argentino, los que colorean su música sin que por esto se aparten del espíritu de fusión que tan bien sabe explorar. Prueba de esto es el vibrante arranque de la placa con «Sudeste», un tema que le debe mucho a la chacarera en su aspecto rítmico potenciado por la eficaz base de Pellican en bajo y Diego Alejandro en la batería. Esta base le permite a García desarrollar sus arabescos melódicos con una elegancia y refinamiento que se verificará a lo largo de todo el disco.
«Este mar», que cuenta con la voz de Nicolás Sanucci, extrema un desarrollo en el que nuevamente la guitarra cumple un rol protagónico creando climas armónicos y entrelazándose suntuosamente en breves pero eficaces solos. Más intrincado en su melodía, «Balcones» reconoce un cierto aire de candombe, en tanto que «Tres pasajes» desconcierta al principio con su ritmo provocativo que, tras un recorrido dominado por el bajo (que protagoniza un par de vibrantes pasajes solistas más entrado el tema), despliega un tránsito en el que García vuelve a lucirse con su synth guitar, dando un claro ejemplo de lo que es el jazz-fusion urbano.
El pulso rítmico es un elemento dominante en toda la placa (de impecable producción de grabación a cargo de César Silva) como lo demuestra «Viento del río», en el que el trío de García, Pellican y Alejandro se enseñorea nuevamente con un ritmo de candombe en el que de manera sutil desarrolla diversas variantes dinámicas.
En «Remanso» la guitarra se entrelaza con la armónica de Franco Luciani y comparte el protagonismo en tanto que el contrabajo de Guido Martínez le otorga a la composición una calidez que acentúa su atmósfera calma y reposada. Si hay un tema que claramente remite al rock argentino con reminiscencias spinetteanas de manera plena, éste es «Mersatrón», en el que nuevamente Sanucci aporta su canto, a la vez que se hace cargo del bajo, mientras que Juan «Pollo» Raffo entrega un sobrio aporte con su piano.
«Milonga del sapo» es el tema en el que la escritura y la improvisación le proporcionan sus propios espacios a la guitarra, al bajo fretless y, sobre todo, a la batería gracias a una medida pero vibrante intervención de Alejandro. El cierre del álbum con «Meridiano» representa una síntesis sonora del espectro musical que maneja García, en el que la técnica y el virtuosismo no van en detrimento del refinado tratamiento de las melodías y en el que la sabia utilización de los recursos que ofrece la guitarra se transforman en auténticos cómplices de una música elaborada y de gran nivel.
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