Los ataques de la madrugada del sábado se enfocaron en centros militares pero no en sedes de organismos nucleares. Gobiernos de la región alertan y piden bajar decibeles. Pero el futuro es oscuro.
Las primeras noticias sobre el ataque en territorio iraní -que habrían dejado un saldo de tres militares muertos- añadieron escozor a una escalada temeraria entre ambas potencias que en un clima tan tenso como el de Medio Oriente, hace temer una guerra de magnitud impensable. De allí que prontamente los líderes de Alemania, Arabia Saudita, Rusia Omán, Irak, Pakistán y la ONU se apuraron a pedir que se bajara un cambio para poner fin a la inestabilidad en la región. Tel Aviv afirma que ya cumplió su objetivo.
Era de esperar que el gobierno de Benjamin Netanyahu, donde la ultraderecha más extrema lleva la voz cantante, no olvidaría la incursión iraní de este 1-O. La creciente beligerancia de estas últimas semanas tiene mucho de apurar las cartas antes de la elección en Estados Unidos. No porque espere diferencias con cualquiera que gane, sino por estar en mejor posición si deben sentarse a una mesa de negociaciones. En esta ocasión, sin embargo, hubo un detalle adicional: el jueves terminó en la ciudad rusa de Kazán la XVI Cumbre de los países BRICS. Irán es uno de los flamantes socios de ese club de emergentes que ya son los más poderosos del mundo a nivel económico. Allí el presidente Masud Pezeshkian estrechó aún más los vínculos con Vladimir Putin en torno a proyectos estratégicos para un corredor Norte-Sur que competirá con el Canal de Suez para el transporte de mercaderías, desde Asia Central al Océano Índico. Una escalada entre Israel e Irán implica también a Rusia, ya bastante afectada por los ataques del ejército israelí contra su aliado Siria.
Nadie dudaba de una represalia inminente de Israel. “Nuestro ataque será letal, preciso y, lo más importante, sorprendente. Ellos no sabrán qué sucedió ni cómo sucedió. Sólo verán los resultados”, había amenazado el ministro de Defensa, Yoav Gallant. Y desde la Casa Blanca se venía advirtiendo a Netanhyahu que no descargaran su furia contra objetivos nucleares: ni plantas de energía ni de investigación. Para no llevar a una respuesta igual de Teherán. La información tanto de las Fuerzas de Defensa (FDI) como de Teherán, coincide en que los objetivos eran baterías antiaéreas y centros de fabricación de misiles balísticos. Difieren en el resultado: Israel dice que fueron golpes letales, mientras que Irán afirma que sus equipos defensivos fueron muy efectivos. También difieren en cuanto a cómo se produjo el ataque. Israel dice que con aviones, Irán asegura que ningún aparato aéreo ingresó en territorio soberano.
A eso se agregó este martes una información un tanto sorprendente: que el FBI estaba investigando una presunta filtración de documentos clasificados que revelaban los detalles de la operación israelí. ¿Existió esa filtración, fue un aviso a Netanyahu, que ya no cuenta con la confianza de la administración Biden, a la que deja en ridículo con demasiada frecuencia? ¿O fue una fuga controlada para que los iraníes estuvieran preparados?
La cobertura del The New York Times de ayer destaca que “Irán está a pocas semanas de crear uranio de calidad para fabricar bombas, y hay fuertes voces que sostienen allí que el mejor elemento de disuasión contra Israel y los Estados Unidos es tener armas nucleares, como las que posee el propio Israel”. Por otro lado, Washington había desplegado más fuerzas militares en la región ante la posibilidad de una escalada. Estados Unidos, que desde la crisis de 1973 pudo articularse como el árbitro en el Medio Oriente, perdió aceleradamente su predicamento desde las invasiones a Irak y Afganistán al inicio de este siglo. El primero en saberlo es Israel, que responde a esta realidad cada vez con mayor dosis de agresividad. Con el deseo de envolver a su principal sostén en una guerra que acomode los tantos quizás definitivamente.
Por lo pronto, la primera postura de la Casa Blanca fue un mensaje del secretario de Defensa, el general de cuatro estrellas Lloyd Austin III, quien aseguró que había hablado con Gallant sobre la situación y le reiteró “el compromiso inquebrantable de EE UU con la seguridad de Israel y su derecho a la autodefensa”. Un día antes, Austin III se reunió con el papa Francisco, con quien, dijo, “hablamos sobre la importancia de proteger las vidas de civiles inocentes en zonas de conflicto en todo el mundo, incluida Ucrania y en Oriente Medio”.
Las tropas rusas tomaron este viernes el control de la localidad de Alexandrópol, en la República de Donetsk, informó el Ministerio de Defensa ruso. Tres días antes, habían ocupado las localidades de Serebrianka y Nikoláevka, lo que revela un avance importante en las últimas jornadas sobre las fuerzas ucranianas. El informe oficial afirma que en total, desde el comienzo de la operación militar especial en Ucrania, el 24 de febrero de 2022, fueron destruidos 647 aviones, 283 helicópteros, 34329 vehículos aéreos no tripulados, 584 sistemas de misiles antiaéreos, 18877 tanques y otros vehículos blindados de combate, 1480 lanzacohetes múltiples, 16773 artillería de campaña y morteros y 27624 unidades de vehículos militares.
Esta información se conoce mientras datos aportados por Florence Bauer, jefa de Europa del Este en el Fondo de Población de la ONU, certifican que desde 2022 la población de Ucrania disminuyó en diez personas, la cuarta parte de sus habitantes antes de la guerra. «La tasa de natalidad se desplomó y actualmente está alrededor de un hijo por mujer, una de las más bajas del mundo», señaló la funcionaria.
Entre 1991 y 2021 ese país había perdido otros 10 millones de habitantes, pero entonces era por la cantidad de migrantes por la crisis posterior a la implosión de la Unión Soviética. Ahora hubo, según ese informe, alrededor de 6,7 millones que escaparon de la guerra, muchos de ellos en edad de reclutas. También se debe computar la cantidad de bajas por la contienda, algo que por ahora resulta virtualmente imposible porque es un secreto militar.
Otro tema que surgió estos días es, como adelantó Tiempo la semana pasada, la denuncia de que tropas de Corea del Norte estaban en los campos de batalla ucranianos. Entonces era un reclamo de Volodimir Zelenski. Ahora, EE UU, Japón y Corea del Sur se manifestaron preocupados por la «profundización de la cooperación militar» de Norcorea y Rusia. Durante la cumbre BRICS esa fue una de las preguntas a Vladimir Putin, que aseguró que no era cierto. Sí se sabe que hubo ejercicios militares conjuntos en el extremo oriente, donde entre las fronteras de Corea del Norte y Rusia hay apenas 120 kilómetros.
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