Las peticiones para evitar la escalada llegaron de todos los representantes, empezando por el secretario general, António Guterres, y siguiendo por Rusia, China e Estados Unidos, habitualmente enfrentados.
Sin embargo, el embajador de Israel, Gilad Erdan, respondió que nadie tenía derecho a pedir a su país “quedarse de brazos cruzados” tras el ataque con drones y misiles lanzado en la noche del sábado por Irán contra Israel y los territorios que ocupa en Palestina y Siria, y agregó: “Somos una nación de leones”.
Había gran expectación por el tono que utilizarían Irán e Israel ante el Consejo de Seguridad, el único lugar del mundo donde los representantes de estos dos países sin relaciones diplomáticas se sientan a solo metros de distancia.
Tanto Erdan como el representante iraní, Saeed Iravani, se acusaron de ser el principal actor de desestabilización regional.
Para el israelí, Irán ha llenado la región de ‘proxys’ (agentes delegados) que buscan su destrucción incansablemente desde Yemen, Líbano o Siria a través de milicias aliadas.
Mientras que Iravani, recordó las múltiples resoluciones del Consejo de Seguridad ignoradas por Israel en el conflicto palestino o las atribuciones que ese país se da de intervenir extraterritorialmente, como cuando el 1° de abril atacó el Consulado iraní en Damasco, matando a 13 personas (siete de ellos iraníes) sin que la comunidad internacional reaccionara.
La implicación de Estados Unidos en el último ataque, reconocida por Washington e Israel y que consistió en la intercepción de los misiles lanzados desde Irán, había elevado el nivel de preocupación por la posible extensión del conflicto, dada la estrecha alianza que EE.UU. tiene con Israel.
Y de hecho, el embajador israelí dio las gracias expresamente a Estados Unidos: “Deseo aprovechar la ocasión para agradecer a Estados Unidos y nuestros aliados -no citó otros nombres- por permanecer a nuestro lado y defendernos contra el régimen de los ayatolas”, dijo Erdan.
Minutos después, el representante iraní no eludió la cuestión pero huyó del tono beligerante: su país -dijo- “no tiene intención de entrar en conflicto con Estados Unidos en la región” y ha demostrado “compromiso con la paz, además de contención” tras comprobarse la implicación de EE.UU. en la intercepción de drones y misiles iraníes.
Ahora bien, si Estados Unidos fuera más allá e iniciara una operación contra ciudadanos iraníes o intereses, “usaremos nuestro derecho inherente a responder de forma proporcionada”, advirtió el diplomático.
Las peticiones a evitar la escalada llegaron de todos los representantes, empezando por el secretario general, António Guterres -quien solicitó intervenir en esta sesión extraordinaria de domingo- y siguiendo por Rusia, China o Estados Unidos, habitualmente enfrentados en casi todo.
Guterres dijo que “ni la región ni el mundo pueden permitirse otra guerra”, e insistió en tres ocasiones en la “responsabilidad común” que tiene la comunidad internacional para evitar una escalada entre Irán e Israel, lograr un alto el fuego en Gaza, garantizar la liberación de los rehenes en manos de Hamás y prevenir un deterioro de la violencia en Cisjordania.
El embajador ruso, que también llamó a la calma, no dejó de subrayar “la hipocresía y el doble rasero (del Consejo de Seguridad), que casi da vergüenza mirar”, ante el hecho de que el ataque contra Israel haya merecido una sesión urgente incluso en domingo pero no sucediera así cuando Rusia solicitó una similar tras el bombardeo de Israel contra el consulado de Damasco.
El elefante en la habitación se llamaba hoy la guerra de Gaza: con todos los países conteniendo el aliento por una posible nueva guerra, que pueda hacer de olvidar la que tiene lugar en la la franja palestina desde hace seis meses.
Sin embargo, la mayoría de oradores -con excepción del israelí- no la olvidaron y pidieron pasos para lograr un alto el fuego inmediato, algo que pidieron incluso EE.UU. y el Reino Unido, aliados inquebrantables de Israel, pese a que este país se niega a cualquier tipo de tregua.
El ataque de Irán y los tambores de guerra que suenan en la región han opacado el que era “tema del mes” de abril: la petición de Palestina para convertirse en estado miembro de pleno derecho de la ONU (y no mero observador), que posiblemente se iba a votar el próximo miércoles en el Consejo, aunque con la actual coyuntura ya eso está en el aire.
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