Los manifestantes comenzaron su noveno sábado de protestas con un gran despliegue policial y una jornada de disturbios en las diferentes ciudades. Piden la denuncia de Macron.
Fue la novena manifestación sabatina de este movimiento, que no tiene líderes ni ideología clara pero que desde hace dos meses amenaza la estabilidad del gobierno de Emmanuel Macron.
Después de una disminución del número de manifestantes debido a las vacaciones de fin de año, unas 32.000 personas salieron a las calles de varias ciudades de Francia, incluidas 8.000 en París, informó el Ministerio del Interior.
La protesta de este sábado llevó un gran número de manifestantes a Bourges, elegida por los “chalecos amarillos” por ser de fácil acceso para la gente de las provincias, debido a que esta ubicada en el centro geográfico de Francia.
En esta ciudad del departamento francés de Cher, unas 5.000 personas marcharon desde las afueras hacia el centro, informó la Prefectura.
La represión se desató cuando un grupo de alrededor de 500 personas ingresó al centro histórico, pese a una prohibición de las autoridades.
Los manifestantes quemaron parte del mobiliario urbano y fueron reprimidos con gases y cañones de agua, informó la agencia de noticias Efe.
Unas 15 personas fueron detenidas en Bourges “preventivamente”, informó Prefectura.
Mientras tanto en París, los “chalecos amarillos” iniciaron la jornada de protestas en sentido contrario al que hacen habitualmente.
Con carteles en los que reclaman la renuncia de Macron, marcharon desde la sede del Ministerio de Economía y Finanzas hacia el Arco del Triunfo, al final de la avenida de los Campos Eliseos.
Entre los lemas que coreaban los manifestantes, uno pedía la liberación del ex boxeador Christophe Dettinger, quien la semana pasada fue grabado cuando golpeaba a dos gendarmes.
Los enfrentamientos en París estallaron en las primeras horas de la tarde alrededor del Arco del Triunfo.
Prefectura informó que la policía respondió con gases lacrimógenos y cañones de agua cuando algunos manifestantes arrojaron piedras hacia donde estaban apostadas las fuerzas de seguridad.
Agregó que al menos 59 personas fueron detenidas en los controles por “portar armas prohibidas” y por “participar en un grupo con el propósito de cometer actos de violencia”.
El Ministerio del Interior desplegó 80.000 policías y gendarmes a nivel nacional porque temía que las protestas se tornaran “más radicales” debido a que han observado que “semana tras semana ha habido cambios hacia un comportamiento cada vez más violento”.
En la capital, pese a que debieron atender una fuerte explosión por una fuga de gas en una panadería que dejó dos muertos, se movilizaron 5.000 miembros de las fuerzas de seguridad y 14 vehículos blindados.
Miles de manifestantes desfilaban también en otras ciudades de Francia, como Bourges, una ciudad del centro de Francia donde 6.000 “chalecos amarillos” se dieron cita. “Queremos demostrar nuestra unidad en el corazón de Francia”, explicó Priscillia Ludosky, una figura de los chalecos amarillos.
Dieciocho personas fueron detenidas al margen de la protesta. Se registraron choques entre manifestantes y policías en una calle comercial de la ciudad. Las autoridades habían prohibido manifestaciones en el centro histórico y cerraron museos, parques y edificios públicos.
“Esperamos medidas concretas, los anuncios de Macron son migajas que pagan los contribuyentes. Nos pide hacer esfuerzos, pero son ellos los que deben hacerlos, hay tantos abusos y privilegios entre los políticos”, denunció Carole Rigobert, una mujer de 59 años acompañada por su marido.
Hace menos de 24 horas, el presidente Emmanuel Macron desató una nueva polémica al declarar que “los problemas por los que atraviesa nuestra sociedad se deben a veces a que demasiados de nuestros conciudadanos piensan que podemos conseguir” algo “sin esfuerzo”.
Desde el inicio de las manifestaciones, el 17 de noviembre pasado, 10 personas han muerto y 1.600 han resultado heridas, 58 de ellas de gravedad, según un recuento de la agencia France Presse.
La movilización fue la novena que protagonizan los “chalecos amarillos”, se da en los primeros días de la temporada de ventas del invierno, una fecha crucial para los comerciantes cuya actividad se ha visto perturbada en noviembre y diciembre por las protestas
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