La pandemia demostró que los reclamos que el movimiento feminista viene realizando desde el primer paro son más que necesarios. Un análisis del panorama económico de desigualdad de género.
No queremos volver a la normalidad
Cada #8M buscamos poner en evidencia que son los trabajos de cuidados, en su mayoría no remunerados o mal pagos, los que sostienen a nuestras economías. Este trabajo no reconocido es la principal fuente de desigualdades que se constata visiblemente en el mercado laboral y deja a las mujeres en una posición de mayor vulneración económica, generando un caldo de cultivo perfecto para que crezcan el resto de las violencias, más notorias e irreversibles, que vivimos diariamente las mujeres y personas feminizadas.
La pandemia nos mostró lo que decimos ya por sexto año consecutivo: “Si nosotras paramos, se para el mundo”. Los trabajos de cuidados quedaron catalogados como esenciales y esta carga de horas fue y es resuelta por las mujeres dentro de las familias y las comunidades. Se pasó de la “clásica” jornada laboral doble a una jornada laboral triple, ante el aumento de trabajos por los cuidados ante el virus, por el mayor acompañamiento escolar y el cuidado necesario para sostener los hogares, centro ahora también de la vida laboral.
Si bien las conquistas feministas son innegables en nuestro país, desde el aborto legal hasta la presentación de un proyecto para aumentar las licencias maternopaternales, en la Argentina, los datos de la desigual distribución en el trabajo de cuidado no pago también se mantienen: el 72% de los trabajos domésticos no remunerados son realizados por mujeres. Estos datos se mantienen peligrosamente constantes en el tiempo, no dando acuso de recibo ante los cambios sociales, culturales y políticos.
Por una sociedad más justa
Son las mujeres más pobres quienes no pueden resolver de manera mercantilizada el quehacer de los hogares, el cuidado de las infancias, los adultos mayores y personas con discapacidad. Son ellas quienes tienen menos tiempo libre para conseguir trabajo remunerado, formarse o incluso disfrutar del tiempo libre, quedando presas en una realidad que reproduce la desigualdad en la que se encuentran. El fenómeno de la feminización de la pobreza grafica claramente esta problemática: hoy en día, de las personas que menores ingresos tienen en Argentina, el 70% son mujeres.
En Argentina, seguimos pidiendo por un Sistema Integral de Cuidados, una reforma tributaria, por el aumento de las licencias maternopaternales, el acceso a la salud menstrual, entre otras políticas públicas que puedan transformar la realidad de millones de mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries de nuestro país.
La nota es parte de la alianza entre Tiempo y Ecofeminita, una organización aliada que trabaja para visibilizar la desigualdad de género a través de la elaboración de contenidos claros y de calidad.
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